-No mires-le susurré al oído a Thomas mientras intentaba ponerme de puntillas y cubrir sus ojos con mis manos a la vez- cierra los ojos y olfatea este lugar.
Thomas se quedó quieto y agarrando una de mis manos se la llevó a la nariz.
-No me refería a mi olor-me reí.
-Es lo único que me gusta oler- dijo esbozando una amplia sonrisa.
-No seas cabezota- refunfuñe desviando la vista hacia las vitrinas llena de pasteles y dulces- déjame ser yo la que te guie hoy.
Thomas asintió aún con los ojos cerrados sin darse cuenta de que todas las miradas de la pastelería se posaban en nosotros y lentamente le conduje hacia el mostrador.
-¿Lo hueles?- pregunté apartando mis manos de sus ojos para que pudiera abrirlos- Alucinante, ¿Verdad?
Thomas abrió los ojos asombrado al poder ver todos los pasteles, tartas, bombones e infinidad de dulces que había en aquél lugar.
-Srta Brown buenos días, ya veo que hoy viene bien acompañada- me saludó la Sra Robert, amiga de la familia desde hacía varios años.
-Buenos días-sonreí- quiero lo de siempre, para dos.
Y sin decir nada más tiré de la mano de Thomas hasta llegar a la mesa que yo consideraba más alejada del resto.
-¿Y ahora qué?- sonrió Thomas.
-Ahora tenemos que cerrar los ojos y darnos de comer churros con chocolate- contesté emocionada- el que mejor lo haga será recompensado.
-¿Con que me recompensaras?
-Eso lo elige el vencedor-dije.
La Srta Robert dejó nuestro desayuno encima de la mesa y tras dedicarnos una sonrisa amable, se alejó lentamente.
-Conozco muchas formas en las que puedes recompensarme- dijo levantando las cejas.
Golpeé su brazo riendo y le apunté con el dedo.
-Ahora cierra los ojos y no hagas trampas.
Thomas asintió como si de un niño pequeño se tratase y se quedó quieto esperando su churro.
-Te dejo empezar-sonreí.
Con los ojos abiertos intenté contener la risa viendo cómo buscaba con sus manos los churros y cogía uno está vez en busca del chocolate.
-Tardas mucho - me quejé.
Cuando lo mojó en el chocolate levantó su mano y yo no tardé en acercar mi boca, pero antes dejé que la buscara sin llegar a mancharme con el chocolate.
Mordí el churro e intenté de nuevo contener mi risa.
-Ahora te toca a ti-dijo aún con los ojos cerrados.
¿Cómo podía ser tan ingenuo?
Sin perder tiempo cogí el churro y lo empapé en chocolate todo lo que pude. Luego me dirigí hacia su cara y mientras veía como él abría la boca restregué el churro por toda su cara soltando una carcajada incapaz de contenerla. Solo entonces Thomas abrió los ojos y los clavó en los míos.
-Eres una mentirosa-dijo poniéndose de pie y quitándome el churro de la mano mientras yo aún continuaba riendo.
No le importó que la pastelería estuviera repleta de gente porque mientras yo me reía intentando zafarme de sus manos, él se encargó de embadurnarme todo el rostro de chocolate.
Cuando estuvo satisfecho volvió a sentarse y mordió uno de los churros sintiéndose victorioso.
-Thomas te has pasado-dije pasándome las manos por el pelo pringoso.
-Te lo tienes merecido-sonrió masticando- por cierto, tienes razón, estos churros están buenísimos.
Le fulminé con la mirada y agarré otro churro consciente de que todo el mundo murmuraba a nuestro alrededor.
-Eres lo peor..-susurré.
Thomas me guiñó un ojo y corrió la silla hasta sentarse a mi izquierda.
-Tú eres aún peor- me sujetó la cara con una de sus manos y me pasó la lengua por la mejilla mientras la Sra Robert caminaba hacia nosotros.
-Siento mucho deciros esto pero os pido que abandonéis mi pastelería- la mujer me miró avergonzada- la gente se queja y yo…
Thomas sonrió escuchándola y se puso de pie intentando limpiarse el chocolate de la cara con las manos. Me puse de pie imitandole y solté un grito cuando él me cogió echándome en su hombro mientras yo pataleaba avergonzada.
-Mis más sinceras disculpas- dijo mirando a la mujer que nos echaba del lugar- debe perdonar el comportamiento de dos jóvenes enamorados.
Después cogió otro churro y dejó un billete encima de la mesa mientras caminaba conmigo hacia salida.
-Eres idiota Thomas, no idiota no, estás simplemente mal de la cabeza y…
Me dejó en el suelo sin dejarme terminar la frase y me besó ignorando el chocolate que cubría mi rostro.
-Si, estoy mal de la cabeza y corres el riesgo de contagiarte- sonrió atrayéndome aún más hacia él.
Miré hacia el cristal de la pastelería dónde aún nos miraban todos en su interior y en ese momento me sentí la mujer más afortunada del mundo.
-Te quiero, Thomas.
Le pillé de sorpresa porque de su rostro se borró la sonrisa de golpe.
Besó mi frente y dejó sus labios apoyados en mí, mientras yo escuchaba su respiración.
-Y yo a ti, Ada Brown
ESTÁS LEYENDO
LA FINA LÍNEA QUE NOS SEPARÓ
Romance2° PARTE Ada se muda a Italia donde conoce a un atractivo chico que la hace olvidar todos sus fantasmas del pasado, pero cuando vuelve a Inglaterra para asistir a la boda de su padre, volverá a ver a Thomas Roth y tendrá que decidir entre amor o raz...