CAPITULO 32

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Escuché los pitidos de una maquina cercana a mi y como un objeto presionaba mi dedo con fuerza.
Lentamente, casi a camara lenta fui abriendo los ojos y mirando mi alrededor. Las paredes blancas y las sabanas con olor a desinfectante me hicieron caer en la cuenta de donde me encintraba.
-Shh tranquila..-susurró Linda apareciendo de la nada y pasando una mano por mi frente- gracias a dios ya estás despierta.
-¿He muerto?
Ella sonrió dejando que una lagrima resbalara por su mejilla.
-Claro que no boba- me agarró con fuerza la mano- pero has estado dos dias inconsciente.
-Jacob me...
-No hables más Ada-me interrumpió- ya me han contado todo y no tienes que preocuparte por nada, ese hombre no volverá a ponerte una mano encima.
Asentí aún mareada.
-Hay alguien que lleva esperando fuera mucho tiempo- sonrió Linda de nuevo poniendo los ojos en blanco- bueno nos hemos turnado para agarrarte de la mano.
Me humedecí los labios con el corazón acelerado viendo como ellq se alejaba hacia la puerta y la abría haciendole un gesto con la mano a alguien para que pasara.
Y cuando mis ojos se cruzaron con los de Massimo mis latidos bajaron inmediatamente de ritmo sintiendome completamente decepcionada.
Era evidente que tenía ganas de ver a Massimo, pero después de todo lo que me había pasado necesitaba saber algo sobre Thomas.
-Amor-dijo acercandose a mi y sujetando mi mano con fuerza- ¿como te encuentras?
-¿Donde está Thomas?-pregunté confusa.
Massimo frunció el ceño y soltó mi mano dando un paso hacia atrás.
-Suele venir de noche-contestó Linda mirando de reojo a Massimo- porque los dos no saben comportarse como adultos y compartir espacio.
-¿Como que no saben...-dije incorporandome.
-Pero estaba yo para mandarles a la mierda-sonrió Linda interrumpiendome mientras Massimo me obligaba a volver a tumbarme- asi que uno de dia y otro de noche hasta que tu decidas a quien quieres ver.
Suspiré cerrando los ojos y sentí de nuevo la mano de Massimo agarrar la mia.
-Me tenias muy preocupado..-susurró cuando escuché como Linda salía de la habitación del hospital.
Abrí de nuevo los ojos y miré a Massimo que clavaba sus intensos ojis azules en mi.
-Fue la que se supone que fue mi mejor amiga durante años-sollocé mientras él se aferraba aún más a mi mano- y dejó que esas bestian hicieran lo que quisieran conmigo.
-Llegaste con dos heridas muy graves en las piernas, Ada- el rostro de Massimo estaba lleno de tristeza- y habias perdido mucha ssngre.
-Si no hubiera sido por Thomas...-sollocé.
-Si no hubiera sido por Thomas estarías conmigo en casa-dijo él con voz seca- no se como pudiste estar ssliendo con ese tipo.
Sollocé en silencio sin decir ni una palabra, sabiendo que si hablaba iba a arrepentirme más tarde.
-Por culpa de ese tipo pudiste haber muerto.
-En cambio me salvó-dije.
Massimo limpió mis lagrimas y besó mi frente con delicadeza.
-Espero que esta noche cuando le veas pienses con cabeza y le digas que te deje tranquila.
Me incorporé con enfado.
-Que me haya acostado contigo dos veces no te da la libertad de elegir con quien hablo y con quien no-clavé mi mirada en él que se tornaba a cada segundo más furiosa- Thomas me salvó de aquel lugar mientras tú no hacias nada.
Massimo soltó mi mano y sin decir ni una palabra más se diriguió hacia la puerta mientras yo volvía a tumbarme.
Cuando salió de la habitación volví a sumergirme en el llanto.

LA FINA LÍNEA QUE NOS SEPARÓDonde viven las historias. Descúbrelo ahora