Capítulo 24

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Este viaje está siendo una tortura, ver a la familia de los tributos caídos, recordar sus nombres, ver sus caras en sus familias. Es demasiado. Estos días fueron prepararme con Jazeera y Milos, practicar los discursos con Mags y Finnick y evitar todo lo posible a Darya.

Por ahora está funcionando, salvo por la parte de que la ropa es extremadamente ajustada, corta y reveladora, por la parte de que cuando leo los discursos se forma un nudo en mi garganta y las lágrimas se acumulan en mis ojos y estoy recibiendo más comentarios de Darya en estos días que en el tiempo que pasamos en el Capitolio.

Un sueño.

No quiero levantarme de la cama, estoy segura que este día será el peor de toda la gira y eso que todavía tengo que enfrentarme a los padres de Einar y Blake y ver al presidente en el Capitolio.

Hoy llegamos al distrito siete, hoy voy a ver cara a cara a los padres de Vega, a sus hermanas.

Los discursos en los demás distritos fueron más... fáciles. Por horrible que suene. No conocía a los tributos y es algo de lo que me arrepiento, porque ellos no tenían la culpa de esto.

En el distrito doce, una niña que llevaba dos trenzas a los costados y se notaba el hambre que pasaba me dijo que era admirable si todo lo que hice fue para volver con mi hermana.

Mi cuerpo se tenso automáticamente, pero le sonreí a la niña de ojos grises agradeciendo y me aguanté hasta volver al tren para llorar.

Pero hoy, hoy será peor. Si bien nos conocimos en las circunstancias menos favorables, consideré a Vega una gran amiga, la mejor si puedo decirlo. No me juzgó y tampoco se dejó llevar por los comentarios, al contrario, me ayudó y alentó a ser más fuerte.

Y eso es algo que siempre le voy a agradecer aunque últimamente no me sienta de esa manera.

Doy varias vueltas entre las sábanas hasta que consigo levantarme, Milos me mataría si la marca de la almohada se me queda en el rostro.

Salgo de la habitación que me asignaron en el tren y me dirijo al comedor con la suerte de que Darya no esté allí. Mags y Finnick ya se encuentran desayunando.

—Hola... —menciona con una sonrisa forzada el rubio.

Mags en su lugar hace un gesto que identifico como un saludo y yo hago lo mismo. Ella solo sonríe complacida.

—¿Pudiste dormir algo?

Niego con la cabeza mientras tomo asiento y me sirvo el desayuno.

—¿Quieres practicar el discurso antes de llegar al siete? —mantiene una expresión cautelosa.

—En realidad —trago saliva—. Me gustaría decir otra cosa, algo más... personal —levanto la vista del plato y la enfoco en el rubio.

Él asiente con la cabeza y pasa una mano por sus rizos despeinados.

—Eso sería lindo, Venus.

Darya no aparece, cosa que agradezco pero al poco tiempo Jazeera y Milos hacen acto de presencia para comenzar a prepararme. La misma rutina donde lavan mi cabello, pasan una cantidad obscena de cremas por mi piel y luego se dedican a maquillarme y peinarme.

Creo que tengo que agradecer la elección de hoy, solo colocan delineador negro y brillo para labios, mientras que el cabello lo dejan con ondas. Los anteriores días llegaron a colocar piedras y brillos en mis ojos y demasiados accesorios en mi cabello.

Cuando me muestran el atuendo, es la primera vez que desprendo un grado de emoción al verlo. Es verde y el hecho de que Vega continuara diciendo que era un árbol me saca una sonrisa. Es una falda larga que calza a la altura de mis caderas y del mismo color y tela es la parte superior, dejando mi abdomen descubierto.

La Sirena del Capitolio | Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora