Capítulo 45: -Extra-
【Alba Di Marco】
La golpiza que me impartió la malcriada, las conversaciones que me tuve con Danilo y las drogas me traen loca. Pero es una locura que me gusta, que me estimula y voy a seguir laborando para resarcir de la malcriada para por fin tener a mi Zion para mí sola.
Desde muy joven me ha encantado experimentar porque me traía sensaciones exquisitamente satisfactorias. A los 14 años de edad me llamaba mucho la tensión, ser rebelde y el ser diferente que nadie más me copiará.
A mis 15, estando con mis amigos, en una reunión de media noche, me ofrecieron unos pitillos, pensé que no tenía nada que perder, así que los humeé, los primeros me hicieron toser como loca, pero luego me fue gustando más y más.
Así que esa fue mi primera adhesión, no le comentaba nada a mis padres, mucho menos a mi madre que siempre andaba pendiente de mí.
Siempre se aseguraba de que estuviera bien, yo siempre estaba bien, lo que creo que me desvió fue que no tenía el amor de mi padre, todo el tiempo quería impresionarlo y recibir su aprobación, sin embargo, nunca me dio la atención que necesitaba.
Eso no importa ya, porque me las arreglé yo sola, seguí estudiando y saliendo con mis amigos, a los 16 años ya me veía toda una mujer, pero lo único es que en ese entonces aún era señorita y necesitaba experimentar más.
Así que una noche todos estábamos borrachos, en una casa de unos de los niños ricos que nos acompañaba, me gustaba un chico, se llamaba Henry, era rubio, se le marcaban las facciones, alto, se ejercitaba y todo lo que hace un hombre atractivo.
Si más nos empezamos a besar y una cosa llevo a otra y termine debajo de él, con su pichula dentro de mí, cada vez más cerca del divino, con sus manos entrelazadas con las mías, fue él que me hizo mujer.
Después de eso, a cada momento me pedía ser novios, eso me aburría, así que le dije que no le agradecía lo que hizo por mí, pero no estaba lista para tal compromiso.
Paso un año, tenía 17 años, el año más divertido en mi vida, mete y saca, sustancias experimentales, fiestas descabelladas, reuniones con amigos, más mete y saca, más sustancias.
Todo era perfecto, mientras más cogía más tenía la necesidad de tener una pichula entre las piernas metidas, es que la sensación, las descargas del divino, era asombrosamente apasionantes.
No hace falta decir que salí embarazada y para agregarle más leña al fuego no sabía quién era el padre, tenía como tres meses, no podía venir con la noticia a mi familia, es decir, si hubiera tenido él bebe lo podría mantener, dinero sobra, pero sabía muy en el fondo que no era la mejor decisión.
Con mi amiga Daisy fuimos al ginecólogo para hacer algo por ese ser, las primeras consultas, los primeros medicamentos fueron muy dolorosos, un día estando sentada en el inodoro, me dolía el vientre infernalmente, hasta que sentí que salió algo traté de ver que era estando sentada pero no podía.
Así que me arrodille frente al inodoro, y parecía un sobre de color rosado muy deforme, pero era una ilusión de alguien más y no mía, empecé a llorar abundantemente, las lágrimas caían de mis ojos, tome la cosita entre mis manos que flotaba en el agua del inodoro y me la pegue a la caja torácica arrullándola.
No quería pasar por algo así de nuevo, por eso me detuve y le conté a mi madre sobre mis imperfecciones, esta se puso toda histérica, de inmediato me mando a un psicólogo, intenté hablar las cosas con él, sin embargo, terminamos haciéndolo sobre su escritorio.
De allí me mandaron al psiquiatra, el imbécil puso que estaba muy grave en las prescripciones para mandarme lejos de él, muy cobarde, termine con un psiquiatra, hable algunas cosas y me internaron en un centro de cuidado.
ESTÁS LEYENDO
El chico de la habitacion 04
RomancePaulette Baudelaire. Chica normal, con una vida normal. Sin embargo, tiene una de las familias más poderosas en Noruega, la cual la motiva zafarse de la sombra de su apellido y crear su propio camino y reconocimiento. Sin importar quien se le ponga...