Capítulo 25 -Parte 2

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Jagger
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Sonrío viendo a Genevieve.

Su mirada clara y verdosa hoy luce más oscura, traviesa y nerviosa al mismo tiempo. Traga con dificultad mientras la observo desde mi posición y le sonrío, demostrándole que mis palabras más que eso, son hechos.

Me tomo un par de segundos más para apreciarla, para grabarme este momento en la mente porque no sé si volveremos a estar en esta situación, no sé si volveré a tenerla de esta forma. Acostada en una cama, completamente desnuda, con el pelo suelto, sonrojada, sudada y nerviosa. No sé si tendré la oportunidad de volver a admirar sus perfectas tetas de esta forma ni si podré verla así de excitada, abierta y lista para mí como en este momento.

La veo tomar respiraciones profundas que hacen su pecho subir y bajar, la veo acariciarse los pechos, toquetearse los pezones y sonreírme mientras lo hace para no demostrarme que está nerviosa.

Pero lo está.

Yo también lo estoy.

Por tenerla a ella así, por estar en esta situación con ella, que lleva meses volviéndome loco, sacándome de mis casillas, tentándome, jugando conmigo.

—No son solo palabras.

—Demuéstramelo.

Mi mano derecha deja de acariciar su muslo y sujeto mi pene, alineándome en su entrada, empujando lentamente en su interior. Abriéndome paso, dejando que se acostumbre a mi grosor. Cierra los ojos y aprieta los labios, negándose a gemir.

—No lo reprimas, dulce —hago mis caderas hacia atrás y vuelvo a empujar lentamente hacia delante —. Puedes gemir —repito el movimiento —. Puedes gemir, Genevieve. Déjame escucharte.

Me muevo lentamente de adelante hacia atrás, entrando un poco más cada vez. Un gemido se le escapa cuando la saco casi del todo y sujetando sus muslos gruesos, vuelve a embestirla con fuerza, entrando lo más que puedo.

Sonrío con suficiencia.

—Eso es... —jadeo, moviéndome aún despacio, aumentando poco a poco el ritmo. Dándole tiempo para que se acostumbre, estimulándola más, enloqueciéndola más.

Beso su tobillo y subo por pierna mientras la sostengo en mis hombros y empiezo a embestirla como realmente quiero hacerlo. Duro. Genevieve gime, con cada embestida que doy. Sus tetas se mueven al ritmo de mis estocadas y ella se encarga de darles la atención que se merecen.

Es estrecha, pero que lo sea hace la sensación a mi alrededor aún mejor. Su estómago se contrae con cada movimiento y no puedo dejar de observarla. No puedo dejar de verla a ella disfrutar, ni puedo dejar de admirar el movimiento de sus tetas o los gemidos desesperados que salen de su boca.

Dejo caer una de sus piernas a un lado de mis caderas y mantengo la otra sobre mi hombro. Me inclino hacia adelante, hundiendo mi cara en sus pechos, chupándoselos mientras la embisto con fuerza y disfruto más de la profundidad que abarco con esta posición. Completamente extasiado con el calor y la humedad que emana de su cuerpo.

Sus manos van a mi espalda y sus uñas se hunden en mi piel, causándome cierto ardor cuando me rasguña por morderle el pezón.

—Perdón —jadeo, con su pecho aún en mi boca. Rodeo su pezón con mi lengua, jugando con el piercing, y lo chupo, haciéndola gemir una vez más.

Ah. Música para mis oídos.

—¿Siguen siendo solo palabras, Genevieve? —pregunto entre jadeos y contra la piel de sus pechos.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora