Capítulo 69

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Sus manos estaban llenas de tierra. Alejó el sudor de su frente, manchando de suciedad su rostro y siguió cavando.

La pala hizo un ruido metálico bajo la tierra y sonrió de satisfacción al llegar a su objetivo.

En medio de la oscuridad, giró su rostro hacia a Hyunjin quien estaba asustada y con lágrimas en los ojos.

Aventó la pala al bulto de tierra y se limpió las manos contra sus pantalones de cuero antes de acercarse a ella.

- Hágalo - la azabache apretó los labios - Ahora.

Una pesada lágrima resbaló por el rostro de la azabache y al descubrir que no tenía otra opción, abrió las palmas de sus manos.

Una docena de papeles aterrizaron perfectamente en la sobre la tumba gracias a la escasez de viento.

Heejin suspiró y se dejó caer en la tierra. Limpió la suciedad que previamente había manchado su rostro tomándose unos segundos para descansar y después se puso de pie de nuevo.

- Bien, voy cubrirla otra vez.

- Espera - tomó su antebrazo - Me gustaría... despedirme - la guardaespaldas asintió y dió un paso atrás. Hyunjin observó con tristeza la tumba del pequeño de siete años, conteniendo las palabras dentro de su mente, totalmente avergonzada de mostrarlas al exterior.

Adiós Woozi, te has ido y debo continuar. Por favor, perdóname por matarte.

Pasado unos minutos, se giró, dando la espalda a la tumba que ahora estaba cubierta por cada nota recibida.

"Encuentrame donde todo empezó" resaltaba en la superficie de la tierra.

- Gracias.

Heejin no respondió, continuó lanzando tierra a la tumba hasta cubrirla nuevamente.

Quizá no era la forma más adecuada de soltar su pasado, perdonarse y dejar atrás la culpa, pero en ese punto de la historia, nadie de su alrededor tenía cordura.

- ¿Cómo sabías en qué carro estaba oculta?

- Era obvio.

La azabache miró el cofre del coche y posteriormente regresó a la mirada al sepulcro cubierto casi por totalidad.

Una vez finalizado, Heejin contempló a su jefa, con el semblante triste. No es fácil matar a alguien y perdonarte por eso, mucho menos cuando se trata de un inocente.

Se dirigió al auto, abriendo el copiloto y lanzando la pala dentro de él. Cerró con fuerza la puerta y tomó a la menor de ambos brazos para unirse en un abrazo.

Tan pronto sintió su cuerpo chocar contra el suyo, la azabache lloró como el primer día después del accidente. Woozi habría terminado la escuela, debía sería un adolescente discutiendo con sus padres por ir a una fiesta y no un montón de huesos en aquella precaria tumba. Si bien había algunas flores, las condiciones del cementerio eran vergonzosas, la lápida tenía una visible grieta que la hacía parecer descuidada, la fosa no era mas que un montón de tierra y a la izquierda de la sepultura solo se encontraba una llave de agua cubierta por la gigantesca hierva. A su derecha había una tumba antigua, con la escandalosa figura de un angel que carecía de una ala y tenía restos de heces de aves. Woozi podría tener flores de cientos de colores adornar su espacio, pero ninguna de ellas iluminaría su vida, pues su vida ya había terminado.

Hyunjin sabía que debía perdonarse para continuar con su vida pero no era posible, jamás se perdonaría.

- Está bien señorita, cumplió su palabra - acarició su espalda - Tuvimos cinco minutos de libertad - Hyunjin apretó su abrazo al escucharla, semanas atrás estaban en un cuarto oscuro intentando sobrevivir e imaginado que harían su tuvieran tan solo cinco minutos más, Heejin había conocido el teatro y ella, bueno, se reencontró con él, pero incluso en su estado más lúcido, imaginarlo era mas sencillo que afrontarlo.

El ataque a la familia ChoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora