Capítulo 61: No me imagino una vida sin ti.

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Capítulo 61: No me imagino una vida sin ti.

【Paulette】

-Cuatro semanas después de su hospitalización-

Estoy recuperada totalmente, mis padres me obligaron a ir a un psicólogo por algún daño que haya causado cuando Alba me agredió.

Hable las cosas con ese especialista y me dijo que yo estoy mentalmente sana, así que no hay de que preocupase, en cambio, físicamente me quedó dos cicatrices que tienen forma de "Y", aun así, no se nota mucho.

Por otro lado, sentimentalmente estoy algo herida desde que Zion se fue, no he podido saber algo de él, llamo a Erín y me sale que está bien, pero, así como está bien, está ocupado por ello, no me dice nada más.

Él ha dejado una carta, la cual aún conservo, no obstante, no tengo las fuerzas para leerla, la he estado posponiendo durante un poco más de un mes.

Sé que todas las repuestas que necesito están allí, cuando la voy a dañar su envoltura blanca simplemente me detengo y la contemplo, sin decir nada las lágrimas salen por sí solas.

Mis padres me han dejado seguir estudiando acá en Trondheim, pero con un guardaespaldas para mi seguridad.

No es problema, solo que a veces es incómodo, estoy en la cafetería almorzando con Alma y Alish. Tengo la carta en mi regazo sostenida por mis manos. La observo y me debato si leerla o no.

—Pau, creo que ya es tiempo que la leas. — Me aconseja Alma, poniendo su mano en mi hombro, vuelvo a mirar la carta y asiento conectando con sus ojos.

Abro finamente la carta con cuidado de que no se rompa mucho y al meter mi mano salen dos hojas, con un chorro de palabras escritas a mano, mientras que guarda márgenes, puntos y otras cosas de literatura que hacen que se vea que le puso el corazón a lo que escribía.

Lista para leer lo que dice inhalo y exhalo agarrando fuerzas.

"Querida Paulette Baudelaire.

Mi preciosa, Mi mujer, La única dama que tendrá mi corazón para siempre.

Mi preciosa sé que te preguntarás, el porqué me he ido de tu lado y quizás te sientas herida o abandonada. Déjame decirte que jamás te abandonaré, que todo mi amor estará acompañándote a cada paso que des.

Sé que las circunstancias en la que me fui no fueron las mejores, tienes todo el derecho de odiarme, de guardarme rencor si quieres, pero quiero que sepas algo que jamás estarás sin mí, Mi preciosa.

Preciosa me he ido de tu lado porque soy muy peligroso para ti, no importa qué el peligro siempre busca y ataca lo más preciado que tengo... Tú.

Así que no puedo permitir eso, nunca me perdonaría si tú murieras por razones que son causas mías, nunca soportaría que saldríais herida o incluso murieras antes que yo.

No me imagino una vida sin ti, pero... tendrá que ser por el bienestar tuyo. Puede que incluso te hiera más mi ida que cualquier otra cosa en esta vida.

Por eso te pido perdón, si derramas, aunque sea una lágrima por esto, te pido que me perdones. Porque no sabes cuánto, en realidad cuanto te amo.

Paulette, tengo en claro que no te he dicho esta frase cuántas veces te lo merecías, pero... Te amo, te amo, te amo.

Confieso mi amor a través de estas palabras que yo sé, sientes que la digo con el corazón y con cada fibra de mi alma. Espero que entiendas que todo esto es por tu bien y que si las circunstancias fueran otras te pediría sin lugar a duda que fueras toda MÍA.

Preciosa lo afirmo con todo mi ser, siempre has sido, siempre eres y siempre serás toda M.Í.A. Podrá sonar egoísta, me encanta sonar así cuando se trata de ti amor mío.

Te amo por siempre mi preciosa.

Z.A."

Termino de leerla en voz alta y cada palabra que salía de mi boca sonaba temblorosas gracias que las lágrimas recorren mi rostro, las gotas caen sobre la hoja, así que la retiro y pongo mis brazos en la mesa y escondo mi rostro en ellos.

Sollozo de manera constante preguntándome si volveré a amar a alguien como he amado a Zion.

Al ver las iniciales con las cuales firma Zion me recuerda a cómo empezó todo esto en aquella clase en la cual entro todo desarreglado y lo observaba con desprecio, hasta que me escribió una nota.

Sigo llorando sin parar, me levanto de la mesa y camino rápidamente hacia el jardín de la Universidad. Me siento en un banco que se me es muy familiar debajo de un árbol que ahora con hojas naranjas caen de sus ramas.

Estamos en otoño y a decir verdad es muy estación favorita más que en invierno, si me casaría sería en otoño.

Tengo la carta entre mis manos, la leo una vez más, despacio hasta que una hoja cae sobre la carta, la saco y miro hacia el frente donde está Zack.

—Hey, ¿Qué haces aquí?, ¿Por qué lloras? — Se sienta al lado mío y se pone cómodo.

—Ya sabes... Zion. — Respondo sin ánimos, doblo la carta y la aprieto entre mis manos sintiendo frustración y dolor por su ida.

—Hable con él, me dice que está bien, pero sé que pasa por lo mismo que tú... Lo conozco demasiado bien y eso no lo había sentido por nadie hasta que llegaste tú. — Enuncia con palabras relajadas que transmiten honestidad, frunzo mi ceño y le miro desconfiada.

—Si lo siente también entonces, ¿Por qué se fue? — Inquiero molesta, no aguanto más porquería de esta.

—No lo sé, se dio cuenta de que era peligroso para ti. — Responde calmado, ay algo que no estoy entendiendo.

—¿Cómo sabes eso? — Interrogo tomando un poco de distancia.

—No te voy a mentir, estuve con él mientras escribía la carta, él necesitaba a alguien que lo escuchará. Cuando lo escuchaba, él anotaba todo lo que sentía. Al terminar me la mostró y estaba muy buena, así que no la botes. — Termina de decir toda la verdad y me decepciona un poco, pero a la vez estoy feliz de que me haya dicho la verdad.

Me levanto y le abrazo, me acepta un abrazo y nos quedamos así unos segundos, me separo de él y le miro agradeciéndole todo lo que hizo.

—Él ha madurado mucho gracias a ti. — Es lo último que dice, también se levanta y caminamos hacia la Universidad, tomamos caminos diferentes.

Termino de ver las clases que me tocaban hoy y decido organizar una noche con las chicas, camino hacia la fraternidad, subo las escaleras, ni siquiera puedo ver la puerta de la habitación 04, bajo la mirada y llego hasta mi habitación.

Decido darme un baño de agua fría para que se me quite está tristeza, veo hacia los estantecitos del baño, allí está la piedra morada que mi abuela me regalo, en verdad creo que esa piedra si me protegió después de todo.

Suspiro aliviado de lo peor ya pasó, no pretendo enredarme amorosamente con alguien después de un buen tiempo, necesito seguir mi camino, seguir con mi propósito.

El cual era salir de la sombra de mi familia y convertirme en la mujer exitosa que tengo dentro, ver que todo esto sucedió por enamorarme de una persona la cual me dejó por razones que no quiero entender por qué todo lo que se nos hubiera enfrentado, hubiéramos vencido juntos él y yo.

Salgo de la ducha estando más confundida que cuando entre me seco, me visto con ropa aleatoria y me tiro en la cama. Tomo mi teléfono y ni siquiera una foto nos tomamos, solo tengo su número que posiblemente haya cambiado para no contactarse más conmigo.

Suspiro, y suspiro por un Zion que está ausente.

El chico de la habitacion 04Donde viven las historias. Descúbrelo ahora