Capítulo 65

6.1K 547 115
                                    

Luego de eso, cada uno volvió a su tienda para prepararse para partir. Lo que empezó como un escuadrón de nueve personas se transformó en uno de quince. Y se volvió, también, el escuadrón estrella del sinsajo.

Hace unos minutos pasó Jackson a entregarnos el uniforme. Pantalones, camiseta, abrigo, chaleco, botas todo negro. Además de unos cinturones que se atan al muslo para guardar cuchillos, en este caso los de Beetee, y otro compartimento para cargar la espada en mi espalda.

Oh, y me olvidaba. Un pequeño bolsillo a la altura del hombro para guardar la jaula de noche, en caso de que tengamos que abrirlo con la boca y tragarlo. Si. Todo muy práctico.

Comemos antes de partir, una lata de lo que parece caldo o estofado, pero probablemente será la última comida que tengamos apropiadamente.

—¡En marcha! —anuncia Jackson.

El plan inicial es caminar por las ruinas que dejó la guerra, donde se supone que ya toda la lucha pasó y filmar a Katniss para esa mierda de propaganda. Pero conociendo a la chica en llamas, y por lo que me dijo Haymitch, quiere matar a Snow. Por ende, tendrá que desviarse en algún momento y encarar hacia el Capitolio, que bueno que tengamos la misma idea.

—¿Lista? —el rubio agarra su tridente y me tiende una mano para ayudarme a levantar.

—Lista.

Desde que salimos del campamento, tardamos una hora de caminata para toparnos los destrozos de la guerra. Edificios bombardeados, calles destruidas, ciudad abandonada. Incluso todavía hay ceniza, pólvora y humo por donde pasamos.

Boggs dirige al escuadrón, Gale y Homes a un lado, Katniss va en el medio. Con Finnick nos ubicamos a cada lado para resguardarla de alguna manera. Todos los demás cierran el camino.

—Nunca había visto este lugar tan vacío —murmura Katniss.

—Abran bien los ojos —replica Boggs quien lleva el holo en funcionamiento para buscar vainas.

Todo está muy calmo, como si lo peor hubiese pasado. El olor a ceniza es lo más que se siente, seguido de un aroma a quemado. Finnick alterna su vista de Katniss a mí, yo hago lo mismo. El único ruido que se escucha son nuestras pisadas, y cada tanto bombarderos a lo lejos, pero son casi imperceptibles.

Llegamos a un sector de edificios lujosos, lámparas de oro y una especie de estatua del mismo material en el centro. Boggs se detiene mientras que el holo empieza a pitar.

—Hay una vaina —anuncia—. Hay que cubrirnos.

Lo gracioso es que cubrirnos significa dejar espacio a Katniss para que dispare una flecha y la graben para una propaganda.

Bufo cuando todos nos agachamos detrás de ella, se posiciona en dirección a esa gran estatua, Boggs le indica que dispare entre medio de los dos edificios que se encuentran más adelante.

—Divertido, ¿no? —susurra Finnick a mi lado con una sonrisa.

—¡Pollux! —Cressida le indica dónde ponerse para grabar a Katniss—. Castor, por aquí —hace lo mismo con su hermano—. Cuando quieras, Katniss.

Cuando Katniss dispara todo se prende en llamas, hubiéramos muerto calcinados de no ser por el holo que indica las vainas. El olor a chamuscado impregna el aire. Finnick silba, tanto para romper la tensión como para calmar los nervios.

—¡Sigamos! .

Volvemos a nuestro camino, Boggs continúa con el holo, tratando de evitar la mayor cantidad de vainas posibles. Katniss sigue detrás, de nuevo con Gale. Cressida, la chica del tatuaje en su cabeza le da directivas a Pollux y Castor acerca de la propaganda.

La Sirena del Capitolio | Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora