Capítulo 54

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Genevieve
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Jagger ha estado frustrado todo el día. O quizás debería decir enojado, pero no conmigo. Sino con todo lo que le está sucediendo ahora mismo.

Desde que llegaron los papeles y Keren lo visitó temprano, para ser exactos.

Ahora está celoso.

Y Jagger, frustrado y celoso promete una sola cosa: buen sexo.

Apenas la puerta de la oficina fue cerrada sus labios estuvieron sobre los míos en un beso brusco y necesitado. Sus manos acariciaron con desespero mi cuerpo, apretándome el culo y las tetas. Ni siquiera me dejaba reaccionar. Con ese mismo esmero desabrochó su pantalón y me hizo agacharme frente suyo. Entendí lo que quería. Y yo no soy lenta ni perezosa, entonces se lo di. En ese instante chupé y lamí su pene mientras mis manos apretaban con suavidad sus testículos e incluso lo llevé un poco más allá y pasé mi lengua por ellos también. Sin embargo, se negó a correrse, diciendo que no quería que ensuciarme.

Y ahora me tiene con la espalda presionada contra el ventanal enorme de su oficina que deja ver las luces de Vero Beach a lo lejos. Mis piernas están sobre sus hombros, me enagua está recogida en mi cintura y él me quita las bragas. Me rompe las bragas antes de meter su cabeza en medio de mis piernas y pasar su lengua por donde más lo necesito. Lame, chupa e incluso mordisquea con suavidad ese nudo de nervios que conoce y manipula tan bien.

Es un poco brusco, más de lo normal, más que ahora en la mañana y se siente como si me estuviera usando para saciar su estrés. No me quejo. Me gusta. Mis dedos se hunden en su cabello y por un momento temo arrancar unos cuantos pelos por el agarre fuerte que ejerzo. Pero es que es demasiado. Gimo, lloriqueo y le pido más. Aprieto mis piernas alrededor de su rostro, empujo más su cabeza y vuelvo a gemir fuerte cuando su lengua se hunde en mi humedad.

Creo que gimo su nombre. Estoy cerca de correrme y... no me lo permite.

Me deja sobre mis pies y me sonríe. Agitado, con la boca y la barba creciente empapada de mí. Me guiña un ojo antes de girarme y dejarme viendo hacia la ventana con las manos presionadas en el cristal y mi espalda frente a él.

Me sostiene de las caderas, levanta mi culo y se alinea en mi entrada húmeda para después empujar dentro con fuerza.

Gimo.

Siento que se inclina hacia adelante, enrolla su mano en mi cabello y jala de mi cabeza hacia atrás. Besando mi cuello de la misma forma ruda en la que toma mi cuerpo.

Ya no sé si esto es porque está frustrado, enojado consigo mismo o celoso. Pero me gusta.

Una de sus manos rodea mi cuerpo, moja sus dedos con mis jugos y los pasa sobre mi clítoris, frotándolo mientras me penetra desde atrás con fuerza y desespero.

Presiono mis manos contra la ventana. Quiero correrme, pero él, teniendo el total control de mi cuerpo en este momento, no me deja. Cada vez que mis paredes se contraen a su alrededor, cada vez que mi cuerpo empieza a tensarse, él para.

Es rico. Es como si estuviera sacando todo aquello que lo molesta, una vez más pienso que está usándome para descargar su estrés, su enojo y frustración. La manera en la que me toma se siente como un castigo del que desconozco el motivo, pero que disfruto.

Me siento tan perdida en esto que todo lo que hago es gemir. La ventana frente a mí se empaña por mi respiración cálida y agitada. Mis huellas quedan marcadas en el vidrio y mi pecho termina presionado en el cristal. Jagger gime.

Me pregunto si alguien puede vernos desde abajo. Y eso me excita más.

—Te amo —jadea, jalándome del pelo haciendo que mi cuerpo quede erguido —, joder, te amo.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora