Capítulo 19

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Imágenes de Einar tocando mi cuerpo me invaden la mente, luego cambian a Blake, a los chicos de mi distrito, compañeros de clase, tributos que nunca me hablaron pero sí me miraron. Cuando aparece con tanta nitidez el hombre de las pesadillas cuando tenía doce años, abro los ojos de golpe.

La luz me encandila, pero me niego a volver a cerrarlos. Todos los músculos me duelen, la cabeza no para de latir y todavía siento el olor a sangre.

Algo suave acaricia mi piel. Sábanas blancas.

Me quedo mirando por varios minutos las sábanas y luego a mi alrededor confundida.

No estoy en la Arena.

Ese pensamiento hace que el aire vuelva a mis pulmones. Llevo mi mano al muslo derecho, recubierto por una venda nueva, sin suciedad. Duele al presionar sobre este.

Manchas violetas y rojas cubren mis muñecas. Dónde Einar me mantuvo aprisionada bajo su cuerpo.

Un escalofrío me recorre, pero trato de mentalizarme que él no va a volver a hacerme daño.

Está muerto.

Yo lo maté.

Al igual que maté a Blake, al igual que ayudé a matar a la chica del uno. Al igual que no pude hacer nada para salvar a Vega.

El sonido de las espadas, los cañones, los gritos del baño de sangre me transportan otra vez hacia el desierto.

—Venus...

Me sobresalto. Giro mi cabeza hacia el lugar de donde provino la voz. Finnick está sentado en una silla al lado de mi cama. No lo había visto.

—¿E-Estoy... estoy viva? —trato de buscar la confirmación en él.

—Si, lo estás —dice amable.

—Mierda...

Trato de sentarme en la cama, cuando no lo consigo, Finnick me ayuda. Manteniendo el mínimo contacto posible. Cosa que agradezco.

—¿Qué... qué pasó? —pregunto con la voz rasposa.

Él hace una mueca antes de hablar.

—Te desmayaste... La herida del muslo se te había infectado y tenías fiebre —responde —. Te trajeron lo más rápido posible hacia acá, eso fue hace dos días. Curaron tus heridas de la pierna. No dejaron ninguna cicatriz.

Nada que pruebe que estuve en los Juegos, ninguna herida física solo mental.

—Sabía que ibas a volver... —susurra —. Aunque debo admitir que me hiciste llevar un buen susto con esa herida.

Me tomo el tiempo para mirarlo. Hay ojeras bajo sus ojos, tiene el pelo despeinado, como si hubiese pasado demasiadas veces sus manos por ese lugar. Hay rastro de noches sin dormir y preocupación en toda su postura.

No quiero imaginar lo que habrá sido ver los Juegos del otro lado, desde una pantalla sin poder hacer nada.

—Venus, escucha, no tenemos mucho tiempo —acerca la silla un poco más hacia la cama y me mira serio —. No quiero decirlo, pero en pocos días te harán la entrevista del ganador. Te sentarán junto con Caesar y te harán revivir los momentos de la Arena. Luego será la coronación junto al presidente Snow.

Inhalo profundamente tratando de serenarme.

Revivir los Juegos. No estoy preparada para eso.

—Harás exactamente lo mismo que hiciste con la entrevista, busca mis ojos, habla conmigo no con ellos. Y si no puedes soportar ver esos hechos, solo mira hacia otro lado, mantente seria. Se te permite mostrar emoción también, Caesar te guiará —sus rulos rubios caen sobre su frente —. Luego la coronación y volverás al distrito. Puedes hacerlo.

La Sirena del Capitolio | Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora