《Kateye》
una palabra para referirse a una flor, las flores de Hibisco pandoriana. Significando Abundancia, alegría y bienestar. como su hijo, Kateye.
Neteyam y Ao'nung ahora tenían un nuevo reto al cual enfrentarse todos los días, llamado "vida de p...
Nota de Autor: Este apartado de nota es para hacerles saber, que estaré abriendo comisiones artísticas ^^.
Lo dejo como aviso para que a cualquiera que le interese, pueda preguntar al respecto. Y darles a conocer ese hecho. Ya sea les interese o no.
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Ao'nung caminaba sin rumbo por una enorme zona desolada, tratando de no pisar escombros o cadáveres que se encontraban a sus pies.
Podía notar con cada paso, que estaba cansado de avanzar, pero aún así no se detenía, sintiendo desesperación y un enorme vacío.
No recordaba como llego hasta allí, ni porque estaba ahí... pero aún así seguía sin detenerse hasta visualizar algo... cualquier cosa que le hiciera sentir mal tranquilo.
Según se dejaba guiar de sus propios pasos, fue descubriendo cuerpos de los compañeros más importantes que tuvo durante la guerra, que se suponía debían de estar vivos en su mayoría...
¿Porque ahora estaban muertos?
No se detuvo ante ninguno de sus cadáveres, acostumbrado ya a ver eso y tragandose el dolor.
Se abrazo a sí mismo impresionado y empezando a entrar en pánico, mientras que en su avanzada, empezaban a aparecer sus familiares fallecidos.
Vio a su papá, a su mamá... Umiko...
Tsireya... también estaba allí.
— Reya — le llamó asustado, sin querer tocar el cadáver ya que eso, le aterraba — Reya... levántate — le pidió, sintiendo que parecía un loco o peor aún, lo era.
El sentimiento de que su familia entera estuviese muerta no lo podía asimilar. En lo absoluto.
Trato de seguir avanzando sin querer ver más aquello, en blanco y temblando. Seguro que... seguro que se estaba imaginando los cuerpos, ya sea por culpa del hambre, la desorientación o la sed...
...¿Verdad?...
Detuvo su andar por completo en cuanto divisó entre unos escombros un cuerpo que le resultaba muy familiar, provocándole perder la poca cordura que le quedaba.
— ...no... — balbuceo rompiéndose, sin poderlo creer a primera vista.
Se acercó con pasos dudosos y débiles, empezando a derramar lágrimas al identificar el cadáver frente a él.
