Darko Mika.
Su nombre le provocó un cosquilleo en la espalda. Así se llamaba, pensó. De ahí la D. Pero la información que vino después le hizo abrir mucho los ojos y estar a punto de ponerse en pie, tentada a agarrarse al televisor. La cadena de su tobillo se lo impedía, pero aun así se incorporó por completo en su sitio, separando la espalda de la pared para inclinarse hacia delante, sin creer lo que escuchaban sus oídos.
«Pese a mi ausencia mediática, la mayoría debería conocerme. Hoy estoy aquí para dar un par de noticias de suma importancia. Mi padre, el Rey, ha muerto. Y como su sucesor directo, en unos días heredaré el trono».
¿El hijo del Rey? No podía ser. Era imposible. ¿Cómo demonios iba a encontrarse con el mismísimo príncipe heredero a cientos de kilómetros de la capital? Aquello no habría ocurrido ni en sus mejores sueños. Además, un príncipe jamás andaría por ahí solo de noche, no siendo alguien tan importante.
Se le había secado la garganta, probablemente por culpa de no aceptar aquel dichoso vaso que habían dejado para ella, aunque no le habría extrañado que fuese por pura consternación. Había mencionado su ausencia mediática. Era cierto que recordaba haber visto cuando era pequeña a un niño de pelo negro junto a los Reyes, pero jamás se había fijado en su cara. Y aquel muchacho tenía una cara ciertamente única, reconocible entre un mar de gente. Desde entonces, no recordaba haber visto mucho más al hijo del Rey. Cuando aún vivían en el sótano de Zurith, en las noticias habían hablado de él, alegando que durante todo este tiempo había estado evitando las cámaras. Y también habían mencionado los rumores sobre que el Rey estaba enfermo.
Y ahora el Rey había muerto. Parecía que aquellas supuestas noticias falsas no habían sido tan solo un rumor, después de todo. Ahora su hijo anunciaba que iba a tomar su puesto, y Alisa no supo qué esperar de él. ¿Cómo sería el futuro de Veltimonde con este repentino cambio de monarca?
Justo en aquel instante cayó en la cuenta de algo. Había dicho que se llamaba Darko Mika. Pero si de verdad era el hijo del Rey... ¿no debería ser Darko Rosenvita? Valentin Rosenvita había sido el nombre del célebre monarca que le había precedido. Todo el mundo en Veltimonde sabía que aquel era el nombre de su padre. No tenía sentido que su hijo se llamase de otra forma, a no ser que fuese un hijo ilegítimo, bautizado bajo el apellido de un padre adoptivo falso.
—¿Por qué se llama Mika? ¿No es un Rosenvita? —preguntó Alisa en voz alta.
Por un momento, pensó que no iba a obtener respuesta alguna. Pero la doncella de cabello marrón respondió con tono firme.
—Su alteza ha preferido adoptar el apellido de su madre.
Pese a haber respondido a sus dudas, la muchacha no le dirigió mirada alguna. Su vista se mantuvo puesta al otro lado de la celda mientras mantenía una pose servicial. Alisa volvió la vista a la pantalla. ¿Su madre?
Aunque jamás había estado demasiado al corriente de los acontecimientos del mundo, mucho menos de los relacionados con la familia real, los pocos conocimientos que tenía parecieron flotar ante ella hasta mostrarse ante sus ojos. Lo recordaba. Nao Mika había sido la Reina durante unos años. Era extranjera, de un país más allá de la frontera sur de Veltimonde. Había oído que en su momento había habido mucho revuelo respecto a su repentino matrimonio con Valentin Rosenvita. Lo cierto era que el pueblo no la había querido al principio por no ser del reino, o eso tenía entendido.
Sabía que había muerto joven, hacía alrededor de seis o siete años, cuando ella aún estaba con sus padres. Le habían dicho que era una mujer muy cálida y bondadosa. El pueblo había tardado en aceptarla, aunque al final habían visto su bondad, pero cierto sector jamás aceptó del todo el hecho de tenerla como reina. ¿Sería por eso que había adoptado su apellido en vez del de su padre? Ahora que lo pensaba, ambos eran muy parecidos físicamente: ojos rasgados, pelo liso negro y piel blanquecina como la leche.

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Rey de corazones
FantasyVeltimonde; un reino de ensueño para muchos, pero un infierno para otros. La regulación de crímenes por parte del ejército de corazones y su reina es tan estricta que para muchos el simple hecho de seguir viviendo es pecar. Alisa lo intentará todo...