CAPITULO 19

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-¿Tienes miedo?- preguntó Massimo.
-¿De ver a mi padre después de todo lo que pasó?- asentí viendo como él conducía sin saber muy bien a donde ibamos.
-Podemos dejarlo para otro dia-dijo clavando la mirada en la carretera.
Negué con la cabeza entrelazando los dedos de mis manos mientras intentaba respirar manteniendo la compostura.
Iba a ver a mi padre, iba a ver al hombre que tanto temia y al que tanto queria a la vez.
¿Era lógico? Siempre habia sido un buen padre conmigo, hasta que Liam se cruzó en nuestras vidas aprovechandose de la muerte de mi madre.
Pero..¿Realmente había perdonado mis errores? Es decir, me había invitado a su boda, eso sonaba a tregua aunque aún no me quedaba muy claro el motivo.
Massimo llamó mi atención poniendo música a todo volumen dentro del coche.
-Con esto nos relajaremos- sonrió bajando las ventanillas del coche mientras aceleraba la velocidad al ritmo de Shaw mendess y Camila Cabello.
Sonreí agachando la cabeza.
-Como lleguemos a casa de mi padre con esta discoteca andante...
-¡¿Qué?!- gritó él subiendole qún más el sonido a la música.
-¡Qué mi padre no es muy fanatico de poner musica a todo volumen!
Massimo soltó una carcajada y pasó una mano por mi rodilla al mismo tiempo que me giñaba un ojo.
-¡No veo a tu padre por ningun lado!
Desvié la vista hacia su mano que acariciaba mi rodilla con delicadeza y me fijé en el carisimo reloj que adornaba su muñeca. 
'Cause you know it's been a long time coming
Don't you let me fall, oh"
Solté una sonora carcajada escuchandole cantar a pleno pulmón, recordando aquella noche de concierto que viví junto a él.
-¡Mi padre te detestará!- reí gritando para que me escuchara.
-Oh, no te imaginas el poder de encandilar a la gente que tengo- me giñó de nuevo el ojo- tu padre caerá rendido.
-Me encabtaria ver eso-sonreí.
Le hice un gesto con la mano para que girara a la derecha y mientras esperabamos en el semaforo a que pudieramos meternos en Belgravia al fin, Massimo besó mi mejilla posando de manera fugaz sus labios sobre mi piel.
-Tranquila Ada..-susurró bajando el volumen- todo saldrá bien.
Agaché la cabeza sintiendo el latir de mi corazón.
-Eso espero..
Cuando el semaforo se volvió verde, Massimo condujo en dirección a mi casa hasta que llegamos justo para ver como una joven muchacha vestida de forma impecable, con una falda y camisa de padra a juego en un tono rosado levantqba los brazos exaltada mientras discutía con Alfred.
-Para- dije.
Abrí la puerta del coche y bajé caminando a paso acelerado hacia la puerta de la entrada donde sujetando los bqrrotes llamé a Alfred.
¿Por qué aquella muchacha le trqtaba así? ¿Acaso era hija de la  nueva futura dueña de la mansión?
El rostro de Alfred cambió de inmediato y esbzoando una sonrisa dejó atrás a la muchacha y corrió hacia mi.
-Srta Brown- dijo al abrir la puerta.
Sin pensarmelo le abracé con fuerza al mismo tiempo que Massimo se posicionaba a mi lqdo.
-¡¿Te he dicho yo que te retires?!- gritó la muchacha detrás de él.
-No señora.
-¿Se puede saber quién eres tú para hablarle así a Alfred?
La muchacha me repasó de arriba a abajo y bufó con desaprovación ignorandome por completo.
-Están prohibidas las visitas en esta casa Alfred.
-Soy  Ada Brown-dije comenzando a enfadarme.
El rostro de la muchacha cambió de inmediato, y de un rostro grotesco y serio, cambió a un rostro angelical cubierto por una enorme sonrisa.
-Oh Ada- dijo pasando su mano por mi brszo- no sabíamos si al final aceptarias la invitación a la boda.
-¿Donde está mi padre?- pregunté entrando dentro.
Ella me siguió por detrás mientras Massimo se quedaba hablando con Alfred.
-Ahora mismo está ocupado y a...
-¿Y tu madre?- pregunté esta vez frenando de golpe- ¿donde está ella?
La chica me miró arqueando una ceja, ligeramente molesta con mi pregunta.
-Ada...
La voz de mi padre me hizo girar de golpe al mismo tiempo que mis ojos fe hinundaban de lagrimas.
-Hija mia...
Él abrió los brazos y yo no dudé en correr hacia él fundiendonos en un abazo que duró más bien poco cuando la muchacha volvió a hablar.
-Realmente pensamos que no vendrías.
Mi padre se apartó ligeramente de mi pero sin llegar a soltarme y con un brillo en la mirada que jamás había visto en él señaló a la muchacha que teniamos en frente.
-Ella es Margaret Parker-dijo mi padre- mi futura esposa.
Parpadeé dos veces, e intenté respirarintentando cuando el aire comenzó a faltarme.
Sabía que Margaret era joven, pero ¿Tanto? ¿En quién se habia convertido mi padre?
-Siento interrumpir este momento- dijo Massimo al percatarse de mi reacción- pero yo soy Massimo Mancini.
-¿Mancini?- preguntó mi padre.
Él asintió y le ofreció la mano a mi padre que no tardó en estrecharsela con entusiasmo.
-Hace poco cerré un acuerdo comercial con tu padre- mi padre esbozó una sonrisa.
Le miré con atención, eso explicaba lo que hacia Liam en Italia.
-He venido como acompañante de Ada a su proxima boda- la sonrisa de Massimo no pasó desapercibida para nadie y menos para Margaret que tocandose el pelo de forma coqueta le dio las gracias.
-Con todos mis respetos Señor Mancini- la voz dr mi padre se endureció- espero que simplemente acompañe a mi hija como amistad.
Fruncí el ceño.
-Es mi novio desde hace un año-mentí.
-No entiendo porque no podría tener un romance con su hija- la sonrisa del rostro de Massimo no se desvanecía- tengo más que todo lo qur un hombre necesita para complacerla.
-¿Piensas casarte con ella?- preguntó mi padre analizando cada gesto que hacia Massimo.
-¡Papá!
- ¿Acaso no deberia hacerlo?- bajo mi atenta mirada sujetó mi mano entrelazando nuestros dedos- es una chica maravillosa, inteligente, carismatica, buena persona y hermosa como pocas.
Me ruboricé apartando la mirada de él para fijarla esta vez en la sonrisa amplia de mi padre.
-Espero que tus intenciones sean sinceras y buenas.
-Lo son.
Miré a Massimo de nuevo y apreté su mano dsndole a entender lo agradecida que edtaba con lo que acababa de hacer.
-Deberiamos pasar al jardin- mi padre pasó su mano por la espalda de su prometida provocandome arcadas- la comida estará ya lista.
Asentí, pero antes de continuar frené en seco al desviar la vista hacia las escaleras. Recordando casi sin quererlo las carcajadas mientras caminaba de puntillas junto q Megan y Linda para escapar de la mansión sin que nadie se percatase.
-Margaret me recomendó una nueva cocinera que hace unos estof...
-¿Has cambiado de cocinera?- pregunté centrandome en lo que acababa de decir mi padre.
-Esq mujer que antes cocinaba aqui estaba muy anticuada-Margaret sonrió sentandose -nosotros necesitos comida más inovadora y exquisita.
-Esa mujer llevaba con nosotros muchos años- dije intentando no alterarme- en esta casa hay ciertas reglas que debes seguir por mucho que pienses que eres la dueña de esta casa.
-¡Ada!- espetó mi padre-Exigo respeto.
-Que lo tenga ella por la casa de mi madre- dije.
Las dos nos miramos fulminandonos con la mirada, como si fueramos animales que estuviesen apunto de entrar en combate por convertise en el jefe de la manada. Ella era joven, atractiva pero con una mirada fria y calcuradora que al menos para mi era imposible pasar por alto.
¿Como había podido pasar mi padre de una mujer buena y bondadosa como mi madre a una arpia de la peor calaña?
-Yo solo queria que las cosas fueran mejor en esta casa..-Margaret me miró con el rostro entristecido- hacerle la vida más amena a tu padre.
Agaché la cabeza apretqndo los puños debajo de la mesa para no sacar toda la rabia que tenía acumulada.
-Sobre todo después de lo que hiciste con...
Di un fuerte golpe en la mesa y desvié la vista hacia Massimo.
-Creo que me he equivocado...-susurré.
Esta vez miré a mi padre con enfado.
-Siento haber venido sin avisar-dije en un tono seco- si algun dia puedo tener una conversqción solo con mi padre avisame.
Me levanté y entre en el interior de la casa al mismo tiempo que la cocinera salía de la cocina con una bandeja llena de platos.
-¿Ya se va señorita Brown?
La miré de lq peor manera que pude en aquel momento y abrí la puerta que conducía al exterior respirando el aire puro. ¿Por que siempre me sentía encarcelada en aquel lugar?
-Bueno..-la voz de Massimo sonó detrás de mi- no ha salido como yo me esperaba.
Me encogí de hombros y abrí la puerta del copiloto viendo como el rodeaba el coche para sentarse en frente del volante.
-Le has encantado a mi padre...-susurré- ¿sabes por qué?
Él negó con la cabeza.
-Porque eres igual que Liam y por ese mismo motivo te elegí.
Massimo frunció el ceño sin entenderme.
Abrí la puerta del copiloto y le miré antes de sslir del coche.
-Nos vemos en casa de Linda.
-Espera..-Liam salió del coche y me miró caminando hacia mi.
-Necesito pensar, pasar tiempo conmigo e intentar entender porque haga lo que haga siempre acabo intentando complacer a mi padre.
-¡¿Por eso mismo me hiciste venir hasta aqui?!-el tono de Massimo ya no era para nada amable-¡¿Para decirme que soy igual a un puto maltratador?
-¡No me refería a eso!- grité sollozando.
-¡¿Y a que te referias?!- cerró con fuerza la puerta del coche.
-¡Siempre...
No pude terminar la frase, mi sollozó aumentó de intensidad ahogandome por completo.
-¡Dimelo Ada!- gritó de nuevo Massimo.
El tiempo que ya estaba bastante nublado solo provocó que pequeñas gotas de agua comenzaran a caer mojando todo a su alrededor y obligabdo a Margaret y a mi padre refugiarse de la lluvia sin ver como terminaba nuestra discusión.
-¡Siempre intento complacer a mi padre!- grité cuando las lagrimas se fundieron con la lluvia- ¡Y estoy harta!
Massimo caminó hacia mi y sus fuertes manos me agarraron de los brazos mientras me atraía hacia él.
Nos miramos a los ojos en silencio, interrumpidos por la lluvia que resonaba con fuerza en aquel dia.
-Me hiciste venir para demostrarle a tu padre todo lo contrario-dijo al fin Massimo- me hiciste venir para que él supiera que tú ya no hacias lo que el queria.
Pasó su mano por mi pelo mojado y dejó atrás su rostro lleno de enfado.
-O al menos yo haré todo para ser lo que tú  quieres para ti.
Nuestros ojos coincidieron de nuevo y poniendome ligeramente de puntillas besé la comisura de sus labios rezando por que no se apartara al sentir el contacto de mis labios sobre los suyos.
-Necesito estar sola Massimo..-susurré- eso es lo que necesito ahora.
Él se separó de mi y asintiendo se dirigió hacia su coche en el que no tardó en montarse.
El coche arrancó y él desapareció entre la neblina mientras yo lloraba de nuevo odiandome por haber aceptado volver a Londres, un lugar que solo me hacia recordar lo roto y parcheado que se encontraba aún mi corazón.

LA FINA LÍNEA QUE NOS SEPARÓDonde viven las historias. Descúbrelo ahora