Los gritos de Annie me despiertan. Mis sentidos se ponen alerta y todo el sueño desaparece por completo. Tanteo con mi mano el costado izquierdo de mi cama, pero no hay nadie.
Rápidamente me pongo de pie, y salgo corriendo por la puerta en dirección a su habitación. Cuando llego, Mags y Finnick ya se encontraban allí. La primera acariciando la espalda de Annie y el segundo tratando de tranquilizarla con sus palabras.
Camino a paso lento para no alterarla. Tomo asiento al lado de Mags y trato de buscar la mano de Annie pero esta se aparta asustada.
—¿Annie? —susurro—. Annie, estamos bien. Estamos yendo hacia el distrito cuatro, hacia casa —menciono con un nudo en la garganta.
—Ya terminó todo —agrega el rubio—. Estamos a salvo, estás a salvo —dice con una falsa seguridad en su voz.
Poco a poco Annie deja de temblar, su respiración se va acompasando y los espasmos son cada vez menos.
Finnick se pasa las manos por la cara y ahoga un suspiro. Se levanta con cuidado de la cama y yo hago lo mismo.
Mags nos mira y hace señas con sus manos.
—¿Estás segura? —interroga el rubio.
Mags solo sonríe. Finnick me mira y con una seña me indica que salgamos de la habitación, cuando cierra la puerta detrás suyo es cuando habla.
—Se quedará con ella —informa—. Por las dudas...
—De acuerdo.
Caminamos en silencio hasta la habitación. No la mía, la de él. En donde estaba durmiendo antes. Creo que se transformó en una especie de ritual o costumbre o... no lo sé. Desde que le pedí que se quedara a dormir conmigo desde esa noche que tuve mi primer cliente lo continúo haciendo todas las noches siguientes.
Hablábamos en el balcón y cuando llegaba la hora de acostarse ninguno decía nada, solo caminábamos hacia la misma cama. Y por suerte las pesadillas disminuyeron, por no decir que ya son nulas.
Se siente como una especie de protección o una confianza ciega que sé que él no dejaría que me pasé nada. Y sé que yo haría lo mismo por él.
Entramos en la habitación del tren y nos acostamos cada uno de su lado de la cama. Finnick nos arropa con la sábana y por lo que parecen horas nos quedamos concentrados en los ojos del otro.
—No pudimos hablar mucho cuando llegaste —menciona en voz baja—. ¿Quieres hablarlo ahora?
—Sinceramente, no —suspiro—. Estoy muy cansada y sé que tú también lo estás.
—Venus, si es por eso...
—Mañana mejor —no lo dejo terminar—. Prometo que cuando lleguemos al cuatro te lo contaré.
—Está bien... —dice no muy convencido.
—Buenas noches, Finnick.
—Buenas noches, Venus.
✦✦✦
—¡Te extrañé! —los brazos de Gia son lo primero que me reciben cuando abro la puerta de casa.
—Yo también te extrañé —la estrecho lo más fuerte que puedo sin hacerle daño.
Nos quedamos varios minutos así hasta que una voz grave nos hace separar y poner todos mis sentidos alerta.
—Volviste...
—Volví.
Gia se aleja unos pasos para que pueda visualizar el cuerpo de Assan.
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La Sirena del Capitolio | Finnick Odair
FanfictionVenus Harkin nunca quiso ser el centro de atención, nunca quiso ir a los Juegos y definitivamente nunca quiso todo el sufrimiento que conllevaría eso. Porque Venus Harkin ya sufrió suficiente antes de ser cosechada. Y la única persona que compendió...