45: Amistades Tormentosas

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     — ¿Grupo treinta y siete! —exclama uno de los sargentos que nos acompaña hoy.

     Es nuestro turno.

     Me pongo en pie y coloco mi mochila, ajustando bien las correas del pecho y cintura antes de dirigirme a la salida. Mis tres compañeros hacen lo mismo y los cuatro salimos del vehículo dispuestos a recoger las cosas del maletero.

     Una tienda, cuatro sacos térmicos y un set de útiles varios. No podemos olvidar nada y tampoco coger de más o nos costaría una penalización. Ayudo a Justin a sacar el gran bulto que es la tienda mientras Kyle y Oliver se ocupan del resto de cosas. En cuanto terminamos, las puertas se cierran y el vehículo se pone nuevamente en marcha hacia la próxima parada.

     —Bueno, ¿cuál es el plan? —pregunta Kyle con desgana mientras se ajusta la capucha para evitar la lluvia.

     —Montar la tienda cuanto antes, odio mojarme —protesta Oliver.

     Nos repartimos las cosas y comenzamos a avanzar despacio, aunque ninguno de nosotros hemos decidido una dirección todavía.

     —El viento viene del sur —menciono—. Se supone que empeore con las horas, deberíamos buscar un lugar en donde nos proteja de esa dirección.

     —Observador, tal como era de esperarse del chico promesa de primer año —Justin se ríe, mientras las gotas de lluvia se acumulan en su cabello, aunque parece no importarle mojarse. Él es el más alto del grupo, creo que rondará el metro noventa. Tiene los ojos azules claro y el pelo rubio cortado muy corto, la lluvia ha hecho que se le encrespe y unos tirabuzones luchan por rizarse sin conseguirlo debido a la poca longitud de la fibra. Parecería la típica figura angelical, de no ser por las fuertes facciones de su cara, que lo hacen ver mucho más masculino.

     —Dejemos unas rocas amontonadas a forma de marca —propone Kyle—, así sabremos dónde esperar el autobús mañana.

     No creo que eso sea necesario, debemos enviar las coordenadas exactas mediante el teléfono satelital a primera hora de la mañana y tampoco vamos a alejarnos demasiado para no recordar este sitio. Sin embargo los demás no parecen notar eso y yo no quiero mencionarlo, el comentario de "chico promesa" me ha dejado claro que no les hace demasiada gracia tenerme en el grupo, al menos a Justin.

      Avanzamos un poco hacia el norte, el viento nos empuja ligeramente y parece alejar de nuestras caras las molestas gotas de lluvia. Llegamos hasta lo que parece ser un precipicio, al acercarnos un poco al borde podemos ver que en el fondo discurre un río, el agua fluye con fuerza y tiene un tono marronáceo debido a la tierra y basura que habrá ido arrastrando la lluvia.

     —Deberíamos alejarnos un poco de aquí —advierte Oliver—. Es peligroso acercarse a lugares elevados cuando hace viento.

     Ninguno se lo discute y le seguimos hasta unos cientos de metros más allá. Ha dejado su cargamento en el suelo y nos propone montar la tienda allí mismo. No es un buen lugar, no hay nada que nos cubra del viento, pero ni Kyle ni Justin parecen dispuestos a comentarlo y yo por mi parte no tengo ganas de volver a quedar como un sabelotodo, de igual manera es poco probable que el viento nos arrastre estando los cuatro dentro de la tienda.

     — ¿Va en serio? —exclama Justin al abrir el paquete de la tienda— Falta una de las varillas de la estructura.

     — ¿Qué? —Kyle se apresura a acercarse a él y revisar cuidadosamente todo el contenido del paquete.

     —Deben haber sido los graciosos de los instructores... Seguro que ahora se están riendo de ello mientras se toman un café caliente en la sala de instructores —Oliver resopla, claramente le ha molestado la jugarreta que nos han colado.

     — ¿Y qué vamos a hacer ahora? Necesitamos la tienda, con esta lluvia no podemos dormir a la intemperie.

     —No te preocupes, Kyle. Por suerte sé cómo arreglarlo.

     Oliver se ha alejado un poco mientras todos lo mirábamos con detenimiento, ha partido una rama de un árbol y se ha acercado nuevamente. Con su cuchillo ha empezado a retirar todas las hojas y ha dado forma en los bordes hasta poder encajarlo con el resto de las piezas.

     — ¿Planeas sustituir la varilla por esa rama? —pregunto.

     — Sí, pero necesitaremos algo para poder unirlo de forma más estable.

     Me uno a Kyle para buscar entre los útiles y con una de las cuerdas conseguimos hacer un nudo grueso que sujete la rama a la estructura más firmemente. Con el apaño hecho, no nos demoramos demasiado en terminar de montar toda la tienda y por fin poder entrar a un lugar menos húmedo.

     —Ha sido muy ingenioso usar esa rama —comenta Justin admirando el buen resultado que ha dado—. Gracias a ti tenemos un techo donde resguardarnos.

     —En realidad, es gracias a mi padre —explica—. Solíamos ir mucho de acampada cuando era pequeño y bueno, él es un militar friki de todas las cosas militares.

     — ¿Tu padre es militar? ¿Por eso entraste en la escuela? —pregunta Kyle, de quien por fin puedo ver su apariencia al quitarse el traje de lluvia.

     Su pelo es de color castaño claro, al igual que sus ojos que parece que brillan más al escuchar las historias de Oliver. Es bastante delgado en comparación con los otros dos chicos, e incluso conmigo, y su piel está ligeramente bronceada a pesar de que estamos en invierno.

     —Bueno, más bien acabé aquí porque tuve una adolescencia un poco... cómo decirlo, rebelde —se ríe el moreno, lo que lo hace parecer mucho más amigable—. Mi padre me amenazó muchas veces con enviarme a un sitio así hasta que finalmente lo cumplió.

     —Asique tú también entraste aquí por un castigo...

     — ¿Entraste por un castigo? —pregunta el rubio sorprendido— Cuesta imaginarlo viniendo de ti.

     —Siendo exactos no fue un castigo, más bien una lección de vida —explica el menor—. Mis padres viven en el pueblo y estaban preocupados de que fuese un chico demasiado blando y me mandaron aquí para "hacerme un hombre". Cómo si aprender a pelearme y correr mucho me fuese a ayudar a cosechar patatas.

     —Supongo que eso me cuadra más. ¿Y qué hay de vosotros dos?

     —Vengo de una familia militar, mi padre, mis tíos y todos mis antepasados lo han sido asique supongo que es algo que llevo en la sangre —responde Justin, quien enseguida posa su mirada en mi—. Imagino que nuestro chico promesa tendrá un motivo similar.

     —En realidad, no. Mi motivo es similar al de Oliver, mi padre me envió aquí como un castigo —Por supuesto, no quiero entrar en detalles acerca de los problemas de gestión de ira en mi familia con desconocidos, y tampoco me viene bien ser más el centro de atención de lo que ya soy con una historia increíble.

     —Y has logrado destacar aunque no hayas venido por gusto, seguro te has esforzado para conseguirlo.

     Las palabras de Kyle son amables y, sin embargo, siento que no ha sido tan duro como él se está imaginando. Al final sí estoy aquí por gusto, porque prefiero esta a mi casa.

     Por el contrario, Justin no parece especialmente contento con mis explicaciones. Para él esto es algo serio, supongo que no le hace gracia que un cualquiera haya conseguido hacerse popular simplemente por coincidencia.

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