Caminé por las calles durante horas dejando que la lluvia mojara cada centimetro de mi mientras yo ewcuchaba como la gente murmuraba a mi alrededor.
Aún me encontraba en Belgravia y muchos de los que caminaban a mi alrededor con recados que sus jefes les habian enviado a hacer me conocían. Todos sabían quien era yo y susurraban entre ellos felices de haber encontrado al fin algun cotilleo con el que pasar semanas de bica en boca.
Llevaba bastante tiempo fuera de Londres y muy dentro de mi aún echaba de menos su neblina y la lluvia recorriendo toda la ciudad, aunque esta vez no tenía la tranquilidad que sentía hace años en el mismo lugar.
Tenía el corazón roto, y no a causa solo de los amorios, sino también de ver en qué se habiq convertido mi padre y en quién habia decidido tomar como esposa.
¿Como podía hacernos esto? ¿Como podia traer a una desconocida a casa después de todo lo que había pasado y hacerla creer que todo aquello era suyo?
Dejé de caminar cuando una limusina paró cerca de mi y me alumbró con sus luces.
Levanté la vista para clavarla en Alfred que me hizo un gesto con la mano para que corriera al interior.
Y eso hice, con prisas y empaoada por completo me colé dentro de la limusina y nada más sentarme en el asiento del copiloto comencé a llorar de impotencia.
Alfred puso la limusina en movimiento y no dijo nada mientras yo lloraba desconsolada como un bebé en el regazo de su madre.
-Todos la hemos echado de menos señorita Brown- dijo al fin- nos alegramos de que haya decidido venir a la boda de su padre.
-No debí hacerlo- lloré.
Alfred giró con su limusina hacia la izquierda y continuó bajo la lluvia sin dirección fija.
-Su madre estaría orgullosa de la persona en la que se a convertido- Alfred me miró de reojo y sonrió- valiente, inteligente y más guapa que nunca si cabe.
-¿Crees que estaría orgullosa?
Alfred asintió.
-Sobre todo después de dejar plantado a ese estupido Bennet en el altar.
Sonreí cuando le ewcuché soltar una carcajada.
-Ese idiota se merecía aquello y más.
-Lo sé...-susurré.
Desvié la vista hacia la ventanilla secandome las lagrimas mientras veía la infinidad de coches que iban por la carretera en todas las direcciones y por un momento me imagine sus vidas distrayendo algo mi mente.
Un hombre conducía con gesto serio mientras sus hijos por detrás gritaban y patalraban, otra mujer cantaba a pleno pulmon con las ventanillas bajadas dejando que la lluvia se colase dentro del coche. Si habia una definición de libertad, debía ser aquella.
-¿Ha donde quiere que la lleve srt Brown?
Aparté la vista de la ventanilla.
-¿Sabes donde vive Linda?- pregunté.
Alfred asintió.
-Me alegro de que aún siga junto a mi padre-dije con sinceridad.
Él me miró desde el rabillo del ojo y me sonrió en agradecimiento.
Después de eso todo el trayecto hasta llegar a casa de Linda lo hicimos en silencio, perdidos en nuestros pensamientos hasta que él aparcó en la entrada.
-Cuidese Srta Brown.
Y tras un abrazo aquella fue nuestra ultima conversación aquel dia.
Salí disparada hacia la casa de Linda intentando no mojarme aún más y toqué la puerta mirando hacia todos lados en busca del coche de Massimo.
-¿Ha ido bien todo con...
Y Linda se quedó con la palabra en la boca al verme comoletamente mojada.
-¿Está Massimo?-pregunté.
Ella asintió aún embobada con mi aspecto.
-Ahora tengo que irme-dijo cogiendo el bolso-cuqndo vuelva me tienes que contar todo.
-Vale..-susurrr caminando hacia el cuarto que me habia apropiado.
Abrí la puerta y mis ojos se clavaron en Massimo que sentado en la cama levantó la vista de inmediato.
-¿Ha donde has ido?- preguntó.
Me encogí de hombros caminando hacia él.
-He caminado bajo la lluvia hasta que Alfred me ha recogido- contesté sentandome a su lado.
Massimo asintió con la cabeza.
-Deberias ducharte.
-Eso creo..-susurré entrelazando mis dedos entre si con nerviosismo.
Nos quedamos en silencio durante un segundo hasta que yo lo rompí.
-Siento haberte comparado con Liam-me disculpé.
Él me pasó la mano por la espalda y yo aproveché para apoyar mi cabeza en su brazo.
-Me gustas bastante Ada-confesó- tanto que he sido incapaz de coger la maleta y marcharme a Italia.
Me aparté ligeramente de él.
-Pues entonces quedate..-susurré.
Su mano me acarició el mentón y lo levantó dejando mi boca a escasos centimetros de la suya.
-Dame una sola razón para quedarme..
Acerqué mi boca aún más a la suya y le besé apasionadamente mientras notaba como una de sus manos se dirigia a mi nuca atrayendome aún más a él.
Sus labios se alejaron de los mios y pasaron a mi cuello mientras se iba deshaciendo de la camiseta.
-Massimo..-susurré.
-Tranquila-dijo sepqrandose ligeramente de mi- pararé cuando tú me digas.
Asentí más relajada y me dejé caer sobre el colchón mientras sus manos recorrian mis pechos con pasión.
El frio que me probocaba estar empapada desapareció, en su lugar un calor axfisiante me invadió cuando su mano se coló bajo mi pantalón.
-¿Es tu primera vez?- preguntó separqndo su bocq de la mia.
Negué con la cabeza.
-Mi tercera..-susurré.
Él esbozó una sonrisa y me ayudó a quitarme la camiseta mojada. Volvió a besarme con pasión mientras yo abría los ojos lentamente para observale.
¿Por qué no podía concentrarme? Si Massimo me encantaba tanto fisicamente como personalmente ¿Por qué no podia concentrarme?
Cerré los ojos a la fuerza y los apreté hasta solo ver oscuridad mientras paseaba mis manos por su espalda desnuda.
Y entonces lo escuché:
"Quiero que seas solo mia Ada Brown"
Me incorporé de inmediato abriendo los ojos de golpe.
-¿Qué has dicho?-pregunté agarrqndo mi camiseta y cubriendo parte de mi sujetador.
-Nada, solo que..-contestó Massimo frunciendo el ceño.
Me levanté de la cama con el corazón acelerado.
-¿Estás bien? - preguntó.
-No estoy preparada-dije-creo que..creo que aún es muy pronto.
Massimo asintió y cogió su camiseta mientras yo me dirigía al baño.
Cerré la puerta a mis espaldas y apoyando la espalda en la pared me deslicé hasta acabar en el suelo.
¿Era posible acostarse con alguien sin estar enamorado?
Escuché los pasos de Massimo cerca de la puerta y como sus nudillos llamaban.
-¿Puedo pasar?
Me puse de pie y abrí la puerta fijandome en sus ojos azules repletos de dudas.
-Cuentame que te pasa.
Alargé mi brazo y tras alcanzar su mano tiré de él para más tarde volver a cerrar la puerta del baño.
-No quiero que nada de lo que podamos llegar a tener en un futuro tenga bases repletas de mentiras-dije volviendo a sentarme en el suelo.
Massimo en silencio me imitó sentandose a mi lado.
-Hace unos años conocí a un chico- comencé a contar- al principio empecé a tontear con él con la unica idea de pasar un rato agradable con alguien que no fuera Liam.
Levanté la vista para mirarle y volví a agacharla.
-Con Liam me sentía atada de pies y manos gritando en una sala repleta de gente sin que nadie se dignase si quiera a darse la vuelta para ayudarme.
Suspiré.
-Aquel chico fue el unico que se giró en aquella sala, el unico que me ayudó y acabé perdidamente enamorada de él, tanto que hubiera dejado todo por estar con él aunque nuestra clase social no era la misma.
-¿Por qué no lo hiciste?
-Liam le amenazó cuando se enteró de todo y el chico decidió entonces volver con una antigua ex.
-¿A eso le tienes miedo? ¿a enamorarte de mi y que yo no haga lo mismo?
Levanté la vista.
-Tengo miedo de no haber superado aquella relación-confesé.
Massimo agachó la cabeza y se pasó una mano por el pelo resoplando.
-No quiero que te enamores de mi si yo no voy a ser capaz de hacer lo mismo-dije.
Volvió a resoplar y levantó de nuevo la cabeza para mirarme.
-¿Tengo pinta de ser un chico que se rinde?
Le miré frunciendo el ceño mientras se ponia de pie.
-No pensemos en lo que podemos sentir o ser en un futuro Ada- se agachó de nuevo y me extendió su mano mientras se le dibujaba una timida sonrisa en el rostro- ese chico es pasado y ahora mismo yo soy tu presente.
Sujete su mano y nos pusimos de pie.
-O ¿acaso no te gusta tu presente?- preguntó girando sobrr si mismo.
Solté una carcajada y le propine un suave empujón.
-Eres idiota..
-Lo sé-sonrió acercandose hacia mi y obligandome a pegar mi cuerpo a la puerta- pero me tienes completamente loco.
Y sus ojos se desviaron hacia mis labios como pidiendome permiso para poder besarlos.
Poniendome de puntillas besé la comisura de sus labios y rocé mi nariz con la suya.
-Voy a ducharme y esta noche te llevaré a conocer Londres.
Él asintio plantandome un rapido beso en los labios y saliendo del baño.
Si aún no me consideraba enamorada de él, tenía más que seguro que poco me faltaba para estarlo.
ESTÁS LEYENDO
LA FINA LÍNEA QUE NOS SEPARÓ
Romance2° PARTE Ada se muda a Italia donde conoce a un atractivo chico que la hace olvidar todos sus fantasmas del pasado, pero cuando vuelve a Inglaterra para asistir a la boda de su padre, volverá a ver a Thomas Roth y tendrá que decidir entre amor o raz...