— Esto está a reventar.
Los ojos de Kane Clover se deslizaron con ligereza desde la barra hacia la entrada principal justo en el momento en que cinco muchachos cruzaban el umbral de la puerta. Eran aproximadamente las dos de la mañana. El As de tréboles se hallaba en su hora punta. Se fijó en sus trajes, grises como la neblina de la calle, de tela recia, y en sus expresiones descaradas y relajadas. A Kane se le hinchó la vena del cuello. Fue algo a penas perceptible. Estaba acostumbrado a aquel tipo de visitas, a aquella gente también le gustaba divertirse al fin y al cabo. Siguió con su faena, apoyando sus antebrazos curtidos sobre la madera del interior de la barra. Con un bolígrafo en la mano se dispuso a mostrar al público lo concentrado que estaba en aquellas cuentas que estaba haciendo, frunciendo el ceño, a pesar de que probablemente el señor Clover era el ser humano con la percepción del espacio más sagaz y aguda de todo Veltimonde, y su mente no estaba precisamente puesta en aquellas hojas de papel.
Los soldados entraron al establecimiento con paso relajado y juguetón. Era evidente a la vista que venían con intenciones de pasárselo en grande y de beber largo y tendido. Iban bromeando entre ellos, dándose golpes amistosos en los brazos como quien anima a su amigo a declararse o a hacer algo extremadamente absurdo. Dos de ellos iban a la cabeza, parecían los oficiales de mayor rango del grupo. No llegaban a los treinta años. Hablaban tranquilamente, con calma. Detrás los seguían dos más, los más animados. Echaron el brazo sobre los hombros del último, que a penas acababa de traspasar la puerta de cristal e iba más rezagado. El muchacho parecía estar más serio y callado. Kane, que observaba con el disimulo de un lince desde la barra, no pudo leer ninguna expresión en su rostro. Sus dos compañeros lo zarandearon, como animándolo un poco para que se uniese a la atmósfera jaranera del club. Uno de ellos le apretó ligeramente el pescuezo mientras le decía algo al oído. Consiguieron que una de sus comisuras se curvara unos milímetros hacia arriba, en un atisbo de sonrisa. Los soldados insistieron y acabó mostrando un poco los dientes al sonreír levemente. Aunque aquel gesto duró poco. En cuanto llegaron a la barra volvió a ese semblante serio suyo. Kane supuso que debía ser su expresión natural, su rostro relajado. No todo el mundo tiene por defecto una sonrisa en la cara mientras, simplemente, respira y se distiende.
Los dos oficiales mayores preguntaron si había alguna mesa libre en el salón VIP, a lo que el jefe del establecimiento respondió con una incógnita. Les pidió que esperasen un momento mientras se dirigía hacia una de las camareras que se encontraba de turno en el comedor. Le pidió a la chica que echase un vistazo a la sala, a ver si quedaba algún hueco libre, y la empleada desapareció tras la cortina.
— Todo el mundo dice que este sitio es muy bueno, hoy veremos si es cierto —comentó uno de los muchachos con una risita. Kane escuchó lo que decían mientras miraba sus papeles, como si no les hiciese demasiado caso.
— Me han enviado pocas veces a Zurith y no he tenido ocasión aún de visitar este sitio. De momento pinta bien —comentó el de mayor rango. Giró la cabeza hacia atrás, mirando a uno de ellos—. Harkan ha frecuentado más la zona, ¿has estado tú alguna vez aquí?
El muchacho, que aún tenía el brazo de uno de sus compañeros reposando sobre sus hombros, negó brevemente, sin que su semblante cambiase demasiado.
—Como era de esperar —exclamó el que tenía el brazo sobre él—. Le hace falta salir más a menudo, puede que no supiese de su existencia. Y con lo reservado que es, si lo conocía seguramente no ha querido venir con nadie.
— He oído hablar mucho de este lugar, pero no he tenido ni el tiempo ni las ganas de venir —aseguró él, mirando al frente. El otro se rió y le contestó en tono jocoso.
— Venga ya, en realidad estoy seguro de que no has encontrado compañeros mejores que nosotros con los que venir— ante el silencio del chico, que había decidido ignorar completamente el comentario, le apretó el hombro— me conmueves.

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Rey de corazones
ФэнтезиVeltimonde; un reino de ensueño para muchos, pero un infierno para otros. La regulación de crímenes por parte del ejército de corazones y su reina es tan estricta que para muchos el simple hecho de seguir viviendo es pecar. Alisa lo intentará todo...