CAPITULO 48

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La casa estaba vacía, solo yo ocupaba el sofá mientras me mordía las uñas con nerviosismo intentando no imaginarme ese dichoso ring de boxeo donde Thomas estaría pegándose con otro.

¿Cuánto tiempo iba a tener que seguir así?

Suspiré viendo cómo la puerta se abría y Agnes dejaba las llaves en el mueble de la entrada.

-¿Sigues aquí?-preguntó sonriendo de medio lado- pensé que estarías viendo a tu noviecito pagar las consecuencias de tus actos.

Fruncí el ceño viendo cómo se descalzaba y caminaba hacia la cocina. Su pelo oscuro como él carbón le rozaba casi la espalda y sus tatuajes que cubrían gran parte de su cuerpo pegaban a la perfección con esa actitud que aparentaba frente a mi.

-Yo no hice nada para que él estuviera en esa situación- me defendí.

Agnes salió de la cocina con una lata de cerveza mientras me miraba casi ocultando una sonrisa.

-¿Eso creés?

Asentí.

Ella puso los ojos en blanco y caminó hacia mí hasta hacerse un hueco en el sofá.

-Aún me cuesta creer que es lo que ha visto Thommy en ti-suspiró.

Me humedecí los labios analizando sus gestos detenidamente. Era evidente que estaba celosa y dolida. Pero la decisión había sido de Thomas ¿Por qué lo pagaba conmigo?

-Siempre se le ha dado muy bien el boxeo- sonrió clavando la mirada en su cerveza que acariciaba con uno de sus dedos- desde muy pequeño¿Sabés?

La escuché sin pronunciar palabra.

-Y Jacob pasó parte de su vida junto a nosotros en la misma calle, jugando día y noche- esta vez me miró de reojo- en cuanto nos hicimos adolescentes nuestros caminos se separaron, sobre todo  Jacob que tuvo la bendita suerte de que su padre se casara con una vieja millonaria.

-Aún así no se fue del Newham- dije al fin.

-La gente le teme y le respeta, ¿Por qué debería irse?

-Debería pedirle prestado dinero a mi padre..-susurré- lo justo para pagar la deuda que tiene Thomas con él.

-Eso debería hacerlo yo- esta vez me miró directamente- esto todo es a causa de la muerte de mi madre, yo sé que la querían como a su propia madre, pero es injusto que carguen solo ellos con este peso.

-Pero yo puedo conseguir el dinero y…

-No es cuestión de dinero- me interrumpió -Jacob siempre buscará algo para volver a llevar a Thomas a su lado.

Agaché la cabeza escuchándola con atención, sin saber bien qué decir.

-Me he cansado de decirle a Thomas que se venga a vivir conmigo a Alemania.

Solo entonces levanté la cabeza.

-¿Por eso sigues aquí?-pregunté.

Asintió bebiendo de su cerveza.

-Necesita pagar su deuda e irse a vivir conmigo- sonrió - ya le tengo un buen trabajo preparado y una casa en la que vivir.

-Thomas jamás aceptari…

-¿Qué? ¿Alejarse de ti?- me interrumpió arqueando una ceja- está más que acostumbrado a vivir sin ti y siento ser tan directa pero no creo que lo vuestro llegue a más que acostaros de vez en cuando.

-No me compares contigo-dije.

Ella puso los ojos en blanco y se puso de pie dándole otro trago a su cerveza.

-Han pasado cientos de chicas por aquí, desfilando como si fueran modelos de pasarela, ¿Qué te hace a ti diferente?

-Conmigo tuvo una historia de amor-dije frunciendo el ceño.

-Conmigo también- aplastó la lata de cerveza y me guiñó un ojo- una historia de amor que duró cinco años, no unas semanas.

Tragué saliva y me puse de pie armándome de valor.

-Por lo visto yo soy presente y tú ya te quedaste en el pasado.

Fruncí el ceño cuando la escuché soltar una sonora carcajada.

-Sé te da muy bien el papel de novia celosa-continuó riéndose- pero siento decirte que a Thomas no le van las ataduras.

Dió un paso hacia mí con la mirada llena de rabia.

-En cualquier momento tocará mi puerta para que yo le folle como a él le gusta.

Sentí un calor invadir mi estómago y ascender hasta mi garganta provocando que diera un paso hacia ella y la abofeteteara con fuerza.

-¡Eres una zorra!- espetó agarrándome del pelo y propinandome un empujón que me hizo caer en el sofá.

Rápidamente se tumbó encima de mí, como si llevara esperando aquel momento desde que me conoció, y me devolvió la bofetada con más fuerza haciendo que la sangre saliera a chorros de mi nariz.

Se levantó y me miró victoriosa mientras yo me tapé la nariz como pude y salí corriendo hacia el baño.

Cerré la puerta y me dejé caer en el suelo sollozando. ¿En quién me había convertido? ¿Desde cuándo yo reaccionaba así?

Me cubrí el rostro con las piernas mientras abrazaba mis rodillas.

Echaba de menos mi casa, mi familia y la vida que tenía antes de que decidiera no casarme con Liam. Echaba tanto de menos esa vida que sentía que me ardía el pecho con solo la imagen de aquella lejana felicidad.

¿Por qué tuvo que cambiar todo tanto?


LA FINA LÍNEA QUE NOS SEPARÓDonde viven las historias. Descúbrelo ahora