Hemos visto como conducía hacia la puerta de la base, alejándose de nosotros. Mi hermana se ha dado la vuelta y se aleja en dirección contraria murmurando algo enfadada. Los otros dos hombres ya se habían marchado hace un rato, tras desearle buena suerte. Y yo permanezco allí, helado.
No, no puedo dejar que vaya él solo. Mis piernas comienzan a moverse solas y para cuando me doy cuenta, estoy corriendo detrás del coche con todas mis fuerzas...
Consigo ponerme a su par y saltar hacia la puerta del copiloto, aferrándome con fuerza mientras intento abrirla. Juraría que la velocidad disminuye un poco y por fin consigo meterme dentro, totalmente agitado por lo que acabo de hacer.
—Estás loco —Al contrario de lo que habría esperado, su voz suena suave, como si fuese incapaz de enfadarse nunca, aunque sé de sobras que no es así.
—"Adentrarse solo en una misión es un acto osado" —consigo pronunciar una vez mi respiración se ha calmado un poco.
—Me pregunto quién habrá sido el estúpido que te ha enseñado eso.
Está serio, pero aun así puedo sentir como se está riendo internamente, al recordar las frases que nos ha repetido cientos de veces con el resto de instructores.
—Podría haber acelerado, no me habría costado nada haberte dejado atrás —admite sin apartar la mirada de la carretera.
¿Qué quiere decirme con eso? ¿Que ha conducido despacio esperando que yo lo siguiera?
— ¿Te arrepientes? —le pregunto.
—En absoluto —Ahora se ha girado para mirarme a los ojos, mientras sonríe con dulzura. Si no lo conociese, pensaría que se ha tomado algún tipo de droga que le haga estar así.
—Cuéntame lo que ha ocurrido —le pido tras aclararme la garganta.
—Tenía pensado contároslo de todas formas cuando lo arreglase, tú y tu hermana ya sabéis demasiado sobre esto —se justifica—. Han determinado que el ataque a la escuela fue provocado por dos ex miembros de la Organización en la que estuvo infiltrado Mills. Parece ser que han salido de la cárcel recientemente y de alguna forma se enteraron de su actual trabajo, asique decidieron tomar venganza.
»Esta mañana, cuando me llamaron, fue para informar que los habían localizado y abatido. A ella y sus cómplices.
—Que haya desaparecido ahora no es coincidencia, tal vez no los hayan abatido a todos... —planteo. Sin embargo, ¿sería tan descuidado para ir él solo a zanjar este asunto?
—Él no iría a buscarlos solo —afirma, casi leyéndome la mente —. Sea lo que sea, no me da buena espina.
«...»
Ha parado el coche en un solar, al lado de lo que parecía ser una fábrica abandonada. Nos hemos bajado y hemos cargado entre los dos las armas que llevaba en la parte trasera.
Un coche igual al nuestro estaba aparcado un poco más allá, junto con otro negro más pequeño. Mills estaba aquí y no estaba solo.
—Quédate detrás de mí.
Asiento, y entramos sigilosamente a ese lugar. Si el estado por fuera es lamentable, por dentro ese adjetivo se le queda corto. Gran parte de las paredes están cubiertas por humedad, quizás por el hecho de que todo el tejado está lleno de agujeros de todos los tamaños imaginables; y las partes metálicas del suelo y las escaleras están completamente oxidadas y próximas a la corrosión.
Se oye un golpe seco detrás de una de las paredes metálicas del lugar, el pelirrojo me hace una señal para que lo siga rápidamente. Nos agachamos detrás de un viejo generador, intentando averiguar qué ocurre sin ser vistos.
Evan está en medio de aquella sala, hablando con una chica rubia de pelo corto, una cabeza más baja que él.
—Jodie —Castiel parece aturdido, ha abierto exageradamente sus ojos cuando la ha visto.
— ¿Es su... novia? ¿A la que mataron? —pregunto, recordando la historia que nos había contado el chico.
—Ayer me enseñó una foto. Pero no puede ser ella, la vio morir delante de él —deduce, negando con su cabeza repetidas veces—. Además, esta chica parece una adolescente. Es imposible que se trate de ella.
Ahora yo también estoy confuso. Vuelvo a asomarme para tratar de verla mejor. Como mi compañero ha comentado, la chica que estaba allí de pie era una adolescente. Diría que incluso parece más joven que mi hermana...
Ha empujado a Mills, quien ha caído al suelo, y le ha proporcionado una patada mientras le gritaba algo que no alcanzo a entender. La veo retroceder mientras se ríe. El chico sigue tirado en el suelo, semi incorporado con la fuerza de sus brazos. ¿Pero qué le pasa? Es fuerte, probablemente no le costaría nada deshacerse de alguien tan menudo como esa chica. ¿Por qué se deja pegar? ¿Por qué no se defiende? ¿Acaso no puede porque se parece a su novia?
—Voy a intervenir, no salgas de aquí. Es una orden —susurra y me mira amenazante mientras se coloca el rifle por encima del hombro, listo para usarlo de ser necesario.
—Ten cuidado.
Asiente y salta por encima del generador, sorprendiendo a los presentes.
— ¿Qué haces aquí? —reacciona el pelinegro cuando lo ve.
— ¡Aléjate si no quieres que le vuele la cabeza a tu amiguito! —amenaza la chica, agarrando al moreno del brazo mientras le apunta con un arma directamente a la cabeza.
La situación ha empeorado, ¿y yo tengo que quedarme aquí agachado sin hacer nada más que mirar?
—Mills, ¿a qué mierdas estás jugando? —pregunta enojado— Tú, deja el arma en el suelo, princesita, no querrás hacerte daño.
Ágilmente ha empuñado su rifle y apunta a ambos, sin dudar ni un segundo de lo que hace.
— ¿Estás seguro de querer disparar? Nos matarás a los dos.
— ¿Quién coño eres? Sé de sobras que no eres Jodie, ella está muerta. ¿Me oyes, Mills?!
El chico no reacciona ni con las palabras del pelirrojo. ¿Qué le pasa? Se supone que es un oficial perfectamente entrenado para afrontar este tipo de situaciones, incluso si entremezclan su vida personal. Además, ella no es su novia, es una tía que intenta matarlo. Es más, probablemente esté relacionada con ese asunto. ¿Por qué no la mata? ¿Por qué no se venga de lo que le han hecho a su novia?
—Jodie Cruz... Parecía buena chica, pero estás en lo cierto, no soy ella. Ella fue tu castigo, ¿no es así, Evan Mills? O, ¿debería llamarte Mason?
— ¿Quién coño eres? ¿Y quién demonios es Mason? ¡Responde! —la voz del chico es ahora más seria y dura. Me llego a cuestionar si en verdad siente miedo, aunque con toda la adrenalina del momento, ¿es siquiera posible que lo sienta?
Pero antes de que pudiera volver a interrogarla, ha disparado su arma rápidamente contra él. Abatiéndolo de un disparo y dejándolo tirado en el suelo.
Se me hiela la sangre.
Castiel...
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Efímeros
RomancePrimer libro de la saga SOMOS. La vida cotidiana de Nathaniel termina el día en que se ve obligado a asistir a una escuela militar. Ni su cuerpo ni su mente están hechos para pertenecer a este lugar, pero él ya ha diseñado su plan de supervivencia:...