Capítulo 5

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Genevieve 
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—¿Entonces dejarás el restaurante?

Niego ante las palabras de mamá.

—Solo pediré esta semana libre para poder cuidar de esos niños.

—¿Estás segura? ¿Ese no es el mismo hombre que dice que quisiste secuestrar a sus hijos, Genevieve?

Me rio, majando las papas para el puré de papá.

—Sí, pero creo que está desesperado y que eso de secuestrar a sus hijos está en el pasado. —Mamá sacude con la cabeza —. Mamá —digo con seriedad —. Me ofreció el doble de lo que gano en el restaurante en una semana, ¡con propinas!

—Entonces sí parece una buena opción. —Asiento —. Pero tendrías que pasar todo el día allá, ¿no?

—No... porque los niños van toda la mañana al kínder —explico —. Sí tendría que dormir ahí, pero luego de dejar a los niños puedo venir aquí. —Sonrío.

—No te encariñes con esos niños, Genevieve —murmura en un tono regañón —. Y guarda tus sentimientos.

Ruedo los ojos, imitándola y ganándome un pellizco en las costillas.

—Genevieve —dice seria, viéndome a los ojos —. Te conozco.

—Si me conoces, entonces ya sabes, mami, que el cariño hacia los niños ya lo tengo... ¡son un amor! La niña es súper tierna y el niño tiene autismo, pero es leve porque habla, pero muy poco y por momentos, muy cortos, hay contacto visual. Son un amor, mamá, y creo que les agrado, incluso a Jared, el bebé —aclaro cuando frunce el ceño —, he notado que él es un poco... escéptico a tratar con otros, lo vi el día que los dejaron en el restaurante, cuando Lau o Charles se acercaban a ellos, parecía que él iba a llorar, pero conmigo no.

Mamá me observa, viéndome por debajo de sus lentes, con los ojos entrecerrados y los labios presionados en una línea fina.

—No pongas el corazón en todo, Genevieve. Solo vas a cuidar a esos niños una semana...

—Quién sabe —la interrumpo —. Están sin niñera. Por eso el amargado de su padre me dio el trabajo.

—El amargado de su padre... —repite, agregando unas verduras al sartén.

—¡Lo es! No entiendo como unos niños tan lindos fueron creados por un hijo de... —levanta las cejas, regañándome en silencio —. Ay, mamá, es lo que es. Es demasiado odioso y tiene cara de culo. —Ruedo los ojos, dándole un sorbo a mi batido —¿¡Sabes qué me dijo ayer!?

—¿Qué?

—Cito —me aclaro la garganta —, «Dame una buena razón de porqué debería contratar a la mujer que intentó secuestrar a mis hijos». —Mamá se ríe cuando hago que mi voz suena más grave, como si fuese la de... ¿cómo se llama ese hombre?

—A todas estas... ¿quién es él?

Doy un sorbo a mi batido y finjo no haberla escuchado. Eso hasta que ella me pringa con unas gotitas de agua.

—No sé —reconozco, ganándome una mirada desconcertada —. La reunión fue en ese complejo de oficinas de los hoteles de... —jadeo con sorpresa —. No me jodas —murmuro al darme cuenta.

—¿Qué?

—Espera.

En la laptop, busco rápidamente la cadena de hoteles que estoy pensando. Casi me voy de culo cuando la primera foto que me sale, es él.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora