Capítulo 3

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╔══≪ •❈• ≫══╗
Genevieve
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Salgo del baño justo cuando mi celular suena con una notificación. No tengo que verlo inmediatamente para saber de quién se trata ni qué quiere. Lo sé. Y el corazón se me acelera porque llevaba días sin escribir.

Aún envuelta en la toalla, cojo el celular de la cama y contesto.

Candy:
Pero mira quién es, mi cliente favorito.

Wolf:
Me halagas.

Sonrío y me regaño mentalmente por estar sintiendo este cosquilleo en el estómago. No puedo sentirme así por un hombre que ni siquiera conozco y que solo me busca para complacerse.

Candy:
Puedo hacer más, si quieres ;)

Wolf:
Ah, Candy, Candy, Candy...
Wolf:
No me tientes.

Me rio otra vez.

Wolf:
Te necesito.
Wolf:
Pero no tengo mucho tiempo.

Me ordeno a calmar mi respiración, no entiendo aún como es que este hombre me hace sentir de esta manera sin yo siquiera conocerlo. He tenido pocas relaciones y creo que en ninguna me he llagado a sentir de esta forma.

Candy:
¿Cómo me necesitas?

Termino de ponerme la ropa y me acuesto en la cama mientras espero su respuesta.

La pregunta de todo el tiempo me invade: si realmente debo hacer esto, y una vez más, llego a la misma conclusión: sí. Al final, una cosa lleva a la otra y termino preguntándome qué pensarían ellos si se dieran cuenta que la mujer con la que satisfacen sus necesidades soy yo. Una que no entra en el típico estándar de belleza al que están acostumbrados.

Pero dejo de pensarlo cuando mi celular suena.

Wolf:
Frente a mí.
Wolf:
Abierta de piernas.
Wolf:
Y gimiendo mi nombre.

Joder...

Me acomodo en la cama y dejo que la imaginación haga lo suyo.

Candy:
Dios...
Candy:
Apuesto a que estás duro
ya de solo imaginarme.

Su respuesta es inmediata.

Wolf:
¿Qué si lo estoy?
Wolf:
¿Qué harías?

Candy:
Llevarte al borde una y otra vez.

Escribe y yo espero pacientemente su respuesta.

Wolf:
Me encantaría, pero no puedo en este momento.

Candy:
Ah, qué mal.
Y yo que estoy deseándote tanto.

Agrego un emoji cansado, riéndome de mí misma por tentarlo. He notado que eso le gusta, varias veces me ha dejado liderar la conversación y él me sigue el juego en todo lo que digo. Otras veces, él es quien lleva el rumbo, en una que otra ocasión, hemos creado conversaciones a base de fantasías y, joder, debo admitir que a veces me quedo con ganas de recrearlas.

—Oh, tú pequeña tentadora —leo su mensaje, riendo y sin esforzarme por evitar el escalofrío que recorre mi cuerpo. Pienso mi repuesta —¿Qué quieres que hagamos hoy, Wolf?

Eso escribo e igual que siempre su respuesta llega rápido.

Wolf:
Una fantasía.
Wolf:
Para ello... déjame llevarte al despacho.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora