Capítulo 24: Conversaciones que...

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Capítulo 24: Conversaciones que...【Paulette】Sigo hasta mi habitación, giro la perilla, abro la puerta, al cerrarle me encuentro con alguien muy bebido en mi cama. Aquella figura me intriga, me acerco por mera curiosidad, sitúo mi mano en su brazo y le doy vuelta para ver su identidad.—¿Alish? Mascullo en forma de pregunta, está muy ebria, ya que tiene una botella de vino en su mano, instintivamente se la quitó y la pongo en mi escritorio que está lejos de mi cama.—¿Tú qué haces aquí? — Pregunta con el típico tono de embriaguez que tiene las personas al estar en ese estado.—No, corrección, ¿Tú qué haces aquí? — Respondo preguntándole nuevamente ella, se frota el rostro con sus dos manos, frustrada y me mira impotente.—Yo estaba aquí porque tú no venías hoy. — Da media vuelta y sigue durmiendo, yo frunzo el entrecejo y voy hacia el otro lado de la cama para seguir la conversación.—¿Por qué te expropias de mi habitación cuando yo no estoy? — Pregunto con soberbia en mi voz, ya me empieza a irritar un poco.—No te incumbe. — Termina para acomodarse mejor en mi cama y proseguir descansando.—Bueno... No vale el esfuerzo de discutir con una persona en ese estado. — Voy hacia mi armario y empiezo a empacar algunas cosas esenciales.—Si lo vale. — Al decir lo último se le desvía la voz a una más aguda, sonrió de sorpresa mientras que aún termino de empacar rápidamente. Me voy hacia mi baño y procedo darme una ducha, el agua recorre mi cuerpo erizando mi piel por lo fría que está.—Oye... ¿A dónde te fuiste? — Interroga Alish con voz herida o triste, no digo nada más termino de bañarme. Cepillo mis dientes, salgo de este yendo a mi cómoda para buscar entre los cajones mi ropa interior y una camisa.—¿Te vas a vestir frente a mí? — Otra vez me pregunta. Me pregunta más que un detective, resoplo para calmarme y liberar las ganas de gritarle.—Si... No creo que vayas a acordarte de mi cuerpo desvestido por tu ebriedad... ¿Algún problema? — Inquiero dándome vuelta para sentarme en la cama para ponerme mi prenda interior.—Nin... Ninguno. — Titubea al decirlo.Termino por ponerme mi prenda interior de arriba y mi camisa solo me falta el pantalón o una...—Falda. — Veo una falda colgada de una tela de cuadros, líneas delgadas marrones y cuadros blancos.«Me recuerda mucho a una camisa de vaquero.».Es de pliegues delicados, como una falda que utilizan las coreanas para ir a la escuela.—Me encanta. — Me la pongo sin titubear, me planto frente Alish, la cual queda asombrada por mi look.—Te ves... Hermosa. — Susurra a lo que sonrió, agarro mis cosas y me voy, pero antes de cruzar por la puerta le doy un último vistazo a Alish.—Alish me voy por dos semanas... si te preguntan en dónde estoy, estoy con mi familia... surgió... algunos asuntos que debo atender. ¿Entendido? — Escucho un "Aja" en forma de gruñido, lo tomo como una afirmación, me voy.Me encamino rápidamente hacia mi auto, pongo todas mis cosas en el asiento del copiloto, con confianza pongo mi mano sobre las llaves, sin embargo, algo me detiene, miro por el vidrio del carro, al guiar mi mirada hacia la casa en uno de los ventanales.Esta...Viendo por la ventana, con una taza de café en la mano, apreciando la vista que tiene que ofrecer la naturaleza del campus. Sin una camisa y solo lleva un pantalón de un pijama azul con blanco. Por lo que logro ver tiene el cabello peinado como lo deje.Admiro al pelirrojo, que sin duda alguna es bastante fascinante, en donde lo pongas.«Me mira.».En un acto desesperado, giro las llaves, me voy hacia Oslo.—Oh... Es una maldad que yo retorne a Oslo, pero la familia llama y uno debe de responder... Y más si es la familia más poderosa de Noruega. — Susurro con cara de tristeza.En verdad cuando venía para acá me carcomían la ansiedad, no sabía si iba a tener amistades que me beneficiaran o que nada más estaría conmigo por interés.Afortunadamente, conocí a las trillizas, no de una manera más linda que digamos, pero aun así fue encantador.«Verdad... Ya no he visto a Alba.».«¿Qué le habrá pasado?».Frunzo mi entrecejo, al hacerlo recuerdo las palabras de Zion cuando salió de mi auto al encenderlo."No arrugues el ceño que te saldrán arrugas rápidas".Me toco inmediatamente, me veo en el espejo detenidamente. «Si no paro de fruncirlo, si me saldrá algunas líneas.».Vuelvo a dirigir mi vista en el camino.Capaz este "regreso a casa" se me aclaren las ideas y por fin decidir qué hacer con mi vida desde una perspectiva responsable.Tin... Tin... Tin...Empieza a sonar mi teléfono, lo tomo y es Danilo.—Hola. — lo saludo es lo primero que digo.—¿Cómo que te vas dos semanas? — lo noto un poco alterado.—Sí, mi mamá llamo y debo de atender unos asuntos importantes. — medio le explico para que me estoy yendo a mi casa, aunque la verdad ni yo sé para qué es.—¿Y tus clases, tus calificaciones? — me sonrió, tan bello se preocupa por mí.—No te preocupes, ya está arreglado eso. — contesto para que no se preocupe.—Ni siquiera te des... Despediste... (Suena desilusionado) ... — ahí Dios no sea que quiera pelear conmigo.—Si lo hice...— (Contrarresto energéticamente) ...—Mmm... Bueno... Al llegar a la casa me llamas por favor. — mi lindo novio me pide que le hablé me da tanta ternura.—Por supuesto, gracias por haber llamado. — para que sepa fue muy relevante para mí ese gesto.—Siempre estaré para ti. — me enciendo con la respuesta que me dio Luigi y se me escapa un suspiro.—Gra... Gracias. — quede atónita y me costó responder.—Te amo. — y no faltaba más, le coloco la cereza al pastel.—Yo tam... También te amo. — para que se sienta bien conmigo, ya que eso no es del todo cierto.Cuelgo para que no me escuche llorar, me siento tan mal de no amarlo como se lo merece, siento que cuando me dijo te amo me apretaron, me apretaron el corazón.Unas lágrimas caminan por mis mejillas hasta llegar cerca de mis labios, saco la lengua para beberlas porque tengo mucha sed.«¡Dios! Están muy saladas.».Sigo llorando mientras manejo, la calle está sola, por lo que no me preocupo tanto de igual manera bajo la velocidad.—No desayune y tengo sed. — Mascullo triste aun bebiéndome mis lágrimas.—Entonces llama Danilo y me pongo a llorar. — Me quejo en vos alta, finalmente me estaciono para llorar bien, las lágrimas salen como si fueran cascadas, esta vez me las seco.—Venga, vamos a comer. — Me animo y retorno otra vez el camino. Desde unos cinco minutos en carretera llego a una cafetería, abro la puerta de esta, el frío aire acondicionado me golpea por lo que, al entrar, me acomodó más la chaqueta que me puse en el auto.Me siento y una señora rubia de unos 50 años me recibe con una dulce sonrisa.—Buenos días, señorita, ¿Qué se le ofrece? — Pregunta entregándome la carta, solo la abro y le echo un breve vistazo.—Unos Wafles, con un té de canela, por favor. — Le ordeno, ella asiente y se va. Me quedo mirando por la ventana aun lamentándome de irme de la Universidad.—Aquí están. — Anuncio, sin perder tiempo, abro los ojos como plato.—¡Me sorprende la eficacia de esta cafetería! — Exclamo, ella solo se ríe.Miro la comida como si fuera oro empiezo a comer disgustándola, está superriquísima.—Señorita, si no come más lento se va a ahogar— Le hago caso a la señora y bajo la velocidad. La rubia solo se sienta al frente de mí, yo inclino mi cabeza extrañada, achicando los ojos.—No te preocupes, casi nadie viene para acá, me llamo Sandy y realmente no he hablado con otra mujer en días. — Me guiña el ojo.Inevitablemente, pienso que es lesbiana y ni siquiera me puedo mover solo respirar. Al ver esa escena se echa a reír profundamente.—Tranquila tengo esposo. — Dice entre carcajadas.—Solo que nada más entran hombres tristes con historia aún más triste. — Culmina, solo puedo mirar a mi comida con melancolía y empiezo a comerla lentamente.

El chico de la habitacion 04Donde viven las historias. Descúbrelo ahora