Tercer libro dedicado a estos tres maravillosos hombres.
🌑Oneshots de nuestros tres loquitos favoritos, Steven, Marc y por supuesto Jake. Con algunas apariciones especiales de nada más, y nada menos que Oscar Isaac Hernandéz Estrada. Y ahora tambié...
Imagina que Steven trabaja como guía turístico en el museo y tu en administración, y cuando terminan sus turnos se van a sentar a una fuente a cenar mientras le cuentas el chisme de tu área de trabajo.
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–E-espera... ¿entonces dices que Lupita está casada y tiene cinco hijos con su esposo y aún así estuvo con Chris de contabilidad?–Te preguntó completamente impactado y curioso.
–¡Siii! ¡Y yo la vi! Te juro por lo que más quieras que la vi.–Le dijiste dándole una pequeña palmada a su rodilla.–Yo los vi cuando se fueron los dos juntos a almorzar, y luego cuando volvieron él tenía una marca en su cuello y ella venía completamente desordenada, sl igual que él.
–Oh dios... ¡esto es demasiado! ¿Y estás segura que no está divorciada o las cosas con su esposo no están mal y se separaron?–Te preguntó llevando su burrito a su boca para darle un mordisco.
–¡Esa es la otra cosa! Después cuando te estaba esperando en la entrada del museo, vi que el esposo la venía a recoger con dos de sus hijos y le daba un beso, ¡e incluso se ofreció para llevar a Chris!–Dijiste aún más emocionada.
–¡¿QUÉ?! ¡¿Cómo puede ser tan descarada esa mujer?!–Exclamó Steven casi ahogándose con su bocadillo.
–Mhm... y él también tenía algo con Donna.
–¿Con Donna? ¿Acaso esa mujer tiene sentimientos?
–Yo me pregunté lo mismo cuando supe, me sorprende que alguien se haya arriesgado a soportarla.–Reíste bebiendo de tu té.
Steven solo rió mientras te observaba con una gran sonrisa y un brillo en sus ojos, dejando sus manos cerca de su corazón.
–¿Por qué me ves así?–Le preguntaste con una sonrisa.
–Oh no es nada... yo solo... e-es que me encanta poder tener estos momentos contigo. Hablar contigo alegra mi día.–Te dijo sin dejar de sonreír.
–A mi también me gusta hablar contigo.–Reíste ligeramente avergonzada mientras te sonrojabas y pasabas un mechón de tu cabello tras tu oreja, bajando la vista hacia tu regazo.
Steven solo sonrió viendo lo tímida que de pronto te volvías, con sus manos aún cerca de su corazón que latía con fuerza en su pecho y su estómago lleno de cosquillas.