Capítulo 7

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Jagger
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Sonrío cuando al subirme al auto y encenderlo lo primero que se reproduce es una de las canciones de Jared, y en el asiento del acompañante, veo una muñeca de Hope.

Hoy por fin voy a casa, lo que quiere decir que tendré que volver a la tarea de buscar una niñera porque técnicamente, Genevieve solo iba a ayudarme por esta semana y no precisamente porque quisiera. El punto es que, si ella no va a estar, tengo que pensar en alguna manera en la que mi hija comprenda eso, porque de lo contrario voy a tener que aguantar su irritabilidad y mal humor. Y con Jared tengo suficiente.

Según Genevieve, se han portado bien y eso me hace preguntarme si realmente ha estado cuidando a mis hijos. Porque ambos son un par de diablos que me sacan canas cada vez que están conmigo, pero ella me ha pintado un panorama muy perfecto... excepto ese día que me contó lo del accidente de Jared, en el que Hope se encargó de decirme en todo su chachará que Genevieve defendió a Jared. Me repitió varias veces que los llamó «suyos» y eso me causa una sensación extraña en el pecho porque son mis hijos, y si alguien debe defenderlos soy yo.

No ella ni nadie más.

Admitiré que las fotos y vídeos que me envió de ellos en estos días me hicieron sentir celoso. Ella ha estado haciendo con mis hijos lo que yo no puedo hacer. Hoy, los llevó a su casa, a una pequeña celebración que ella y su madre le hicieron a su papá por su cumpleaños. Y ayer cuando me pidió permiso para llevarlos, me negué, alegando que no me convencía que fueran a un lugar que yo no conozco y no sabía si sería seguro para ellos, Genevieve se enojó, y mientras yo más negaba, me pareció que ella hasta lloró, diciéndome que soy «un desconfiado de mierda que no está viendo que sus hijos han estado a salvo con ella y que no dejaría que nada les pase», yo me burlé, porque su voz sonaba congestionada y eso la enojó más.

A veces creo que toda esa actitud dulzona que tiene para mis hijos no le sirve para nada si debajo de ella hay un diablillo que explota y sale a la luz cuando habla conmigo.

Podría despedirla, pero es que entonces ella no está trabajando conmigo aún, solo fue un trato verbal que hicimos el día que... jugué mis cartas para poder tener quien cuidara a mis hijos esta semana. Por eso no digo nada cuando me insulta, porque también sé que todo lo que dice es verdad. Al menos ella me lo dice en la cara y no es como los que empleados en mi empresa, que me comen el culo en sus ratos libres y cuando necesitan que les dé el día o algo por el estilo, llegan con el rabo entre las patas y ojos de perro herido a pedirme permiso.

Veo el reloj en mi muñeca donde me llega un mensaje suyo. Aprovechando que estoy en una presa, abro el mensaje en el celular. Es una foto de Hope y Jared comiendo helado. Están hechos un desastre, ambos tienen las mejillas manchadas del chocolate, Hope está sonriendo con la cuchara en la mano y Jared parece que se saborea el helado restante alrededor de sus labios. Luego, reproduzco el vídeo en el que la escucho hablarles, Hope sonríe de inmediato y Jared voltea a verla cuando Genevieve pronuncia su nombre.

—¿Sabes a quién ves hoy, Jared? —le pregunta en un tono dulce y casi que chillón.

—Papá —Genevieve jadea, parece que su palabra no me ha tomado solo por sorpresa a mí. En el vídeo Genevieve vuelve a preguntarle, pero esta vez, Jared ya no contesta. La ignora.

El auto detrás de mí hace sonar su bocina y me tardo unos minutos para conducir de nuevo. Son muy pocas las veces que Jared me llama y cada vez que lo hace siento un cosquilleo en el pecho que me gusta decir es felicidad y orgullo porque poco a poco él va avanzando.

Me toma más de lo debido llegar a casa, por las presas, pero al llegar, encuentro a Genevieve bailando con mis hijos. En realidad, está dando vueltas con ambos, que la toman de la mano y se toman ellos de la mano.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora