Capítulo 2

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- Con cuidado señor - con el peor de los ánimos Choi Youngjae bajó de la camioneta con precaución de no lastimar su hombro que se encontraba vendado por debajo de su camisa de vestir.

Pasó su maravillosa noche de bodas en la cama de un hospital con los mejores doctores intentando sacar la bala de su organismo. Para su buena fortuna solo había rozado con algunos músculos y debía quedarse en observación un par de días. Sin embargo, cada maldito minuto que pasaba encerrado en la habitación del hospital le ponía los pelos de punta. Alguien estaba intentado acabar con su vida y no podía quedarse inmóvil en el mismo lugar.

No era la primera vez que lo amenazaban a muerte, pertenecer al mundo empresarial y tener éxito en éste traía consigo peligrosas consecuencias. Incluso había sufrido intentos de asalto en repetidas ocasiones, sin llegar a concluirse por el asombroso equipo de guardaspaldas que trabajaban junto a él. La historia era diferente esta vez ¿La razón? Más de la mitad de su personal había fallecido en el tiroteo, y los pocos sobrevivientes estaban gravemente heridos.

No tenía miedo, aún no, pero no estaba tranquilo, a pesar de no podía admitirlo frente a nadie.

- ¡Youngjae! - Haseul salió del baño vistiendo únicamente la bata blanca que usaría por primera vez en su noche de bodas. Corrió hacia él, intentando no tocarlo para evitar lastimarlo aunque se estaba muriendo por darle un abrazo - ¿Por qué no me avisaste que saldrías hoy del hospital?

- No, lo mejor es que te quedes aquí. Aún no tenemos los nombres de los maldacidos que planearon el ataque.

- Ha pasado una semana Youngjae, no puedo quedarme encerrada y -

- ¡Te quedarás aquí maldita sea! - gritó, silenciando a su ahora esposa. Era la primera vez que le gritaba de esa manera. Claro que lo había visto enojado, era su jefe después de todo, pero durante su década trabajando junto a él, jamás le alzó la voz ni hizo algo que ameritara un regaño.

- Perdón - susurró, sintiéndose débil.

- No Seullie, perdóname tú a mí - besó sus nudillos - Mírame, ¡miranos! Deberíamos estar celebrando nuestra luna de miel, y no puedo mover la mitad de la espalda - intentó bromear pero su esposa no hizo otra cosa más que preocuparse.

- Las trillizas están en la universidad ahora, pero deberías comunicarte con ellas y hacerles saber que ya estás aquí - cambió el tema - Han estado muy preocupadas, todas lo estamos.

- Mierda, di estrictas instrucciones de que nadie saliera y -

- ¿No crees que si nos quedamos aquí será más sencillo que entren y nos maten a todas? - endureció la voz - Entiendo tu miedo y agradezco tu preocupación pero necesitamos continuar - habló con firmeza y el magnate sonrió en sus adentros, esa era la mujer con quién decidió pasar el resto de su vida. Su mujer.

- ¿Y bien? ¿Cómo van las cosas por aquí? - con una sola mano, se sirvió una copa de whisky - ¿Han convivido ya?

Haseul lo miró incrédula - Comprenderás que no ha sido el mejor momento para disfrutar una divertida cena familiar - colocó sus manos sobre su cadera - Youngjae, intentaron acabar contigo, le tengo un enorme cariño a tus hijas y lo siento, pero mi prioridad en estos momentos no es establecer un vínculo con ellas.

- Ya, está bien - acarició sus hombros de arriba hacia abajo - Todo está bien, estas cosas pasan cuando tienes poder, no debes preocuparte demasiado - besó su frente - Y para mí si es importante. Tienen un carácter difícil, después de todo son igual de tercas que su padre, pero sé que sabrás ganarte su cariño porque eres un ángel amor mío. 

El ataque a la familia ChoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora