Inefable

Capítulo 31

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Jagger  
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—Ve, Jagger. —Jess me empuja.

—Pero Jared...

—Paul fue detrás de él. Anda, habla con ella, aprovecha que está aquí.

—Los bebés...

—¡Paul y yo los cuidamos! —Me grita —. Ve allá, pídele hablar y pídele disculpas. —Vuelve a empujarme —. Sabes que esta es tu oportunidad. Muévete.

—¡Tía Jess, vamos!

—Haz que vaya, Dwane —murmura antes de correr detrás de Hope que va detrás de Paul persiguiendo a Jared.

—Él ya sabe que si no va él, iré yo. —Le doy un empujón que lo hace reír —. Haz pasado todos estos días pensando en si llamarla, no la llamaste, no le escribiste, pero ahí está. Habla con ella. No seas idiota.

—Y según tú Genevieve va a escucharme.

—Si no vas, no lo sabrás —señala con la cabeza hacia ella —. Muévete.

Me paso la mano por la cara antes de caminar hacia ella, sonrío al acercarme y escuchar a Genevieve hablando, mal, muy mal, de mí.

Su amiga me ve e intenta detenerla, pero Genevieve habla y habla y habla quejándose e insultándome, que sin querer, me hace saber algo que honestamente, no me esperaba. Me doy cuenta de varias cosas, de hecho. Y una de esas es la razón por la que me acerqué: dejarla hablar con Hope.

—¿Terminaste? —pregunto cuando al menos como por tercera vez me insulta, da un respingo antes de que todo su cuerpo se tense y espero pacientemente a que voltee a verme.

Su cara, al girarse y levantarse para enfrentarme me saca una sonrisa. He visto a Genevieve enojada, frustrada, llorando y estresada, pero nunca sorprendida como en este momento.

—Ah, ahora sí hablas —masculla —. Solo para que sepas, no, no he terminado. Puedo decírtelo a la cara si quieres.

Me lamo los labios, ocultando la sonrisa y me tomo unos cinco segundos para verla: el cabello suelto, lentes oscuros, un vestido de baño de dos piezas color verde que contrarresta con su color de piel. Está preciosa, pero eso es cosa de todo el tiempo. No es necesario decir que en esos cinco segundos admiro y detallo su cuerpo una vez más, y solo dejo de hacerlo cuando ella carraspea.

—¿Podemos hablar un momento?

—Déjame pensarlo... —murmura —. No —su amiga se ríe y yo hago una mueca.

Merezco eso y merezco todo lo que dijo anteriormente.

—Por favor.

Enarca las cejas y se cruza de brazos.

—¿Ahora sí quieres hablar, Jagger? Porque yo quise hablar ese día y no me dejaste.

—Genevieve —insisto —. Por favor.

—Un mes, Jagger. Un mes sin hablarme después de haberte metido entre mis jodidas bragas y luego me echas de tu casa porque confundo a tus hijos. —Hace comillas y agrava su voz —. Y, ¿ahora quieres que hablemos?

—Mereces una explicación, Genevieve. —Soy sincero, porque sí la merece —. Los...

—No —me interrumpe —. No metas a los bebés aquí porque después me culpas a mí.

Tenso la mandíbula y suspiro con pesadez.

—Hablemos —pido, empujando los lentes por encima de mi cabeza, para que vea que estoy siendo sincero con ella —. Por favor. Necesitamos hablar.