Definitivamente, Harkan se había equivocado.
Finn seguía siendo el mismo de siempre. Ni aunque estuviese solo se comportaba como es debido. Harkan tenía la firme creencia de que el pelirrojo consideraba el mundo como su patio de juegos personal. Jamás entendería cómo había llegado aquel energúmeno a la Vanguardia de corazones y cómo no la había liado antes para que lo expulsasen. A veces parecía un angelito, pero Harkan conocía su trasfondo y no se dejaba engañar. Puede que en realidad no estuviese actuando y simplemente fuese algo bipolar, pero aquello le molestaba aún más.
Lo que sí sabía era que Fintan se recreaba en el mal ajeno para su propio disfrute. Le gustaba la bulla y la pelea. Por eso siempre que habían estado en el mismo pelotón se había metido con él para buscarle las costillas. Lástima que los mocosos como él no le interesaban en absoluto. Al ver que no le afectaba nada, siempre acababa rindiéndose y se hacía el gracioso con los demás, pero Harkan era consciente de que no le caía bien y de que más tarde lo volvería a intentar. Aunque por el medio lo viniese a buscar como si fuese su hermano mayor.
Sí, su relación era complicada.
Para ser sinceros, cuando escuchó el tiro estuvo a punto de entrar, pero se detuvo en cuanto vio que Alisa seguía de pie a un lado del muerto. La vio temblar y derrumbarse en el suelo mientras observaba con los ojos muy abiertos el cadáver a su lado. Harkan se quedó quieto en su sitio, aún alerta. Si no hubiese sido ese chico, Alisa habría sido la que se habría desplomado en el suelo sin vida y él no podría haberlo evitado.
Estaba tenso, sí. Cualquier otro soldado lo habría hecho estar al tanto de la situación sin muchas preocupaciones. Pero conocía el carácter impredecible de Finn y sentía que no podía permitirse ni un segundo de tranquilidad. Ya lo había demostrado nada más comenzar, y Harkan tenía la sensación de que aquello no había hecho más que empezar.
Alisa observó el manojo de cartas con desconcierto. Le resultaba realmente extraño que cambiasen sus cartas por las de otro lugar. La mirada imponente del guardia pelirrojo se posó sobre ellos al ver que nadie se ofrecía voluntario para seguir su orden. Suspiró con pesadez y se llevó la mano al pantalón. Cuando los ojos de Alisa captaron a su supervisor, vio que caminaba de nuevo alrededor de los cuatro y se rascaba la sien con el cañón de su pistola.
—Veo que no tenéis ganas de jugar.
Su tono era bromista, pero Alisa notó un matiz de fastidio en su voz que provocó que el nudo en su estómago se acrecentase.
Aquello era una amenaza en toda regla. Los tres hombres se miraron totalmente mudos. Sus manos parecieron dudar, y pudo ver algunos movimientos en falso de Ojosrojos, que había alargado la mano hacia las cartas pero se había detenido a medio camino. El ruidito de desagrado del muchacho no pasó desapercibido para Alisa, que se lanzó a por la caja. Apoyó medio cuerpo sobre la mesa de madera y las agarró antes que los demás. Narizón la observó receloso, no parecía tener claro si había sido mejor que la chica cogiese la caja o si en realidad debería haberlo hecho él. Pronto sabría la respuesta a esa incógnita.
Finn se situó al lado de Alisa y la observó con una sonrisa de dientes blancos. Parecía complacido, como si estuviese viendo a un perro que acababa de conseguir hacer su primer truco.
—Buena chica —dijo, y apoyó la mano sobre su hombro. Alisa la sintió pesada, como si fuese de hierro y se estuviese hundiendo en su piel. Pronto la retiró, pero no guardó la pistola—. Parece que sí que hay alguien con coraje. Qué curioso que sea la más joven.
Zombie agachó la mirada. Sus uñas negras estaban clavadas con fuerza en el borde de la mesa.
El pelirrojo dio unos pasos más por la estancia evaluando el ambiente y se detuvo de nuevo, justo en el hueco entre Narizón y Zombie. Ella y Ojosrojos estaban justo frente a él, pero extrañamente Alisa sintió que ella era la que estaba en su punto de mira. Dio una pequeña palmada, pistola en mano, antes de volver a hablar.
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Rey de corazones
FantasíaVeltimonde; un reino de ensueño para muchos, pero un infierno para otros. La regulación de crímenes por parte del ejército de corazones y su reina es tan estricta que para muchos el simple hecho de seguir viviendo es pecar. Alisa lo intentará todo...