37: Un nuevo inicio

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     Castiel conduce, Mills mira por la ventanilla y Su, Owen y yo, vamos en la parte trasera del vehículo que nos han alquilado. Todos en completo silencio.

     Esta mañana por fin nos han llegado buenas noticias, el Comandante se ha comunicado de nuevo con los instructores para explicarles la situación actual. Al parecer la situación se ha solucionado y han dado órdenes de restablecer las clases en otro lugar, aunque a nosotros no nos han querido contar ningún detalle.

     — ¿En qué base vamos a dar ahora las clases? —se anima a preguntar mi hermana para romper el silencio.

     —En el centro de instrucción del Ejército del Aire —le responde el moreno—. Al parecer este curso no está muy masificado, asique nos han cedido algunas zonas para nosotros.

     — ¿Entonces la escuela está destruida? —añado.

     —Cuando yo estuve allí, el día que os recogimos, ya había zonas bastante dañadas. Los de peritaje han dicho que la estructura no era del todo segura y que debían reformar algunas zonas. Serán solo un par de meses según han previsto.

     — ¿Y nuestros padres? No hemos podido hablar con ellos en todo este tiempo, seguro estarán preocupados —O eso quiero pensar.

     —Les han enviado hace unos días un comunicado. Los nuevos alumnos ya se han estado instalando en la nueva base, ellos pensaban que vosotros estabais allí —nos explica Castiel —. Parece que no les interesa demasiado sacar cosas como estas a la luz.

     Y tanto, esta es ya la segunda vez que la muerte me roza y mis padres no han tenido noticias alguna sobre eso.

     —Castiel, sabes que nunca se dicen estas cosas. No haría más que cundir el pánico —le regaña el mayor, frunciendo el ceño.

     —Y también les haría perder dinero cuando nadie quiera inscribir a sus hijos —ríe amargamente. Parece que es otra de las normas que no comparte de este lugar—. Mejor cubrirlo con una conveniente explosión de gas.

     Sin duda es un tema complejo, y parece que lo que ha ocurrido hasta ahora forma parte de algo más grande. Ni siquiera a nuestros instructores les han dicho aún los detalles, aunque por la conversación que han tenido hace unas horas, parece que tendrán una reunión sobre el tema en cuanto lleguemos.

     Tal vez si más tarde le pregunto a Castiel, me explique un poco más de lo que ha sucedido.

«...»

     Nada más llegar a la base, un grupo de hombres nos recibieron. Uno de ellos se encargó de guiarnos a mi hermana y a mí hasta los edificios residenciales y de darnos las llaves de nuestros respectivos cuartos.

     A medida que avanzábamos por el lugar, nos iban dando una vaga explicación de qué era cada sitio. También nos dijo que nos lo repetirían con más detalle durante una reunión que convocarían pronto.

     Entre a mi cuarto, cargado con las pocas que llevaba encima tras nuestra "aventura". Dajan estaba ahí, deshaciendo su gran maleta de forma desordenada.

     — ¡Compi! —exclama nada más verme, y se acerca a abrazarme, elevándome un poco del suelo en el proceso— Te echaba de menos, aunque se hayan alargado las vacaciones.

     Por supuesto, él tampoco sabe nada de lo sucedido. Pensándolo bien, no es algo que la gente se pare a preguntar. Y como mencionó Castiel, el hecho de que dos cadetes se vean envueltos en una persecución de la mafia con dos de sus instructores, no es demasiado alentador para las próximas generaciones aquí.

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