Capítulo 10

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- Te envidio.

Heejin terminó de amarrar la agujeta de su zapato y la miró - ¿Cómo dices?

- Tienes a la bonita.

- No sé de qué hablas - sonrió y se enderezó, dispuesta a continuar con su trabajo.

- A la gemela, de eso hablo - Jungeun golpeó su hombro, acto que no pasó desapercibido por la menor - Es bastante sexy.

Heejin ignoró por completo sus palabras. Llevaba algunas semanas trabajando en la mansión y rápidamente leyó la personalidad de su compañera: fiestera, mujeriega e irresponsable. Sooyoung tenía razón al mencionar que no debía estar ahí, pues no tomaba el trabajo con la seriedad debida y podía costarle la vida.

- A mí me tocó la gruñona - rodó los ojos - La primera vez que la ví, mierda, quedé hipnotizada pero apenas abrió la boca - apretó los ojos. Heejin la observaba sin expresión alguna - Es odiosa, la peor de las tres sin duda.

Heejin quiso responder que no estaba segura, pues su hermana mayor, Hyunjin, era una competidora bastante fuerte. Sin embargo, Heejin no era de las personas que se quejaran de su trabajo, ella solo lo hacía sin protestar, al mismo tiempo, no tenía la suficiente confianza con la castaña y hablar de más podría valer su despido.

- Ella no quiere una sombra que la siga a todos lados y yo no quiero ser su niñera. Me está costando demasiado ser dura. La otra noche se largó de fiesta sin avisar, mierda, sudé horrible cuando me di cuenta, tuve que investigar y llegar al lugar lo más pronto posible. Por supuesto que enfureció cuando notó mi presencia - sonrió - Pero ¿Sabes? Dios premia a las personas que hacen cosas buenas.

- ¿Qué quieres decir? - alzó una ceja, deseando finalizar la conversación.

- Gracias a su enfado, regresamos a casa y entonces ví a la mayor nadando - mordió su labio, apretando el puño - Tiene el mejor trasero que he visto.

- ¿De verdad?

- Mierda sí, que mujer - Heejin sonrió, ocasionado que su compañera agrandara su sonrisa. Pero aquel gesto duró poco, pues en unos segundos sus pies volaban sobre el suelo - Hey ¿qué mierda?, bájame.

Con una sola mano, Heejin la tomó de la camiseta - Mi trabajo es proteger a la señorita Choi, intenta algo y te quemaré los ojos.  

- Mierda solo bromeaba - toseó una vez que regresó a su lugar - Eres una salvaje. Además, ¿Qué es esa mierda de quemar los ojos? - arregló su uniforme.

- Te daré un consejo, eso es lo único que recibirás de mí - dió un paso - Encuentra cuál es tu lugar en esta casa, al parecer estás demasiado perdida.

- Oh, lo siento - una chica de pequeña estatura ingresó al cuarto de seguridad, notando la tensión en ambas mujeres - Estoy buscando el invernadero.

- Buen día señorita Im - Heejin hizo una reverencia mientras que Jungeun seguía mirándola con los ojos entrecerrados. Se cobraría esa acción - El invernadero está a las afueras, en el jardín.

- Claro, yo... sigo perdida, es demasiado grande - dicho esto salió del lugar, dejándolas a solas nuevamente.

Yeojin vagó por la mansión completamente aburrida, no tenía clases y su madre había salido a trabajar. Algunos empleados la ignoraban y no deseaba toparse a las trillizas ni tampoco a su nuevo padre.

Visitó las flores y los colores más bonitos de la casa, adoraba el drama que desprendían y le era imposible no sonreír al notar su belleza. Cuando terminó de observar toda planta del lugar, decidió sentarse en la cocina a esperar a que su madre apareciera. La cocinera era de los pocos empleados que no hacían distinción y la trataban como a una miembro más de la familia, aunque no lo fuera, o mejor dicho, aunque Yeojin no deseaba serlo.

El ataque a la familia ChoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora