Inefable

Capítulo 16

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Jagger
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Una foto de Dwane y Genevieve era todo lo que me faltaba.

Sin poder evitarlo, hago zoom en la foto. No quiero ver a Dwane, lo veo todo el tiempo y a cada rato jodiendo en la oficina. Veo a Genevieve, le hago zoom a su rostro, a esa sonrisa que achica que ojos, que de hecho, se ven bastante claros.

—Papi —susurra Hope, metiéndose entre mis brazos. Ni siquiera me di cuenta en que momento entró —. Quero dormir con tú. Jared también.

Sonrío.

—Pero dejaste a Jared solo.

—Ve por él —frunzo el ceño. La luz del celular me deja verla a ella, con un rostro somnoliento, pero sonriéndome.

—Iré por él. Quédate aquí.

Asiente.

La dejo en la cama, abrazando su cobija, y voy a buscar a Jared, rogando internamente para que no se despierte apenas lo levante de su cama. Igual que su hermana, duerme abrazado a su cobija. Tienen varias, pero esas dos con las que siempre duermen son unas que mamá les dio recién nacidos y ahora no hay quien se las quite.

—Papi está con Jared —frunzo el ceño ante las palabras de Hope —. Ya viene.

—¿Y qué haces tú despierta a esta hora?

Me detengo en la puerta.

Hope tiene el celular sujeto con ambas manos, enfocándose el rostro adormilado y hablando con Genevieve.

—No she —susurra. Genevieve se ríe.

Me acerco a la cama y dejo a Jared acostado a un lado de Hope, quien inmediatamente me sonríe con inocencia.

—Adiós, Vee. Noches. —Se despide en un tono dulzón, extendiéndome el celular —. Papi hablará con tú.

Me rio ante su elección de palabras, que hace a Genevieve soltar una risita también. Agarro el celular, viendo a la mujer al otro lado de la pantalla. Tiene el cabello recogido y el rostro se le ve brillante. Su cuello y clavícula están descubiertos, todo por la camisa, creo, de tirantes que lleva puesta.

—¿Qué me ves?

Sacudo la cabeza.

—¿Qué?

Sonríe divertida.

—¿Qué hacía Hope despierta?

Me encojo de hombros, sentándome en la orilla de la cama.

—Vino diciendo que quería dormir conmigo y me ordenó que fuera por Jared.

Suelta a reír, pasándose las manos por el rostro.

—Bueno... voy a colgar.

—¿Cómo te fue?

Sus cejas de juntan con confusión.

—¿En qué?

Me aclaro la garganta, pasándome la mano por la barba. Hago una nota mental de rasurarme mañana.

—En la cita. ¿Cómo te fue?

No me pierdo como sus labios se fruncen y su mirada baja a lo que sea que tenga en frente, pero sonríe con rapidez, viendo al celular de nuevo.

—Bien —responde —. Dwane es genial, ¿cómo es que terminó siendo amigo tuyo?

Me lamo los labios.