Echó unas rápidas miradas a los dos hombres que la acompañaban en aquella partida abanderada por la sangre. Barajar era un beneficio ahora que eran impares. Al ser elegida de nuevo por el soldado para cumplir la tarea, le tocaba una carta menos que a los demás. No estaba segura de si los demás eran conscientes de eso, pero esperaba que no. De momento no había recibido ninguna mirada de odio, por lo que sospechaba que estaban más pendientes de sus propias cartas y pensamientos que de lo que ella pudiera hacer o no hacer.
No sabía si el guarda la había escogido a sabiendas, aunque tenía el ligero presentimiento de que era consciente del beneficio que le estaba otorgando. Había sido obediente y de alguna forma la había elogiado por su valentía. Quizá la estuviese premiando por su comportamiento. O quizá todo eran alucinaciones suyas y tan solo pura casualidad.
Pensando en ello no se dio cuenta de que Zombie ya hacía un tiempo que había tirado y que ella aún no había hecho ningún nuevo movimiento. El pelirrojo carraspeó y Alisa alzó sus ojos hacia él, que la observaba con el ceño fruncido.
—Guapa, usa bien tus cartas y espabila, no tenemos toda la noche.
Las miradas taladrantes de los demás le atravesaron la sien. Alisa tragó saliva. El dos de bastos ya estaba colocado en su sitio, por lo que Alisa meditó bien su siguiente jugada en un lapso de tiempo corto. No podía arriesgarse a enfadar más al soldado. Pronto tuvo claro lo que iba a hacer. No pensaba destapar ambos lados de las espadas para que sus compañeros siguiesen poniendo más cartas. Cuanto más tiempo mantuviese aquella zona bloqueada, mejor. El siete y el ocho de bastos eran también suyos, por lo que tenía todo bloqueado menos las copas, que era lo que le interesaba que avanzase para poder poner las dos cartas más altas del palo. Con calma, agarró el seis de bastos y lo deslizó por la madera hasta colocarlo en su sitio.
Ojosrojos reaccionó al instante, como si ya se hubiese esperado un movimiento como aquel por parte de la chica. Pero era predecible, Alisa no había dejado más puertas abiertas que aquella. Si podía tirar bien, y si no le tocaría pasar. Por suerte para Alisa. Puso el ocho de copas en su sitio.
Zombie tampoco se lo pensó mucho antes de colocar el uno de bastos. Alisa no se había acordado de la existencia de aquella carta, pero tampoco influía en nada. Siguieron estando forzados a tirar cuando Alisa escogió el siete de bastos en su siguiente turno. Con aquel movimiento, el efecto para los demás jugadores era el mismo que si la muchacha hubiese decidido pasar, seguían estando obligados a sacar aquellas cartas que no querían tirar.
Alisa llegó a oír el flojo gruñido que vibró en el pecho de Ojosrojos. Parecía sentirse acorralado y estaba claro que no quería sacar alguna carta en concreto, pero parecía que no le quedaba más remedio. Con mala gana lanzó el nueve de copas junto al ocho y Alisa alargó los dedos para ponerlo recto. Algo similar ocurrió con Zombie, que le lanzó una mirada de soslayo la mar de acusadora, como si sospechase que no podía seguir avanzando por su culpa. Alisa no sonrió, pero se sintió victoriosa cuando vio que la polvorosa mano del hombre se estiraba para dejar el diez de copas sobre la mesa.
La muchacha decidió ser benevolente con ellos, y como tenía todo capado y los pobres no podían avanzar más a no ser que alguien sacase el cinco de oros, en su turno echó el ocho de bastos. Con la mirada puesta sobre sus propias cartas, Alisa no vio como el pelirrojo, que ahora estaba situado tras ella, fruncía el ceño aún más, confundido por su jugada y por haber desperdiciado tremenda oportunidad. Aun así, Alisa sentía que lo tenía todo controlado hasta cierto punto.
Alisa miró de reojo a Ojosrojos, esperando que tirase el nueve de bastos que suponía que tenía. Lo cierto era que entre sus opciones también había barajado lo que podía pasar fuera, una vez que la partida hubiese acabado. No quería ganar la partida para nada más salir ser aplastada por las manos del delincuente. Lo mejor era hacerle pensar que no lo tenía todo ganado y que el juego seguía un curso normal.
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Rey de corazones
FantasyVeltimonde; un reino de ensueño para muchos, pero un infierno para otros. La regulación de crímenes por parte del ejército de corazones y su reina es tan estricta que para muchos el simple hecho de seguir viviendo es pecar. Alisa lo intentará todo...