01: Llegada

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     Tras la presentación general que nos habían dado, pudimos volver a nuestros cuartos y tener el resto del día libre.

     Éramos muchos los que habíamos comenzado este año en la formación militar, aunque no todos por propia voluntad. Nótese nuestro caso.

     Seguí a la multitud de gente que se dirigía, como yo, al edificio donde nos hospedaríamos durante los siguientes 9 meses que dura el curso escolar. Ya habíamos estado antes allí, nada más registrarnos en el edificio principal nos habían dado una llave y un número de habitación a cada uno para que dejásemos el equipaje. Ojalá compartiese cuarto con mi hermana, aunque sabíamos desde un principio que eso no iba a ser posible, de hecho, ella se encontraba en otro edificio contiguo al nuestro, con todas las demás mujeres.

     Los cuartos eran de dos persona, asique sentía bastante curiosidad por saber quién sería mi compañero. Al llegar no había nadie allí, pensé que habría llegado antes y que estaría en la presentación, pero más tarde nos explicaron que compartiríamos cuarto con los de segundo año y que ellos estaban ya con las clases.

     Llamé a la puerta antes de entrar, un chico alto, moreno y de pelo muy rizado recogido en rastas estaba incorporado sobre su escritorio hojeando de forma apresurada unos papeles. Se giró para verme en cuanto pasé por la puerta y me saludó con una sonrisa.

     — Hola, tú debes de ser mi nuevo compañero. Yo soy Dajan, de segundo año, encantado —Se acercó a mí en dos zancadas y me tendió la mano.

     — Yo me llamo Nathaniel —La acepté intentando mostrarme lo más firme posible.

     El chico me sacaba como media cabeza, superaba de lejos el metro ochenta y su complexión estaba perfectamente formada. A su lado, yo parecía un muñeco de porcelana.

     — Encantado, Nathaniel. Siento que tenga que irme ya pero tengo prisa, tal vez luego podamos echar unas canastas —Se despidió con la mano mientras salía a toda prisa del cuarto, dejándome completamente solo.

     Aproveché el momento para deshacer mi bolso y guardar las cosas en la que ahora sería mi taquilla. No eran muchas, no necesitaba demasiadas allí. Un uniforme de campaña con un par de camisetas y calcetines extra, dos de diario y uno de gala para los eventos importantes; dos pijamas, que también eran uniformados; un neceser con artículos de higiene, mi ropa interior, toda mi documentación personal y un libro que había traído por si lo necesitase en algún descanso, aunque dudaba que eso sucediera. El uso de móviles estaba restringido al período de tiempo que abarcaba desde después de la sesión de estudio de la tarde hasta el toque de queda de la noche, asique el mío se pasaría la mayor parte del tiempo descansado en el cajón de mi escritorio.

     Miro el reloj y aun queda algo de tiempo hasta la hora en que he acordado de reunirme con mi hermana, quedamos en ir a dar una vuelta por las instalaciones otra vez, aunque ya nos las acababan de enseñar en la presentación y encontrarnos con algunos de nuestros compañeros.

     Doy otro vistazo al cuarto, no es muy pequeño pero tampoco muy grande, podría decirse que tiene lo indispensable: una litera a un lado, que ocupaba casi toda esa pared seguida de las dos taquillas; en la pared enfrentada, dos escritorios simples con un cajón cada uno. En la pared del fondo, una ventana con una repisa en donde descansaban unos pares de botas de mi compañero. No había baño independiente en cada habitación, eran comunes y estaban situados en cada extremo del pasillo, que era dividido en dos por las escaleras de acceso. Eso era lo peor que tenía, pero tampoco iba a dejar que un baño compartido me hundiese.

     Decidí bajar ya a encontrarme con mi hermana aunque aun no era la hora, pero me aburría demasiado estando solo en el cuarto. Habíamos quedado en la zona que unía los dos edificios de chicas y chicos, y que hacía que desde el exterior pareciese una sola construcción.

     El recinto militar era inmenso comparado con nuestro antiguo instituto. Había una sola entrada principal en la zona más occidental. Lo primero que se veía desde allí era el edificio principal donde estaban todas las oficinas y salas de reuniones, no era el más grande de todo el complejo, pero sí el más bonito y elegante. Entre la entrada y ese edificio estaba la Plaza de la Bandera, allí es donde tendríamos que formar todas las mañanas, antes y después de acabar la jornada de clases y en el toque de queda antes de irnos a dormir. También allí nos preparaban para la instrucción de los desfiles.

     Detrás del edificio principal se extendía la parte del recinto donde se llevaba a cabo toda la "vida" de aquel lugar. Había una inmensa pista de atletismo en la parte más central, con una pista de obstáculos dentro de su perímetro. Alrededor de ella se situaban todos los demás edificios, hacia el sur los residenciales y hacia el norte los talleres y las aulas; en la parte este se extendía la zona del campo de tiro y unas zonas verdes.

     Por fin veo a mi hermana salir del edificio y dirigirse hacia mí, me pone la mano sobre el hombro antes de que comencemos a caminar hacia la zona de tiro. En las pistas están entrenando alumnos de otros cursos, parece realmente duro y mañana seremos nosotros los que estemos ahí. Desde el exterior del campo de tiro podemos ver a otro grupo disparando a unas dianas con forma de persona, distingo a mi compañero de cuarto entre ellos y también a uno de los instructores que estaba en la ceremonia de presentación, aunque dijeron que él no nos iba a dar ninguna asignatura este año.

«...»

     Esa noche fue bastante larga, me la pasé preocupado por si no daba la talla en el entrenamiento físico, si así fuese los instructores empezarían a cogerme manía y lo pasaría realmente mal. Con eses pensamientos el sonido del despertador no tardó en llegar a mis oídos, salí de la cama con rapidez para ponerme el uniforme e ir al baño antes de que los demás comenzasen a llegar y a amontonarse. Me miro la cara en el espejo después de lavarla, realmente tengo mal aspecto.

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