—¿Vas a decir por qué nos citaste aquí? —interroga Finnick.
—Todavía no, falta gente.
Me abrazo a mi misma para entrar un poco en calor, en la terraza se siente más el frío que en el balcón del piso cuatro. Trato de acomodar mi pelo que vuela con el viento que hace, bufo cuando no lo consigo.
—¿Por qué la perra mentirosa está aquí?
Ruedo los ojos cuando escucho a Johanna llamarme por ese mote.
—¿No lo vas a superar, cierto?
—Para nada —empuja mi cadera bromeando.
—¿Qué no va a superar?
—Nada que te importe, Abernathy —responde la castaña.
—Por cierto, me encanta el nuevo corte —toco mechones de su pelo que ahora se encuentra a la altura de su barbilla, a diferencia del año anterior que llevaba una larga melena—. Te hace ver sexy.
—Cuidado, Odair —inquiere burlona—. Tal vez te la robe.
Finnick suelta una carcajada.
—¿Interrumpimos?
Beetee entra por la entrada de la terraza, junto a él se encuentran Wiress y Blight. Vencedores del distrito tres de tecnología y el compañero tributo de Johanna.
Miro a Haymitch confundida.
—Es hora de que empieces a hablar —comenta Finnick lo que estoy pensando.
—Todavía faltan los vencedores del seis.
—¿Los adictos? —inquiere Johanna.
—No creo que vengan, Haymitch —anuncia Beetee—. Y no podemos desaparecer mucho tiempo.
—De acuerdo —dice rendido—. Si los veo luego les diré de está reunión.
El rubio nos hace posicionarnos en un círculo, de una lado se encuentra Johanna mientras que de mi lado derecho está Finnick. Las manos de Wiress tiemblan en gesto nervioso, y Blight desearía estar en su cama que aquí por la expresión cansada de su rostro.
—Finalmente está pasando, el momento que tanto esperamos llegó —se mantiene serio—. Sé que puedo confiar en ustedes y que no saldrá una palabra de lo que hablemos en esta reunión.
Me remuevo impaciente.
—Llegó el momento de la revolución.
—¿Qué?
—Haymitch...
—¿Estás borracho?
Beetee, Finnick y Johanna hablan a la vez. Haymitch hace un gesto con la mano para poder continuar, si se estuviera tambaleando apoyaría a Johanna en la idea de que está borracho, pero su postura es firme y tiene una seriedad en el rostro que indica que lo que está diciendo es verdad.
—Lo que escuchan, llegó la hora —suspira—. Hay un plan, en realidad el distrito trece tiene un plan.
—¿Distrito trece? —inquiero.
—Se ocultaron bajo tierra todos estos años esperando el momento para atacar. Es ahora. Solo necesitamos hacer una pequeña tarea... mantener a Katniss con vida.
Johanna suelta una carcajada tan fuerte que temo que nos escuche todo el maldito Capitolio. Agarra su abdomen para recuperar un poco de aire, hasta unas lágrimas se le saltaron de los ojos.
—Muy gracioso, Haymitch. Está vez te luciste.
—No es broma, Mason. Tendremos que establecer una alianza, Katniss y Peeta quedan fuera de esto. La chica en llamas hará todo lo posible para que el chico viva, no importa si tiene que dar su propia vida para lograrlo. Pero la revolución no funcionará con ella muerta, la necesitamos —acomoda su pelo desesperado—. Si hacen eso, el distrito trece nos sacará a todos, los sacará a ustedes de la Arena, de los juegos. Con los vencedores de su lado todo será más fácil, no tienen intención de que ninguno de ustedes muera.
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La Sirena del Capitolio | Finnick Odair
Hayran KurguVenus Harkin nunca quiso ser el centro de atención, nunca quiso ir a los Juegos y definitivamente nunca quiso todo el sufrimiento que conllevaría eso. Porque Venus Harkin ya sufrió suficiente antes de ser cosechada. Y la única persona que compendió...