No te vuelvas a ir (STEVEN)

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Prólogo: Steven después de que te vas por el ejército no se siente bien sin ti a su lado.

Advertencia: La rayis aquí es parte del ejército.

Desde que habías tenido que irte por trabajo siendo parte del ejército hacía cosa más o menos de un año y medio, Steven se sentía deprimido.

Sus días ya no eran alegres y se sentía solo, a pesar de que estaban los otros dos. No le gustaba mucho estar control, y cuando lo hacía era solo para ir a trabajar, sin embargo se le hacía algo eterno.

Te extrañaba tanto que incluso llegaba a doler físicamente, la última vez que había hablado contigo fue hace tres meses, y ni si quiera sabía si seguías viva o no. Y eso lo estaba matando.

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–¡Stevie! ¿Ya terminaste de ordenar lo que te entregué?–Le preguntó Donna acercándose al mostrador con otra caja, comenzando a sacar algunos libros para colorear.

–Sí, Donna. Ya está todo listo.–Respondió mientras guardaba el libro de inventario bajo el mostrador, hablando sin ánimo alguno.

–Perfecto, entonces puedes continuar con ésta caja.–Le dijo ella antes de dejar las cosas a medio terminar y luego se fue.

Steven inhaló profundamente y soltó un suspiro cerrando el pequeño gabinete, y luego se acercó a la caja para sacar los libros y acomodarlos.

Steven estaba tan concentrado ordenando, o más bien dicho en piloto automático, que no se dio cuenta cuando alguien se acercó al mostrador del otro lado.

–¡Hola! ¿Dónde puedo pedir por un tour exclusivo por el museo?

–No creo que hayan tours exclusivos, pero puedes ir a recepción y unirte a uno.–Respondió sin siquiera levantar la vista.

–Es una lástima, esperaba que el chico guapo de la tienda de regalos pudiera llevarme.–Dijiste con una sonrisa.

Steven frunció el ceño y se quedó helado por un segundo antes de levantar la vista y verte viéndole con una gran sonrisa, tu uniforme puesto y un bolso colgando de tu hombro.

–T/N...–Susurró viéndote con los ojos bien abiertos y boquiabierto.

–Hola mi amor.–Le saludaste sin dejar de sonreír.

–¡¡¡T/N!!! ¡ESTÁS AQUÍ!–Exclamó corriendo alrededor del mostrador, casi cayéndose al llegar frente a ti pero le sujetaste dejando caer tu bolso en el suelo.

Steven se abrazó a ti con fuerza apretándote y tratando de quedar inposiblemente más cerca de ti, mientras lloraba de felicidad en tus brazos.

La gente alrededor del museo les quedó viendo algunos con grandes sonrisas en sus rostros y aplaudiendo, mientras otros tenían expresiones de disgusto, como Donna.

Ella se iba a acercar, pero su jefe llegó a su lado y puso una mano en su hombro para detenerla.

–Déjalo, ya luego puedes tú terminar su trabajo.–Le dijo con una sonrisa antes de irse, provocando que ella rodara los ojos.

–No puedo creer que al fin estés aquí, querida... te extrañé demasiado, Gus II también te extrañó, y Marc, y Jake, y El Matador, y El Pez Dorado, y todos te extrañamos mucho, pareció eterno éste tiempo sin ti, ¡pero al fin estás aquí!–Habló con rapidez y sin detenerse, aún abrazado a ti.

–Yo también los extrañé muchísimo.–Le susurraste alejándote un poco para verle a la cara y ambos llorando silenciosamente.

Steven no aguantó ni un segundo más y estrelló sus labios con los tuyos mientras sus manos estaban en tus mejillas y las tuyas una junto a su cuello y la otra en su cintura.

–Por favor no te vuelvas a ir tanto tiempo...–Te susurró al oído volviendo a abrazarte.

–No te preocupes, de ahora en adelante trabajaré en una base cerca de aquí entrenando novatos, así que no voy a volver a irme nunca más.–Le aseguraste sin dejar de sonreír.

Steven soltó un suspiro aliviado mientras dejaba besos en tu mejilla con aún lágrimas en sus ojos, sin querer soltarte o dejarte ir.

Moon Knight IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora