CAPITULO 4

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Abrí la puerta del portal y caminé alisando mi vestido negro mientras intentaba respirar con normalidad.
¿Hace cuanto que no tenía una cita? ¿Y si algo salía mal?
La pizzeria no estaba muy lejos del portal así que con solo levantar la cabeza pude ver como un apuesto chico, más atractivo si cabía que esta mañana en la lavanderia, me miraba sonriendo de oreja a oreja.
-Esta tarde he estado dandole vueltas durante bastantes horas a lo mal que lo hice todo en la lavanderia- en cuanto llegué el chico comenzó a hablar sin borrar ni un ápice de su sonrisa-caí en la cuenta de que no se me ocurrió ni por un segundo presentarme.
Me cogió una de las manos con delicadeza y me la besó sin dejar de mirarme a los ojos mientras pronunciaba en un perfecto y sensual Italiano.
-Ciao, mi chiamo Massimo.
-Hola Massimo- sonreí fijandome en el reloj que adornaba su muñeca.
Fruncí el ceño algo extrañada.
-Yo en cambio creo que hice bien- dije agachando la cabeza para fijar la mirada en sus zapatos de piel- creo que a los desconocidos no hay que darles mucha información sobre ti.
-Eso si fuera un atracador- me ofreció su brazo- pero se convierte en un gesto normal si solo soy un chico al que has llamado la atención.
Pasé mi mano por su brazo sin dejar de sonreir y él abrió la puerta de la pizzeria dandome paso como todo un caballero.
-Y bien..¿Como te gustan las pizzas?
-Con mucho mucho queso-contesté intentando analizarle antes de sentir cualquier tipo de confianza con él- no hay nada mejor que el queso.
Massimo levqntó la mano para llamar al camarero mientras que yo tras haberme mordido la lengua un par de vecez acabé explotando.
-¿Qué hacia esta mañana un chico con unos zapatos de piel y un reloj Graff inconfundible para los ojos de una Londinense-sonreí para no parecer que le atacaba- en una lavanderia?
Massimo abrió los ojos como platos asombrado con mi pregunta.
-Vaya, si que eres observadora...
-No has contestado-esta vez tuve que fingir la sonrisa.
-Pues...la verdad es que perdí una apuesta, y mis colegas se les ocurrió que para torturarme debía de..
-¿Yo estaba incluida en esa apuesta?- pregunté empezando a enfadarme.
-Oh no, claro que no- apoyó su mano en la mia obligandome a apartarla de inmediato- la apuesta era entrar a cualquier lavanderia.
Le miré a los ojos y suspiré intentando relajarme.
-Sigue en pie la oferta- cambió repentinamente de tema cuando terminó de pedir la pizza al camarero.
-¿La oferta?- fruncí el ceño.
Apoyó sus codos en la mesa y se acercó más a mi, clavando su intensa mirada azul en mis ojos.
-¿Acaso tengo cara de idiota?- preguntó sonriendo divertido con mi actitud- sé que en este momento estás sentada apunto de cenar con un completo desconocido que bien podria ser un psicopata que va a matarte para robarte los organos solo porque no tienes más opciones para esa boda que te lleva volviendo loca desde esta mañana.
Le miré con atención.  Era directo y bastante sincero, pero apesar de su actitud, había algo en el que me hizo reír sin poder evitarlo.
-¿Y vas a robar mis organos?- pregunté bebiendo de mi cocacola.
Estiró su mano bajo mi atenta mirada y tras entrelazar su dedo con mi collar de oro, el unico que conservava de mi qnterior vidq, tiró de él atrayendome hacia su rostro.
-Solo uno si me dejas..-susurró.
Sonreí.
-¿No crees que vas demasiado rapido?- me aparté de él y arqueé una ceja viendo como dejaban la pizza de cuatro quesos encima de la mesa.
-Puede ser..-susurró fijando la mirada en la nada- debe de ser porque la vida me ha enseñado a ir rapido.
Fruncí el ceño corriendo inconscientemente la silla para acercarme algo más a él.
-A veces hay que frenar- dije agarrando un trozo de pizza- a mi me costó bastante tiempo darme cuenta, pero si frenas y miras todo con detenimiento te das cuenta de cosas que a velocidad no llegas a ver.
Massimo me sonrió con ternura, pero pude ver la trizteza dibujada en su mirada.
-Bueno..no te conozco de nada, pero no te tomo por un idiota- le pegé un mordisco a la pizza y le miré- así que sí, estoy comiendo pizza con un desconocido porque pienso que eres muy buena opción para llevar a una boda y presentarte a mi padre.
Missimo se atrqgantó soltando una sonora carcajada.
-¿A tu padre?
-¿Y qué pensabas?- fruncí el ceño pegqbdole un manotazo en el brazo.
-Creo que vas demqsiado rapido- bromeó.
Puse los ojos en blqnco.
-Que te presente a mi pqdre no significa que..
-Lo sé- me interrumpió- no pretendo nada, solo salvarte de esa situación.
Me terminé el trozo de pizza ain dejar de mirarle con qtención.
-¿Por qué quieres salvarme?- pregunté.
-Me salvaste de que mis amigos se rieran de mi - suspiró- con eso ya has conseguido que te deba la vida.
Sonreí con timidez mientras el levantaba las manos.
-Pues ya puedes ponerte muy guapo para que conozcas a tu suegro querido- dije agachabdo la cabeza llena de verguenza ante lo que estaba proponiendole.
-¿Qué gano acambio?
Levanté la cabeza.
-Recorrer Londres de mi mano- arrastré la silla aún más hacia él- te llevaré a visitar sitios que jamás has podido imaginar.
Massimo esbozó una sonrisa bebiendo de su refresco.
-Antes debería al menos saber como se llama la que va a ser mi novia falsa ¿no crees?
-Ada- contesté- tu novia se llama Ada.
Los ojos de Massimo coincidieron con los mios y por un momento nos quedamos en silencio sin saber que decir.
-Encantado Ada..-susurró al fin apartandome un pequeño mechón del  rostro mientras nuestros ojos seguían clavados en un punto.
Era guapo, bastante atractivo, y por muy raro que sonase me sentía extrañamente comoda con aquel desconocido.
-Lo que realmente me intriga- Massimo se aclaró la garganta apartando al fin la mirada de la mia- es como sabes tanto de relojes.
Esbocé una sonrisa.
-Antes de mudarme a Italia , yo...- agaché la cabeza humedeciendome los labios- yo tenía una posición economica muy diferente a esta.
-¿Y qué pasó?- preguntó Massimo centrqndo toda su atención en mi.
Pero antes de que pudiera contestar, la puerta de la pizzeria se abrió dando paso a dos chicos y una chica que nos miraron con una sonrisa de oreja a oreja.
-Estos son los culpables de que acabara conociendote en una lavanderia- Massimo se puso de pie y les hizo un gesto para que se acercaran- este es Fabio.
Señaló a un chico de pelo largo y sonrisa pícara.
-Este de aqui es..
-Ciao, mi chiamo Adriano- dijo él cogiendo mi mano para besarla mientras yo me ponía de pie.
-Y ella es Antonella- terminó de decir.
-¿Saben hablar en ingles?- pregunté avergonzada.
-Todos estudiamos en la misma escuela de idiomas- dijo Antonella llamando mi atención- bueno..todos menos Adriano.
La chica de pelo ondulado de una tonalidad color miel preciosa, me miró posando su mano en el hombro de Adriano.
-Él prefiere el deporte que culturizarse- puso los ojos en blanco y se sentó bajó mi atenta mirada.
-Les invité porque una pequeña parte de mi me decía que no vendrías-confesó Massimo.
-Nosotros eramos esa pequeña parte- rió Fabio sentandose junto a Antonella.
Desvié la vista hacia Massimo y sonreí con timidez.
-Y a pesar de eso aquí estoy..-susurré.
Él agachó la cabeza avergonzado sin saber qué decir.
¿Donde quedaba ese chico directo y desvergonzado?

LA FINA LÍNEA QUE NOS SEPARÓDonde viven las historias. Descúbrelo ahora