Capítulo 59

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- No estoy vestida para la ocasión.

La azabache sonrió - Lo estás. Que dejara esa ropa sobre mi cama anoche no fue una coincidencia.

- Pero -

- Ésto también es para ti - le entregó una pequeña caja - Ábrelo.

Heejin lo hizo con cuidado. Estaban siendo demasiado imprudentes, había cambiado su apariencia, su forma de vestir, su color y corte de cabello, incluso usaba lentes de contacto claros, pero seguía siendo ella y podía apostar que la estaban buscando.

Ahí en medio de la calle, a mitad de la noche, a la interperie, Heejin cambió sus preocupaciones y su mortificación más grande era no destrozar la envoltura del obsequio.

Cuando finalmente el presente vio la luz, los ojos de la inquebrantable Jeon Heejin se llenaron de brillo.

- Noté que siempre usabas guantes cuando trabajabas, tu lema era que sin importar qué, debías portarlos así que - alzó los hombros - Son tuyos, úsalos.

- Gracias señorita Hyunjin, es un regalo precioso.

La azabache apareció la felicidad en el rostro de la mujer frente a ella y su pecho se llenó de un sentimiento extraño.

Era esa sensación que la visitaba sin previo aviso. La sintió la primera vez que la encontré en el gimnasio, cuando me dijo que era hermosa antes del secuestro, cuando la abrazaba imaginado que esa podía ser su última noche, cuando despertó en el hospital y olió su perfume y cuando apareció bajo su cama sin previo aviso, confirmandole que no iba a dejar de protegerla.

Sin duda estaba ligado a la estimación. Heejin se había convertido en una persona importante en su vida ¿Cómo no hacerlo? Si la salvó en todos los sentidos.

La primera noche de regreso en la mansión, no podía dormir y ella cantó aquella melodía, y dos noches atrás, se despertó por una pesadilla y Heejin salió de su escondite. Le pidió que durmiera con ella y entonces Hyunjin la abrazó, sorprendida de que la mayor no la apartara.

Se encargó de recordar cada detalle. La cara de sorpresa de Heejin cuando entró por primera vez, cuando compraron las entradas para el recital, cuando entraron a la sala, al pasar por los asientos hasta llegar al suyo, cuando las luces se apagaron y la función empezó.

Tensó los músculos de su cara intentando no sonreír ante la sonrisa boba que la mujer de su lado gesticulaba. Podía ser algunos años mayor que ella, pero Hyunjin había entendido que para proteger a alguien debía iniciar por cuidar a su niña interna y sanar todas las cicatrices de su pasado que seguían ardiendo. Heejin soñó con presenciar una obra de esa magnitud, pero como todo, pesaba que únicamente estaría en sus sueños. La azabache le estaba regalando un recuerdo que jamás olvidaría, una noche que atesoraria por siempre y un sueño, que finalmente estaba viviendo.

Aquella noche algo las unió, o terminó de hacerlo. Aquella noche no se sentó junto a su ruda guardaespaldas, o a la mujer herida que vivía de migajas bajo su cama, sino a la niña pequeña que miraba el piano en las tiendas departamentales, y a la soldado que tocaba para despedir a sus compañeros. Esa noche, Hyunjin sintió que estaba junto a la verdadera Jeon Heejin.

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- ¿Tú tampoco puedes dormir?

Sooyoung miró a su mujer llegar a su lado. La idea de que Jiwoo trabajara para la familia Choi era inaceptable, pero dentro de ella estaba feliz por tenerla junto a ella.

- Prométeme que irás a terapia cuando esto termine - sonrió - Tal vez no lo notas Soo, pero involucras demasiado en el caso.

- Estaré bien - suspiró.

El ataque a la familia ChoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora