Tercer libro dedicado a estos tres maravillosos hombres.
🌑Oneshots de nuestros tres loquitos favoritos, Steven, Marc y por supuesto Jake. Con algunas apariciones especiales de nada más, y nada menos que Oscar Isaac Hernandéz Estrada. Y ahora tambié...
Imagina ser la primera persona que realmente escucha a Steven y está interesada en todo lo que tiene para decir y las historias que cuenta.
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Steven y tu habían ido a la bodega de la tienda de regalos para traer algunas cajas y seguir ordenando lo que Donna les había mandado a hacer.
Sin embargo Steven vio un cuadro de la Enéada y otros más que pondrían alrededor del museo, y una cosa llevó a la otra y ahora estabas sentada en una mesa comiendo una barra de cereal que tenías en el bolsillo y escuchando atentamente a Steven.
–Ay no... dios T/N, querida lo lamento mucho. Perdóname no me di cuenta, ya llevamos aquí casi media hora.–Dijo apenado viendo el reloj en una pared, dejando el cuadro a un lado.–Perdóname no quería mantenerte aquí aburrida.
–¿Qué? ¿De qué hablas? ¿No vas a terminar la historia?–Le preguntaste frunciendo el ceño confundida viendo a Steven moverse alrededor de la sala buscando las cajas que Donna les dijo.
–E-es que no quiero aburrirte, ya me distraje mucho hablando, siempre suele pasarme. Donna dice que es molesto y que lo mejor es que mantenga la boca cerrada.–Rió ligeramente tomando una caja.
Guardaste el poco de tu barrita de cereal que te quedaba en el bolsillo y te bajaste de la mesa para dejar su caja a un lado y tomar sus manos en ambas de las tuyas.
–Steven a mi me encanta escucharte, sobre todo si estás hablando de lo que más te gusta. Yo no soy Donna, y si a ella no le gusta escuchar pues que no lo haga, pero a mi me fascina oírte hablar porque cuando te emocionas, tus ojos brillan y sonríes mucho, y eso me encanta.–Le dijiste con una gran sonrisa.
–¿A-ah si?–Preguntó riendo nervioso y bajando la vista con las mejillas sonrojadas.
–Así es, me encanta escucharte. ¿Así que por qué no me sigues contando mientras ordenamos la tienda?–Le preguntaste con una sonrisa.
–O-okey, si, me parece una buena idea.–Respondió viendo como te alejabas para tomar una caja, llevando ambas manos a su corazón.
Te acercaste y dejaste un beso en su mejillas amtes de salir, mientras Steven llevaba su mano a donde besaste y luego tomó la caja rápidamente para seguirte corriendo ligeramente.