《Kateye》
una palabra para referirse a una flor, las flores de Hibisco pandoriana. Significando Abundancia, alegría y bienestar. como su hijo, Kateye.
Neteyam y Ao'nung ahora tenían un nuevo reto al cual enfrentarse todos los días, llamado "vida de p...
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Unos dos días tuvieron que pasar hasta que identificaron al avatar extraño como Spider, seguido de unos tres más antes de que su dicho "los humanos me engañaron" tuviera lógica y credibilidad.
Se llegó a disculpar con Ao'nung por la puñalada, asegurando que lo había hecho bajo los efectos de creer en el otro bando y demás.
Lo'ak y Tuk confiaban en él, ya sea porque lo habían extrañado o cualquier cosa por el estilo (aunque, no debía mentir...El también lo había extrañado).
Todos empezaban a creerle y aceptarlo, viendo que no pasaba nada malo al rededor suyo y notando que su "arrepentimiento" era "real".
Neteyam en ningún momento le creyó. Kiri tampoco.
No dejaba que Spider se acercará a él o su hijo. No permitía que le hablará y lo ignoraba, desconfiado. Además de que lo vigilaba.
Este hacía trabajos y aprendía de los Metkayina, ganando confianza en el pueblo y recuperando puntos que se pensaban perdidos con su familia.
Le molestaba muchísimo lo fácil que se las arreglaba para entrar en confianza con todos... y también le disgustaba el hecho de no poder ceder ni un poco.
Le hacía sentir mal no brindarle oportunidad a Spider, pero... Él lo había visto con sus propios ojos apuñalar a Ao'nung, su cara al hacerlo... sus palabras...
¿Se suponía que debía de perdonar a este na'vi (que era su supuesto hermano de otra sangre), el cual intentó matar a su pareja?
¿Como podría?
Mientras más lo veía, más le enojaba, más culpa sentía por sentirse molesto en primer lugar...y más confundido estaba.
Eso le llevaba a perder mucho tiempo practicando espada o arquería, teniendo como espectador a su hijo (llevándolo con el a donde fuera que fuese) siempre. Todavía había un clan con el que tenían que tratar en la isla prontamente, y tenía que llegar y aparecer Spider, así, de la nada.
Golpeó un árbol con su espada de madera con mucha fuerza, rompiéndola por el agobio y la frustración tan grande que sentía de tanto pensar en el asunto, harto de sentirse confundido y estresado.
Kateye aplaudía y soltaba ruidos de alegría desde su sitio, donde le dejo recostado y seguro entre mantas. Suspiro y sonrió al notar que al menos alguien, no sentía ninguna clase de presión y se denotaba alegre.
— ¿te causa gracia que papi rompa cosas? — preguntó con dulzura acercándose a este y lanzando lo que quedaba de su espada a cualquier sitio, más relajado. Kateye lo tranquilizaba — ¿no tiene hambre mi niño? — consulto con cariño, tomándolo en brazos y sentándose en el suelo antes de revisar cierta bolsa que llevaba mucho con él a todos lados, por el bebé. Allí llevaba lo necesario para alimentarlo o limpiarlo siempre.
