Capítulo 25 -Parte 1

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Genevieve
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Jagger y yo entramos a una de las habitaciones chocando con la puerta.

Él se encarga de cerrarla antes de presionar mi espalda contra la misma.  Sus manos no dejan de tocarme. Se mueven por todo mi cuerpo, tocando todo lo que puede por encima del vestido e incluso así, su tacto se siente como si quemara sobre mi piel, todo mientras busca como quitarme el vestido. Sus labios se mueven con desesperación sobre los míos, desviándose a mi mandíbula, mordisqueando suavemente, robándome un gemido cuando besa mi cuello.

Me encargo de quitarle el saco, y en medio de besos, suelto los botones de su camisa, solo que los últimos caen al suelo cuando jalo de la camisa para poder quitársela.

Se ríe sobre mis labios, y tomándome por sorpresa, levanta una de mis piernas a la altura de su cadera, sosteniéndola ahí y buscando como introducir su mano por debajo del vestido.

—Genevieve —jadea. Su cálido aliento da en la piel sensible de mi cuello, causándome escalofríos.

—¿Mhm?

—¿Estás segura? —me sujeta de la mandíbula, obligándome a verlo a los ojos.

Nuestros pechos suben y bajan acelerados. Sus pupilas están dilatadas y sus labios hinchados. Su mano, la que está en mi muslo, hace pequeñas caricias sobre mi piel, lo mismo sucede con la que está en mi mandíbula.

—Ya te dije que sí.

—Siempre puedes cambiar de opinión.

Pongo mis manos sobre sus mejillas, acercando nuevamente su rostro al mío y dándole un beso en los labios. Es suave. Lento. Y corto. Solo para hacerle saber que no voy a cambiar de opinión.

—Quiero hacerlo.

Su mano baja lentamente a mi cuello, no aprieta, solo la mantiene ahí, rodeándolo y eso me excita más.

—¿Por qué haces esto, Genevieve?

—¿Por qué hago qué? —mantengo la vista fija en sus ojos, concentrándome en eso y no en cómo se presiona su entrepierna contra mí o como el vestido se recoge en mis muslos, dejando casi al descubierto mis bragas.

—¿Por qué me molestas diciendo que saldrás con Dwane? ¿Por qué no dejas de...?

—Si sigues hablando voy a pensar que te gusto, Jagger —susurro, molestándolo —. Voy a pensar que estás celoso y que quieres ser tú quien salga conmigo.

—No estoy celoso.

Pero su rostro serio y su tono de voz cortante y a la defensiva me dicen lo contrario.

—Entonces te gusto —lo molesto, jugando con los vellitos de su nuca, empujando su cabeza cerca para rozar mis labios con los suyos.

—Tampoco —murmura.

No me deja contestar porque vuelve a besarme, de la misma forma desesperada que antes, con sus manos recorriendo mi cuerpo como si lo conociera de memoria. Me apoya en la pared, pone sus manos en mis muslos y me hace envolverlos alrededor de sus caderas. Cruzo los pies en su espalda para poder sostenerme mientras termino de quitarle la camisa y él empuja mi vestido hasta dejarlo recogido en mi cintura. Sus manos son cálidas, ásperas y se sienten rasposas sobre mi piel. Su barba de días me causa cierto picor en el cuello cuando me besa ahí.

Una de sus manos se escabulle entre nosotros y la acomoda de manera en la que sus dedos rozan mi humedad. Los mueve de adelante hacia atrás, casi haciéndome creer que no hay nada de por medio por lo bien que se sienten. Sin embargo, no me dejo envolver completamente por el placer porque la posición en la que estamos me hace pensar que es incómodo para él tenerme de esta forma.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora