Antes de que pueda siquiera procesarlo, me encuentro corriendo hacia la Cornucopia, donde se encuentra la mochila algo alejada del resto. Mantengo mi vista al frente, escucho ruido de cuchillos alrededor, pero me centro solo en mi objetivo.
Estoy acostumbrada a correr por la arena, vivo en el cuatro, aunque por alguna razón es más difícil caminar sobre esta y siento como el calor me sofoca poco a poco. Me quedan pocos metros para llegar hasta la mochila cuando veo que un cuchillo pasa por mi costado y se clava en la arena frente a mí.
Jadeo.
Giro y veo como la chica del uno se acerca corriendo donde estoy. Me apresuro, tomo el cuchillo que está a unos pasos, lo meto en mi pantalón y sigo corriendo lo más rápido que puedo hasta alcanzar la mochila.
Una vez la tengo, doy media vuelta y observo que la tributo del uno se encuentra agarrando a un niño del cuello para luego pasarle un cuchillo por la garganta. La sangre mancha sus manos. Aparto mis ojos y me concentro en continuar corriendo. Sigo en el baño de sangre, esto no terminó todavía.
Fijo mi vista hacia el frente, una duna se extiende por el terreno, sin pensarlo dos veces comienzo a escalar. Reúno todas mis fuerzas y trepo. No tengo de donde agarrarme, solo arena y a cada paso que hago, me resbalo.
—¡Sirenita! —gritan—. ¡Tan rápido te vas de la fiesta!
Me volteo y Einar está corriendo con una espada hacia mí. Apresuro más el paso, me quedan pocos centímetros para llegar a la cima.
—¡Escuché tu voz en la entrevista! —lo oigo cada vez más cerca—. ¡Pero me encantaría escuchar tus gritos!
Vamos, sólo un poco más. Escalo con más fuerza. Siento como algo tira de mi pie y me resbalo. Me volteo, Einar me está mirando con una sonrisa petulante en toda su cara y con la espada en la mano que no está sosteniendo mi tobillo.
Me desespero, empiezo a patearlo.
—Vamos, Sirenita —suelta una carcajada—. Quiero algo de diversión antes de matarte.
Pateo más fuerte. Recuerdo que todavía tengo el cuchillo que arrojó la chica del uno, lo saco de mi pantalón y en un rápido movimiento lo tiro a su mano. El tributo suelta mi pie con un jadeo. Me apresuro a llegar hasta la cima de la montaña de arena.
Veo que saca el cuchillo del centro de su mano y lo tira a un costado, trata de subir nuevamente, pero cae hasta el inicio de la duna.
—¡Esto no se va a quedar así! —grita.
Doy media vuelta para bajar, pero resbalo. Termino rodando, golpeando mi cuerpo con la arena caliente hasta llegar a suelo llano. Me levanto lo más rápido que puedo, trato de enfocar mi vista, a lo lejos se ven una especie de montañas rocosas. Las que vi al inicio.
Corro en esa dirección mientras ajusto la mochila a mi espalda. Tengo que alejarme lo más posible de la Cornucopia.
El sol está en su punto más alto y a pesar de que llevo las botas siento el calor pasar por debajo de la suela. Aunque pueden ser los calcetines tan gruesos que llevo puesto, no entiendo.
Hace un calor del infierno, no tiene sentido llevar puesto eso. Aparto eso ahora en mi mente, más tarde me preocuparé por mi vestimenta. Ahora tengo que concentrarme en poner la máxima distancia entre los demás tributos y yo.
Giro mi cabeza para ver si alguien me sigue.
Nadie.
Solo se ve la gran duna, solo esa montaña de arena, es tan alta que tapa la Cornucopia, no puedo creer que escalé todo eso.
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La Sirena del Capitolio | Finnick Odair
FanfictionVenus Harkin nunca quiso ser el centro de atención, nunca quiso ir a los Juegos y definitivamente nunca quiso todo el sufrimiento que conllevaría eso. Porque Venus Harkin ya sufrió suficiente antes de ser cosechada. Y la única persona que compendió...