08: Simulacro

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     — ¡Silencio! —grita seco—. Bien, este es un simulacro de orientación en solitario. Llevarán los ojos vendados durante todo el trayecto y los iremos dejando en distintos puntos. Deben orientarse con los métodos que han aprendido en las clases y llegar a la base antes de que amanezca —explica cuando todos callamos—. Sobre su asiento, cada uno debe tener un forro polar, dos barritas energéticas, un termo con agua y un dispositivo GPS que medirá su pulso y temperatura y los mantendrá localizables en todo momento.

     —Para colocar el GPS deben de poner la parte metálica en contacto con su piel, justo debajo del pecho, y ajustar la correa alrededor del torso. Seguro que muchos lo habrán usado ya para salir a correr en alguna ocasión —Ahora es el pelirrojo quien retoma la explicación mientras avanza por el pasillo del autobús haciendo una demostración—. También deben de tener un mapa en donde están indicadas la posición de la base y la del área aproximada en donde los dejaremos. La zona rayada en rojo representa una antiguo asentamiento militar con posibles minas, bajo ningún concepto deben acercarse a ella.

     —Comprueben que todos tengan todos los útiles que les hemos mencionado y dígannos si les falta algo. Una vez salgan del autobús, si se encuentran a alguien, pueden intentar volver juntos o seguir cada uno la ruta que crea mejor. Recuerden que los que no consigan llegar a tiempo habrán suspendido esta maniobra. ¿Todo claro?

     Un unísono "Sí, Capitán" inunda todo el vehículo y no puedo evitar relacionarlo con la canción de "Bob Esponja", realmente no tengo remedio.

     Se hace extraño viajar con los ojos vendados. Llevábamos como una media hora de viaje cuando he empezado a sentir que el vehículo hacía paradas más regulares. Probablemente no nos hayamos alejado demasiado y nos hayan dado unas cuantas vueltas para confundirnos.

     Alguien arranca mi venda y tira de mi brazo para levantarme del asiento, el Capitán Mills. Agarro rápidamente mi bolsa y me dirijo a la salida. El Capitán Foster es el encargado de abrir la puerta, distingo un "Buena suerte, rubio" antes de oír cómo la puerta se cierra detrás de mí y casi puedo ver la sonrisa malévola que habrá puesto ese cretino.

     Respiro hondo en un intento de calmarme, no es momento de hacer el idiota. Miro a mi alrededor, todo es un desierto, tierra y más tierra se extiende ante mis ojos y el vehículo que me ha dejado avanza sobre ella sin darme ninguna pista de hacia dónde debo dirigirme.

     Intento recordar las clases teóricas de orientación que nos habían dado. Miro al cielo, está algo nublado pero consigo distinguir lo que creo que es la estrella polar. Oriento el mapa y visualizo mentalmente la ruta que debo seguir. Al final no ha sido tan difícil, ahora solo queda caminar y caminar.

     Llevo ya varias horas caminando y no parece que me haya movido del sitio en el que me han dejado, el paisaje es condenadamente igual. Ni siquiera me he encontrado con nadie aun, aunque por momentos he creído ver a algunas personas a lo lejos. Hace ya un rato que ha empezado a lloviznar y ahora amenaza con intensificarse. Decido abrigarme debajo de unos salientes de roca cercanos, me vendrá bien para descansar un rato y comer una de las barritas energéticas. Los pies me arden con tanta intensidad que casi puedo ver mi piel ensangrentada deshaciéndose dentro de mi calzado, juro que algún día me vengaré de ese pelirrojo.

     Vuelvo a ponerme en movimiento cuando noto que la lluvia cesa y me sorprende lo rápido que se me hace el camino esta vez. Veo por fin a lo lejos la pequeña montaña en la que se encuentra nuestra escuela y sin darme cuenta me pongo a correr hacia ella.

     Llego completamente agitado pero feliz. Las luces me ciegan momentáneamente por la cantidad de tiempo que he pasado en la oscuridad. El Teniente Brown es el primero en felicitarme por haber llegado de los primeros. Ni yo me lo creo, he sido el cuarto en llegar.

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