Capítulo 52: Recuperándote.

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Capítulo 52: Recuperándote.

【Zion】

Despierto sintiendo mucho calor, abro los ojos y mi visión está totalmente borrosa y el aroma a plástico quemándose y a combustible se percibe en el lugar.

Ladeo varias veces las cabezas para recuperar la estabilidad de mis sentidos, enfoco bien mi visión, se está quemando algo, es la malvada bodega que se quema, mi corazón empieza agitarse, pero me obligo a mantener la calma.

Aprieto un poco mis manos para ver si aún tengo la hojilla, pero es en vano, a los pocos segundos recuerdo que al dormirme la tire.

Trato de girar la silla para ver dónde está la malvada hojilla, logro girarla mirando hacia atrás y busco con la mirada hasta que mi visión da con la hojilla, sin embargo, está un poco lejos.

En pequeños saltos que doy con la silla, logro llegar hasta el escarpelo y trato de sostenerla con mis pies.

Pero es imposible, entonces no queda más opción caerme con la silla, me inclino hacia mi lado izquierdo, con la esperanza de que el golpe sea leve, aprieto los ojos y me voy de lado, todo mi peso va hacia mi lado izquierdo, el cual recibe el golpe, suelto algunos quejidos de dolor.

El escarpelo está a mi lado, me remuevo en el suelo para que mis manos que están atadas atrás de mí alcancen el escarpelo.

Pasa unos minutos, aún siento como mis pulmones se llenan de humo y cada vez es más difícil respirar.

La siento entre mis dedos nuevamente y con la poca fuerza que me queda sigo rasgando la cuerda, no sé si sea por el humo o porque estoy en condiciones deplorables, pero con cada rasgada siento que pierdo mucha fuerza.

Me siento muy débil en verdad, no quiero morir aquí, no sé de dónde saco el impulso y rompo con toda la fuerza de mis brazos lo que resta de la cuerda.

Ahora ya libre me arrastro hacia la salida de esta malvada pocilga, la puerta arde en llamas, intento pararme, sin embargo, me siento demasiado débil como para sostenerme.

Me coloco en cuatro, inhalo y exhalo cada vez tomando más aire, ya que a cada segundo se recorta más y más por el humo. El oxígeno que es intercambiado por el humo desgraciado que inunda mis pulmones.

Logro pararme, tambaleante, me apoyo de un estante de metal, que aún no se está quemando casi cerca de la puerta, lo examino con la vista, afortunadamente hay una llave de cruz, la cual voy a utilizar para darte una tunda a la puerta, la tomo entre mis manos.

Me acerco a la puerta que arde en llamas y le doy los primeros golpes a la cerradura.

Se me queman las manos, así que me quito mi suéter y envuelvo mis manos en él, ahora sigo golpeando una y otra vez la cerradura.

Sin lograr que está se rompa, me frustro, así que sigo golpeándola mientras que lo hago salen algunas chispas por la fricción entre los dos metales. Logro romperla, ahora solo me queda abrir la pesada puerta que está frente a mí.

Casi sin aliento por haberlo perdido todo contra la lucha de la cerradura, me desplomo, caigo redondo en el piso, sin fuerzas ahora, trato de aferrarme a mis esperanzas que es lo único que me mantiene vivo en este momento.

«Malvada sea, ¿Eres un marica o qué?».

Me pregunto, la respuesta está más que clara, soy un macho, me levanto con el poder del Dios todopoderoso que se me mete a cada rato cuando veo a Danilo.

Mis manos envueltas en el suéter halo con todo mi ser la basura de puerta, grito del dolor, grito porque siento como se me queman las manos por los altos grados que tiene la puerta.

El chico de la habitacion 04Donde viven las historias. Descúbrelo ahora