47: Pelea Tormentosa

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      Ambos caemos contra el suelo. Siento su rodilla impactar contra mi costado y como logra ponerse sobre mí. La mochila me molesta y limita mis movimientos, ha sido un error no deshacerme de ella pero ahora ya no tengo oportunidad.

     Agarro su cuello con mis brazos y lucho por volver a girar y quedar sobre él, en esta posición no tengo oportunidad alguna de asestarle un golpe, ni siquiera creo poder defenderme correctamente. Su puño me golpea y aprovecho para empujar su hombro y deshacerme de él.

     Me levanto rápidamente y lo agarro por la tela de su chaqueta tan pronto como vuelve a abalanzarse sobre mí. Estamos empapados y eso no ayuda a crear agarres firmes, hemos practicado diferentes técnicas cientos de veces durante las clases, pero ahora mismo hasta el agarre más simple termina por escurrirse entre nuestras manos.

     Aquí viene otra vez. Es más fuerte y corpulento que yo, en cuando esté un poco cansado me será difícil deshacerme de sus agarres, necesito ganar ventaja ahora que aun puedo. Consigo agarrar uno de sus brazos y derribarlo moviendo una de sus piernas con la mía hasta que pierde el equilibrio. Ahora él está en el suelo y yo de pie, eso me da una clara ventaja en la pelea. Apoyo la rodilla sobre sus piernas para inmovilizarlo y poder golpearlo con los puños, pero antes de tener oportunidad de asestarle el primero él ha alcanzado algo de su bolsillo y lo ha usado contra mí.

     Grito. Mi pierna está sangrando y tengo que levantarme y alejarme de él para protegerme. Él se levanta del suelo, mostrando satisfecho el cuchillo de combate que tiene en su mano.

     —Las normas eran solo para el arma de fuego —se mofa.

     Me ato mi pañuelo sobre la herida que no deja de llenar de sangre la pernera de mi pantalón, sin dejar de observar como el rubio se acerca lentamente en posición de ataque.

     Ya ha dado su primer golpe, va en serio con esto y sé que no me va a dejar hasta que no me dé levantado o me rinda. Saco mi cuchillo del pantalón, si así lo quiere yo también jugaré en serio.

     Dejó que vuelva a acercarse, estoy herido y empiezo a estar cansado, lo más inteligente ahora será reservar la mayor cantidad de energía posible. Su brazo cae sobre mí como un aspa, me muevo para esquivarlo y lo imito, tratando de alcanzar su cuerpo con la hoja. Volvemos a apartarnos, para segundos después volver a intentarlo.

     Consigo hacer chocar mi codo contra su mandíbula, una vez nos separamos para esquivar la cuchilla del otro. Le oigo gruñir y se vuelve a abalanzar sobre mí, esta vez más enfadado. Vuelvo a esquivarlo, es del tipo impulsivo, cuando se enfada no piensa cual será el mejor movimiento y simplemente se abalanza sobre su contrincante, eso es un punto a mi favor. Uso su impulso para hacerlo rodar sobre mi espalda y tirarlo al suelo con dureza y no puedo no admirar el resultado de todo el entrenamiento de autodefensa que nos han dado. Él aprovecha para patear la herida de mi pierna y el dolor me hace caer al suelo. No sé cuando ha logrado subirse sobre mí, pero ahora presiona su cuchillo sobre mi cuello mientras clava su mirada en mis ojos.

     — ¿Eres consciente de que podría matarte ahora mismo? —trata de intimidarme, pero no lo consigue.

     —Me encantaría ver la explicación que les das a los instructores cuando me encuentren aquí con la garganta cortada.

     No puede matarme. Es lo suficientemente listo para no hacerlo.

     —Estás en lo cierto —ríe y aleja el filo de mi cuello—. Pero no creas que hemos terminado.

     Vuelvo a levantarme y él me espera unos metros más allá, dispuesto a recibir mi próximo ataque.

     —Aun podemos dejar de lado los cuchillos —propongo. Ambos hemos recibido cortes y nuestro uniforme está repleto de sangre y lodo, seguro que a los instructores no les gustará.

     — ¿Tienes miedo de lastimarte? —se burla, pero tira lejos su arma— Está bien, chico promesa. No lo necesito para reventarte.

     Me deshago yo también del mío y continuamos nuestro enfrentamiento con los puños. Ambos estamos cansados y cada vez nos desplazamos más al alejarnos del otro para esquivarlo.

     Mi pie se desliza y me hace consciente de lo cerca que estamos del precipicio.

     —Si te preocupa caerte solo tienes que rendirte. Mañana podrás hablar con tus queridos instructores y pedirles que te dejen abandonar la escuela.

     —No pienso dejar la escuela —respondo. No voy a dejarlo ahora que comienza a gustarme y tampoco tengo otro sitio a dónde ir.

     —Vamos, mírate. Ya estás destrozado por todos mis golpes y esto aun acaba de empezar.

     —En ese caso terminémoslo, no necesito mucho más para que te rindas y seas tú quien se vaya de la escuela.

     Mis palabras parecen haberlo encendido, sin embargo ha sido él quien ha iniciado este asunto y lo ha llevado a lo personal. Ahora es él o yo, quien pierda tendrá que irse y yo no tengo un sitio al que volver.

     —Eres demasiado bocazas, niñato. ¿No has aprendido nada de lo que te ha contado tu hermana?

     ¿Mi hermana? ¿Qué tiene que ver ella en esto? No me ha dado tiempo a pensarlo, en pocos segundos hemos vuelto a agarrarnos de la ropa, mis brazos pasan a afirmar su cuello buscando dejarlo sin aire el tiempo suficiente para marearlo y que es rinda, mientras él lucha por deshacerse de mí. Logra derribarme, pero yo no lo suelto. Si consigo aguantar unos pocos segundos más todo esto habrá terminado. Pero él logra levantarse, mi agarre es firme y no pienso soltarlo, pero usa toda la fuerza de su cuerpo para tratar de que lo haga. Está rabioso, su cara y cuello están rojos y sé que no va a aguantar mucho más, solo tengo que seguir un poco más.

     Se tira al suelo violentamente sobre mí, de forma desesperada. Hace que lo suelte y me patea lejos de él, dejándome tirado agarrando mis costillas por el dolor. Él también parece al límite y agarra su cuello tratando de respirar con normalidad.

    — ¡Hijo de perra! —grita con voz ahogada.

     Intento moverme, pero tengo el borde justo detrás de mí. Necesito recomponerme y alejarme de ese lugar o acabará ocurriendo algún accidente.

     Él se acerca a mí y yo no puedo retroceder. Todo ha terminado, tendré que rendirme y dejar la escuela, aunque no sé a dónde podré ir. Me quedo inmóvil esperando a que se acerque, tiene una sonrisa de victoria en la cara, ha ganado.

     Mira a nuestro alrededor y se vuelve consciente de nuestra situación, de mí situación. Mira el precipicio y luego vuelve a mirarme a mí, y esta vez en sus ojos se refleja una expresión que no logro descifrar. Su bota impacta en mi pecho y me deslizo sin remedio hacia el abismo.

     — ¿¡Qué-!? —trato de protestar mientras me afirmo con todas mis fuerzas al borde, pero él ya está agachado frente a mí tratando de que mis dedos se suelten.

     No puedo pedir ayuda, de todas formas nadie me oirá aunque grite. Estamos solos en aquel lugar y Kyle y Oliver lo suficientemente alejados como para que la lluvia y el viento no les dejen oír nuestros gritos.

     Veo a Justin erguirse y su bota impactar contra mi mano, haciendo que me suelte y caiga al vacío sin remedio.

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