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Aferrándola de la mano, la posicionó detrás de él. Harkan, con una última mirada hacia atrás, abrió la puerta. Alisa estaba prácticamente oculta tras su espalda. El soldado le sacaba dos cabezas, por lo menos. Cuando pudo ver algo en el hueco entre sus brazos, inmediatamente apartó la cabeza, girándola con tanta rapidez que sintió que le crujía el cuello. 

Estaban saliendo al pequeño rellano que hacía de conexión entre las salas. Allí descansaba con la espalda apoyada en la pared uno de los compañeros del muchacho. Estaba mirando algo en su teléfono., deslizando el pulgar sobre la pantalla. En cuanto Harkan dio un paso fuera del vestidor, el soldado alzó la vista y le habló, sonriendo. Alisa se mantuvo como pudo tras la espalda de él, intentando pasar lo más desapercibida posible. 

—El jefe está fuera fumando —le comentó su compañero de turno. De todos ellos, era el que había tratado de acercarse más a él. Harkan siempre mantenía una cierta distancia con todo el mundo. Tratar con el resto de personas era algo que no le gustaba demasiado, por lo que si podía evitarlo y limitarse a cumplir sus deberes, así lo hacía. Sin embargo, aquel chico, quien antes había intentado sacarle una sonrisa cómplice, no le caía mal. Era él quien se acercaba cuando se encontraban, intentando bromear, aligerando el ambiente, y Harkan simplemente lo aceptaba. Los demás compañeros que lo acompañaban aquella noche no le interesaban demasiado, simplemente estaban allí. Eran peones, igual que él, y su jefe les daba órdenes que debían cumplir. De cualquier modo, los grupos eran rotativos, los compañeros iban cambiando, por lo que Harkan no veía la necesidad de estrechar demasiados lazos con nadie. Muchos, probablemente lo consideraban una estaca de hielo, sin gracia y silencioso, y Harkan simplemente los ignoraba. Ya tenía suficiente con seguirle la corriente a Vladik, su compañero, cuando ambos coincidían en las mismas zonas. Este, guardando el teléfono en el bolsillo y pasándose los dedos por su melena rubia despeinada, siguió hablando—. Los demás siguen dentro. He salido a buscarte porque estabas tardando bastante. 

Vladik despegó la espalda de la pared, y una vez recto se dispuso a dar un par de pasos hacia él. Sin embargo, después de apenas mover sus pies unos centímetros, su mirada se deslizó tras la figura del soldado, encontrándose con unas piernas esbeltas y una tela negra que aparecía a la altura de unos glúteos parcialmente al aire libre. Entonces la sonrisa de Vladik cambió, transformándose en una juguetona.

–Ah –musitó—, ahora entiendo.

Su mirada subió a los ojos del moreno. Alisa mantuvo su cara oculta tras el hombro del soldado. Harkan cambió de posición. Su cuerpo, que antes había estado de cara a su compañero, se fue girando poco a poco, hasta que su pecho miraba hacia ella y él giraba la cabeza un poco para poder observar a Vladik. Sin mirarla, le soltó la mano. Y Alisa se sorprendió cuando esta le pasó por la espalda baja, rodeándole la cintura. El muchacho la atrajo entonces hacia sí, pegándola a él todo lo que pudo. Alisa contuvo el aliento.

—Nosotros seguiremos con una segunda ronda —apuntó el rubio. Metió sus manos en los bolsillos de su mono militar. Harkan mantuvo su rostro relajado. Poco a poco, haciéndose el despreocupado, fue avanzando, guiándola a ella con un fuerte agarre en su cintura. Vladik habló de nuevo, insinuante y con una pizca de entretenimiento en su voz—. Diviértete.

El moreno se limitó a asentir, y entonces volvió su vista hacia el frente. Ambos empezaron a subir las escaleras que daban a las suites. Cuando pusieron el pie en el primer escalón, les llegó un nuevo comentario de Vladik, que ya les daba la espalda y se disponía a volver al salón VIP. 

—Cuando acabes puedes venirte a la mesa.

Harkan pareció hacer caso omiso a su compañero. Subieron los escalones poco a poco, intentando ser lo más naturales posibles. El rubio llevaba unas copas de más. A Harkan le seguía sorprendiendo lo rápido que aquel chico se atontaba bajo los efectos del alcohol. No estaba de más seguir teniendo cuidado por si se le ocurría alguna tontería.

Rey de corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora