21: Cuñado

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     —Hey.

     El pelirrojo me saluda dándome un pequeño golpe en el hombro cuando me lo cruzo a la mañana siguiente en el pasillo de la planta superior. Le devuelvo el golpe sin demasiada seguridad en lo que hago.

     — ¿Quieres dar una vuelta por la ciudad luego, cuñado?

     Se me vuelve a revolver el estómago, ahora sé que no es un sueño. Debí haberlo supuesto tan pronto lo vi en el pasillo de mi casa.

     —Como quieras... cuñado.

     Vacilo al hablar, me causa bastante repulsión pensar en ello. Creo que hoy no podré desayunar. Se me hace confuso estar hablando con alguien como él de esta forma, aunque no es la primera vez que nos tuteamos. De hecho, lo hacemos cada vez que perdemos los estribos con el otro.

     —Oh, estás aquí —Mi gemela ha aparecido por la puerta de su cuarto vestida con uno de sus pijamas de seda importada y se le ha colgado del brazo, interrumpiendo nuestra "conversación"—. Me desperté y ya no estabas.

     —Estoy acostumbrado a madrugar y fui a ducharme, lo siento.

     —No pasa nada, amor. Voy a prepararme para nuestro día de compras —Le ha dado un intento de beso en los labios que finalmente acaba en la mejilla, a voluntad del pelirrojo. Y se ha ido contoneándose.

     —Cuando vuelva, ¿sí?

     Me da una palmada ligera en el hombro y desaparece en el interior del cuarto de mi hermana. ¿Cómo habrá podido resistir el pasar una noche entera en ese cuarto de princesa rosa? Se me vuelve a revolver el estómago al pesar en que han compartido cama.

     Ignoro mis pensamientos y bajo al salón para dejar los regalos que he comprado debajo del árbol. Más tarde los abriremos todos juntos, como la familia perfecta que somos.

«...»

     Ya estamos todos alrededor del árbol, como corresponde y vamos repartiendo los regalos por orden. La primera en repartir los suyos es Amber, abro el paquete con cuidado y saco una camisa verde con palmeras rosas, ¿de verdad piensa que me voy a poner eso? Pongo cara de gratitud aunque por las risas contenidas del pelirrojo y mi hermana menor deduzco que no logro ser demasiado convincente.

     Luego es mi turno y todos parecen bastante satisfechos con lo que he elegido. Suspiro aliviado, aunque no faltan los comentarios tontos por parte de mi hermana "pensaba que tendrías peor sentido del gusto y tendría que ir a cambiarlo". Nunca has cambiado ninguno de los regalos que te he hecho, querida.

     Mis padres me han regalado un manual de ciencias económicas, ¿indirecta de qué quieren que estudie? Nah.

     Al menos el regalo de Sucrette vale la pena, me ha comprado la última novela de una serie policiaca que me encanta. Debe de ser la única que ha pensado en mí al comprarlo.

«...»

     El resto del día pasa lento y yo lo gasto en estar tirado en cama sin hacer absolutamente nada. De vez en cuando necesito uno de estos días para sobrevivir a esta locura de vida. Tengo puesto algo de rock clásico en la radio. Algo ligerito, para crear un poco de ambiente mientras ojeo la novela que me ha regalado mi hermana. La guardaré para leerla más tarde, sería un desperdicio hacerlo ahora.

     Alguien toca la puerta antes de entrar.

     —Con que Beatles, ¿no?

     Me incorporo un poco y le miro, mi nuevo cuñado está apoyado en la pared al lado de la puerta.

EfímerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora