Capítulo 9

4.2K 395 144
                                    


╔══≪ •❈• ≫══╗
Jagger
╚══≪ •❈• ≫══╝

Sacudo la cabeza al darme cuenta de que una vez más, mientras voy camino a casa, estoy pensando en cómo lucía Genevieve cuando la vi en el bar. En realidad, Dwane la vio primero y no dudó en decirme, apenas llegué a la mesa, que ella estaba ahí. No había ni terminado de sentarme cuando él ya había abierto su bocota, después de haberla saludado y que ella, algo dudosa, le devolviera el saludo.

Las luces bajas del área VIP apenas y me dejaron verla, pero lo que las luces de abajo, de diversos colores, me permitieron ver, casi me hace atragantarme con el trago. Ese vestido ceñido a su cuerpo, realzando sus tetas grandes y delineando su culo y piernas, casi me hizo olvidarme que es la misma mujer que estuvo cuidando de mis hijos y esa fue la única razón por la que no me permití pensar lo que no debía al verla... así.

Eso y que estaba con alguien.

Y ese alguien es nada más y nada menos que Maximiliano Pierce. Hijo del mismo hombre para el que hice ese lugar. Lo he visto en diversas reuniones que tuve con su padre, un hombre de negocios con un par de clubes en Miami. Y a él, a Max también lo conozco por un par de clases compartidas en la universidad. Hasta ahí, nada más. No me interesa. O no me interesaba.

Por la manera en la que estaban él y Genevieve, deduzco que andan en algo y sus palabras antes de salir de ese lugar, me lo confirmaron. Aunque aún no decido si creerle a él o creerle a ella.

Genevieve.

Genevieve, la mujer con la que no me llevo muy bien y la misma mujer a la que me quedé viendo durante todo ese rato en ese lugar. Incluso me percaté de su interacción con algún hombre que quiso pasarse de listo. La vi bailar con sus amigos y la vi bailar con Max. Vi como restregaba su culo contra él y como él sin ningún tipo de cuidado, la toqueteaba. Pero también vi, cuando estuvimos en la barra, como una gota de sudor se deslizaba por su cuello hasta perderse en medio de sus pechos. Ese par de tetas con un par de jodidos piercings en los pezones, que hoy, con ese vestido, por lo agitada... lo excitada, sí, esa sería la palabra correcta, que estaba, se veían más, se repintaban más, y la muy descarada se atrevió a bromear conmigo al respecto.

Termino pensando en que le dije que la vería el lunes y no se supone que deba verla el lunes. Ella solo cuidaría de mis hijos una semana.

Sin embargo, supongo que así Hope dejará su enojo hacia mí. Hoy cuando mi madre preguntó por su amiga, mi hija recordó que anoche se durmió enojada conmigo y no me habló hoy en toda la tarde.

—¿Tan temprano estás en casa? —cuestiona mamá —. Pensé que ibas a quedarte más.

—No, ya salí, ya celebré, que era lo que querías. —Sonríe —. Y ya voy a dormir.

Beso su cabeza y me dirijo a las gradas.

—Jagger.

—¿Sí?

—Hope volvió a mencionar su deseo.

Me detengo después de haber subido tres escalones. Volteo a ver a mi madre, aún está sentada en el sofá, viendo por encima del respaldar.

—¿Qué dijo?

—Que quiere una mami...

—¿Qué más dijo, mamá?

—Que porqué ella no tiene una.

Tenso la mandíbula.

—Le dije que a veces no todos tenemos una mamá —asiento —. Pero, Jagger, ahora que ella ha empezado a preguntar, seguirá haciéndolo y debes pensar qué decirle. Algo que ella entienda, que ella capte y que no la lastime.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora