CAPÍTULO 39

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Me levanté pasando una mano en el lado vacío de la cama llevándome una decepción. ¿Dónde estaba Thomas?

Bostezando me levanté de la cama y olvidándome de que mi cuerpo solo estaba cubierto por una camiseta que le había quitado del armario a modo de pijama, caminé abriendo la puerta de su habitación.

Me dirigí hacia el salón y me quedé quieta al no encontrarlo sentado o dormido en el sofá.

Desvíe la vista hacia el reloj que colgaba de la pared, eran las 8:30 de la mañana ¿A donde había ido tan pronto?

-¿Buscas a Thommy?

Me giré de golpe para cruzar mi mirada con la de Agnes que con una taza de café en la mano me repasaba de arriba a abajo.

Asentí.

-Trabaja en el bar familiar desde hace años- forzó una sonrisa.

-Gracias-dije dirigiéndome a la habitación.

-Espero que no te sientas especial por haber echado un polvo con él-comentó obligándome a frenar con sus palabras - cada fin de semana hay alguna en esa cama.

-¿Y tú te encargas de echarlas?- pregunté cruzandome de brazos.

Ella volvió a sonreír.

-De eso ya se encarga Thomas-me guiñó un ojo y volvió al interior de la cocina.

Me mordí el labio antes de continuar hablando y me dirigí al baño dispuesta a darme una ducha.

Cerré la puerta y maldecí en voz baja mientras me desprendía de la camiseta y abría el grifo de la ducha.

Me terminé de desnudar y entré en la ducha dejando que el agua fría mojara mi piel mientras recordaba la noche anterior.  Recordando como Thomas se burlaba de mis macarrones con tomate frito mientras que Jake se los comía hambriento.

Sonreí inconscientemente y me mordí el labio recordando el cuerpo de Thomas junto al mío en la cama. Esa sensación de seguridad que me había causado aquél momento antes de quedarme dormida era casi indescriptible.

Cerré el grifo de la ducha y agarré una toalla para cubrir mi cuerpo rezando por no cruzarme con Agnes y su fría mirada.

Abrí la puerta del baño y me dirigí rápidamente al cuarto de Thomas sintiéndome más aliviada.

¿Se habría ido ya?

Tragué saliva y me agaché para abrir mi maleta y sacar un corto vestido básico que había comprado el verano pasado en Italia.

Dejé caer la toalla al suelo y me vestí lo más rápido que pude mientras agudizaba el oído para asegurarme de que Agnes ya no se encontraba en casa.

De todas formas si ella no se iba tendría que hacerlo yo, debía recoger lo que faltaba de mi ropa y hablar con Linda y Massimo para no empeorar las cosas.

Era más que evidente que con Massimo no iba a llegar a nada, pero tampoco era mi intención herir sus sentimientos, no después de como se había portado él conmigo.

Me peiné el pelo con los dedos y me puse mis vans saliendo de nuevo de la habitación. Sin pararme a pensar si Agnes seguía en casa, abrí la puerta y la cerré a mis espaldas comenzando a bajar las escaleras.

-¿Vas a algún lado?- preguntó Jake subiendo las escaleras, y frenando en uno de los escalones al verme.

Asentí.

-Tengo que ir a casa de Linda a por mis cosas-dije bajando los escalones mientras me acercaba a él.

Jake apoyó su espalda en la pared y solo entonces me percaté de la chica asiática que subía los escalones detrás de él.

-Ella es Mi-Sun-la presentó Jake mientras le ofrecía la mano a la muchacha- una amiga.

-Encantada, yo soy Ada-sonreí.

-¿Quieres que te acerquemos?-preguntó Jake.

Negué con la cabeza.

-Pediré un taxi-contesté continuando mi camino- luego nos vemos.

Y sin decir nada más terminé de bajar las escaleras y salí del portal respirando el olor a suelo mojado.

Estar en aquél lugar me daba una extraña sensación a paz, no sé si aquello se debía a que era donde vivía Thomas o simplemente porque era una urbanización preciosa, rodeada de zonas verdes y nada parecido a donde vivía antes.

¿Por qué se había mudado? 

Crucé la calle buscando con la mirada un taxi y continúe caminando sin percatarme de que unos pasos no muy alejados de mí me seguían.

LA FINA LÍNEA QUE NOS SEPARÓDonde viven las historias. Descúbrelo ahora