28: Incertidumbre

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     El aire me golpea con insistencia y yo lucho por mantener la postura. La anterior vez iba con un instructor, pero ahora tendría que ser yo quien buscase la mejor zona para aterrizar. Distingo un paracaídas entre los árboles, el de Owen y Mills; el de mi hermana se ha abierto hace unos segundos y yo sigo cayendo libremente. Inclino un poco mi cuerpo, intentando dirigirme hasta una zona algo más despejada de árboles, exitosamente. Tiro de la anilla del paracaídas, rezando por que este se despliegue, y lo hace; un tirón firme golpea mi cuerpo y ahora desciendo poco a poco hasta el suelo.

     Consigo tomar tierra, no lo calificaría como el aterrizaje más elegante del mundo pero, al menos, sigo de una pieza. Me libero torpemente del paracaídas y lo dejo recogido en una pelota, no sé si alguien conseguirá desliar todas las cuerdas, aunque tampoco sé si planean recuperarlo. De todas formas, la avioneta acabará impactando contra una montaña deshabitada, qué importan un par de paracaídas.

     Me pongo en camino hacia la salida del bosque, calculo que quedará a poco más de un kilómetro de donde he aterrizado si camino todo recto. Esto me recuerda al simulacro de orientación, con la diferencia de que ahora aún es de día y de que nuestro destino final aún es incierto.

     Los capitanes han hablado de resguardarse unos días en una cabaña de esta montaña, mientras pasa el peligro. No sé los detalles, pero tiene que haber sido bastante grave como para que se tomaran todas estas medidas con los instructores. Mills estaba bastante malherido, asique supongo que él se habrá visto involucrado directamente en el atentado.

     Cuando llego al punto de encuentro todos están ya allí. Bueno, todos menos el pelirrojo. Ralentizo mis pasos, como si así le fuese a dar más tiempo para llegar.

     —No has visto a Foster, ¿no? —Niego con la cabeza a lo que me ha preguntado mi instructor. Si lo hubiese visto me habría reunido con él— Descansemos un momento aquí.

     A él tampoco le gusta la idea de dejarlo atrás, pero todos sabemos que ha dado esa orden con un motivo y que no podemos esperarle indefinidamente. El niño ha sido el único que ha dicho algo después de eso, rompiendo el silencio.

     —Hay humo en la montaña desde poco después de que tomásemos tierra, asique la avioneta ha debido chocar sin problema.

     —No creo que haya mucho problema para hacer chocar una avioneta.

     El mayor le ha respondido y se ha sentado en el suelo a beber algo de agua de su cantimplora. Le imito, vuelva o no tendremos que caminar un buen rato, supongo.

     — ¿Creéis que ha podido pasarle algo? —ha preguntado esta vez mi hermana. Parece que ella también está preocupada.

     —Negativo. ¿Has oído alguna vez eso de "mala hierba nunca muere"? Foster es uno de los mejores pilotos que conozco y también un gran soldado. Conoce el cielo y esos trastos como nadie.

     —Te has olvidado de lo de "además de ser un hombre muy atractivo y un gran partido".

     Castiel. Había estado recorriendo con la mirada todos los rincones para ver si le veía llegar, pero ha aparecido sin que me diese cuenta de su presencia. Tiene algunos rasguños, como todos, pero aparte de eso parece que está bien. Me tranquiliza saber que no ha tenido problemas con la maniobra. Se ha acercado a donde estábamos y ha apoyado una de sus manos sobre mis hombros.

     —Y además, modesto —Veo al niño girar los ojos y apoyarse en el tronco de un árbol.

    — ¿Veis lo que os había dicho? Es como una cucaracha, ni una bomba nuclear nos libraría de él.

     El pelinegro se ha levantado del suelo torpemente y se ha acercado a él para darle una palmada en la espalda. Inesperadamente, lo ha agarrado de la chaqueta y le ha propinado un puñetazo en el estómago.

EfímerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora