Capítulo 49

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╔══≪ •❈• ≫══╗
Genevieve
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Suspiro al despertar y darme cuenta de que solo los niños están a mi lado.

Las lágrimas se acumulan en mis ojos mientras observo el espejo frente a mí con fijeza, viéndome. Estoy hinchada de tanto llorar. Sin poder evitarlo, me llevo las manos al estómago, como si de alguna forma eso me reconfortara. Salgo de la cama y voy al baño, esperando que quizás esté ahí, pero no está. Ni tampoco lo encuentro en la sala o afuera.

¿No volvió?

Juego con el dije que cuelga de mi cadena e intento no pensar en ello. Llamo a Jessica para ver si puede venir a cuidar a los niños y mientras la espero, les preparo el desayuno. Jared juega con sus trenes mientras Hope está conmigo en la cocina y me observa confundida, como si notara que algo está mal conmigo.

—Mami Vee —habla con suavidad, tocando mi pierna con su manita cálida —¿Y papi?

Suspiro.

—Ahorita viene, bebé. Pero yo debo irme y la tía Jess vendrá a cuidarlos, ¿está bien?

—No —susurra y hace un puchero —. Íbamos al parque. Los cuatro, bebé y Lobo —frunzo las cejas —. Ahí tenes un bebé —toca mi estómago.

—¿Cómo sabes eso?

—Me lo dijo.

—¿Quién?

—Tu pancita.

Me cubro la boca con las manos y reprimo un sollozo, pero no evito las lágrimas. Hope me deja sola, termino de hacerles el desayuno y me voy de ahí apenas Jess llega. Ella me pregunta que qué sucede, pero yo siento que hasta que Jagger y yo no hablemos bien sobre esto, entonces debo dejarlo entre nosotros dos.

—¿Qué hizo ahora? —cuestiona cuando estoy en la puerta.

—Se fue —susurro y me mordisqueo los labios para evitar el temblor en ellos.

—¿Qué? —pregunta —. Vee, ¿estás bien?

— El taxi me espera, Jess —vuelvo a susurrar y se me parte el alma cuando Hope llega y se detiene detrás de Jess, tiene los ojitos aguados y un puchero en los labios —. Si Jagger viene...

—Le diré que te llame.

Asiento. Le doy una última mirada a Hope y a Jared y me voy de ahí.

—¿Mami Vee?

No sé si Jagger va a volver y prefiero no averiguarlo.

Su reacción inicial fue alejarme, y después, alejarse e irse.

Prometió volver y no lo ha hecho.

Y no quiero quedarme y esperarlo porque me aterra hacerlo y que sea en vano.

En todo el camino a mi casa, lloro tanto que el taxista me pregunta si todo está bien, hasta me ofrece una toallita y me siento tan avergonzada de estar llorando de esta forma. Ni siquiera se entiende lo que digo. Pago y le digo que se quede con el cambio cuando llego a casa. Las manos me tiemblan tanto que ni siquiera puedo abrir la puerta, y cuando voy a irme del porche para entrar por el garage, mamá abre. La preocupación, el susto y la duda es todo lo que veo reflejado en su rostro antes de abrazarla. Mamá me deja llorar en sus brazos por un buen rato, y lloro con mayor ahínco aférrendome a ella cuando papá sale de su habitación y pregunta que qué sucede.

Pero papá siendo papá, se burla cuando no puedo hablar. Termino riendo en medio del llanto y acusándolo con mamá porque él no deja de reírse de mí.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora