Bueno, el desfile no fue del todo mal. Digo, la multitud gritaba y por un momento Snow no apartó la vista de nuestro carruaje.
Sí, fue muy bien.
Me tiemblan las manos, y hago lo mismo que hice en la cosecha para calmarme, encajo tan fuerte las uñas en mis palmas hasta que hago una mueca de dolor.
Tengo que salir de aquí. Ahora. No soporto ser el centro de atención, no soporto tener todas las miradas por como me veo y porque creen que tiene el derecho de algo.
Camino rápidamente hacia el ascensor. Me adelanté antes de que los demás me alcanzaran, seguro Darya está furiosa.
—Bonito atuendo.
Me tenso. El tributo que no apartaba la vista de mi entra en el ascensor, se posiciona a mi lado. Es alto, de espalda ancha y con músculos. No parece que pudiera tener diecisiete o dieciocho años, sino que parece mucho mayor.
No respondo.
—¿Venus, no? —voltea a mirarme—. Einar, distrito dos.
Sigo sin decir nada. Trato de relajar mi respiración. ¿Por qué me está hablando? Soy la competencia, debería querer matarme, ¿no?
—¿No vas a decir nada? —escucho un tono de burla en su pregunta—. Causaste una impresión allá afuera, ¿lo sabes, no? —me arrincona contra la pared del ascensor.
Llevo mis manos hacia su pecho para apartarlo, pero él da unos pasos hacia atrás alejándose. Mira hacia arriba de mi cabeza y luego a mis ojos.
—Muy pronto... —es lo único que dice antes de salir del ascensor.
Permanezco varios segundos en la misma posición, ahora no solo mis manos tiemblan. Expulso el aire que estaba conteniendo.
Cuando se abren las puertas, salgo apresurada y entro en el departamento del piso cuatro. Me dirijo hacia el dormitorio y una vez en el baño me dedico a limpiar por completo mi cuerpo. No puedo pasar ni un minuto más llevando este atuendo.
Froto mi piel hasta que queda roja, las estúpidas escamas son difíciles de sacar, ¿con qué las maquillaron?
Una vez que termino me quedo debajo del agua caliente por unos minutos. Luego salgo y me coloco la misma bata de antes, cuando Jazeera y Milos me estaban preparando.
Mi pelo gotea por el suelo, pero no me importa. No llores, no llores. Sabía que esto iba a pasar. En el distrito todos hacían comentarios, todos asumían cosas, me miraban lascivamente a pesar de solo tener dieciséis años. Las chicas de alrededor no querían hablar conmigo o me molestaban, decían que yo les robaba sus novios a ellas cuando nunca hablaba con nadie, nunca hacía nada.
Desde que tengo memoria, mi rutina siempre fue salir a nadar y trabajar en el taller. Y ahora el desfile. No sé qué supondrá eso para mi. Imagino que algunos patrocinadores estarán interesados, pero ¿los tributos?
Seguro quieren matarme.
Escucho voces y pasos. Asumo que los demás ya habrán llegado. Me cambio, trenzo mi pelo aún húmedo y salgo. Hora de fingir, otra vez.
—¿Cómo se te ocurre salir así, niña? —Darya se acerca peligrosamente hacia mi—. Quieres llamar la atención, es eso, ¿no? —encaja sus uñas en mi brazo—. Pues, felicidades, lo conseguiste —dice con una mueca de asco y se aparta cuando el chico de oro posa una mano en su hombro para apartarla.
—Eso no es necesario, Darya —menciona serio—. Por qué mejor no nos sentamos, estoy seguro que todos necesitamos comer algo y descansar.
La mujer bufa y se va enojada a sentarse, Mags me da una sonrisa tímida antes de hacer lo mismo. Blake la sigue.
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La Sirena del Capitolio | Finnick Odair
FanfictionVenus Harkin nunca quiso ser el centro de atención, nunca quiso ir a los Juegos y definitivamente nunca quiso todo el sufrimiento que conllevaría eso. Porque Venus Harkin ya sufrió suficiente antes de ser cosechada. Y la única persona que compendió...